La noche en que casi desaparece el Puente Colgante
La feroz inundación de 1966 destruyó parte de la Costanera y el Parque Oroño. El puente resistió con la ayuda de la ágil maniobra de ingenieros que ordenaron dinamitar la Ruta 1 y desviar parte de la creciente. Impactantes imágenes de aquel tiempo. Un presagio de lo que ocurriría en el '83.
El puente resistió no sin ayuda de las explosiones en la RN 168 y la Ruta 1.
El siglo XX estuvo marcado en la ciudad de Santa Fe y la región por las impactantes bajantes y las feroces inundaciones que dejaron tras su paso no sólo inconvenientes sino que también recuerdos e historias. Es el caso de la creciente de 1966 que prácticamente arrasó con el extremo sur de la costanera santafesina al destruir por completo el Parque Oroño y la zona del Puente Colgante “Ing. Marcial Candioti”.
En marzo de ese año las crónicas de la época indicaban que el aumento de los niveles del Río Paraná generaba problemas en Corrientes, Entre Ríos y en la “bota”. Para el 8 del citado mes, la altura en el puerto local fue de 6,32 mts. Al día siguiente llegó a 6,45 metros, y se comenzó a evacuar la población costera. El río no paró de crecer hasta que tocó el pico de 6,94 metros el 16 de marzo.
Vista desde el sur hacia el puente colgante en plena inundación de 1966
La historia que aquí se recuerda ocurrió en la noche del miércoles 23 de marzo del ‘66 cuando la gran masa de agua y la acumulación de una considerable cantidad de camalotes pusieron en serio riesgo la estructura del Puente Colgante. “La destrucción de la casi totalidad del sector de la costanera lindera con el parque Oroño y el imprevisto deterioro experimentado por las cañerías maestras conductoras del agua para abastecimiento de la ciudad, ocurrido en la salida subterránea de las mismas en la rampa de acceso oeste del puente Colgante, han venido a configurar un cuadro cierto de desastre”, publicó El Litoral en su edición del jueves 24 de 1966.
El desaparecido Parque Oroño. La fuerza del agua erosionó el suelo y se llevó gran parte del paseo.
“A los fines de brindar alivio a los asientos del puente Colgante, Vialidad Nacional solicitó la colaboración del Batallón de Ingenieros de Construcciones 121, para efectuar voladuras en el camino a Rincón, para desviar en parte la inmensa masa líquida que desagua desde la Setúbal hacia su curso natural. Las explosiones que alarmaron a gran parte de la población, pese a las advertencias formuladas por radio y televisión, en manera alguna pueden afectar edificios u otras construcciones”, agregó la citada nota.
Panorámica de la capital provincial, mientras el agua avanzaba.
Un periodista de El Litoral fue testigo directo de aquellos tensos minutos y lo reflejó en una impecable crónica. “Ingenieros, técnicos, capataces, obreros, policías, para quienes la jornada de labor se ha extendido tácticamente "hasta donde se aguante", se mueven sin pausas y tratan de ganar preciosos minutos a masa líquida en movimiento que hierve bravamente entre los pilares del viejo puente. Ininterrumpida caravana de camiones deposita junto al agua toneladas de escombros, pero el río las muerde y se las lleva en gran parte, sin detenerse en su lucha para recuperar lo que fue suyo y el hombre le quitó poniendo muros de cemento que ya se han ido...”, describió el artículo.
La Laguna Setúbal repleta de agua y camalotes.
“Oscuras camionetas militares cruzan despaciosamente por el puente desierto Son los únicos vehículos que pasan por allí. Oficiales, suboficiales y soldados marchan silenciosos. Van a destruir para evitar más destrucciones. Extraña paradoja. Minutos después, tremendas explosiones sacuden el silencio de la noche y vuelan por los aires pedazos de pavimento y montones de tierra de lo que fue el terraplén de la ruta 168. Un leve viento sopla del este trae "olor a agua" y se mueve por entre el encordado del puente, produciendo un sonido alucinante Dos cigarrillos caen al río y al morir su lumbre, al tocar la superficie. pareciera como si la penumbra se acentuara. Hay angustia...”, agregaba.
Por aquellos días El Litoral publicó las fotos de las explosiones que "salvaron" al Puente Colgante.
Mucha agua, poca agua
Además de los problemas mencionados, la feroz creciente del ‘66 ocasionó un severo inconveniente con la provisión de agua potable. Una paradoja del destino, con tanta agua en la región, el servicio debió ser atendido de urgencia para no dejar a la ciudad capital de la provincia sin el vital elemento.
El completísimo informe de El Litoral daba cuenta que ese mismo 23 de marzo se iniciaron tareas en la cámara ubicada en la entrada oeste del Puente Colgante que tiene por objeto modificar el sistema de entrada del agua a la ciudad, proveniente de la toma de Colastiné. “Fue necesario primero desagotar la cámara, totalmente anegada por filtraciones, para luego extraer un gran codo de hierro. El trabajo es ímprobo y de difícil realización, notándose la estrecha colaboración de personal de la Administración del puerto, con técnicos y obreros de Obras Sanitarias”, explicó este diario.
Debieron instalar un gran caño en el exterior del puente y que corrió por bulevar hasta calle Laprida.
La citada nota agrega que se reemplazaría la cañería afectada por otro caño que correrá por el exterior, desde el propio puente unos 140 metros por bulevar, hasta calle Laprida. En ese sector se conectó con el sistema subterráneo. Los ingenieros y operarios coincidieron que esa conexión de emergencia se finalizaría en no menos 48 horas.
Precisamente, en la edición del 25 de marzo del ‘66 El Litoral publicó una fotografía de los trabajos y anunciaba que el servicio tendía a normalizarse entre ese viernes y el sábado siguiente. En la misma nota, se explicaba que continuaban las explosiones en la zona de la Ruta 1 para desviar parte de la crecida y que terminaba de desaparecer el bello Parque Oroño.
Fotografía de la Ruta Nacional 168, golpeada por la creciente y las explosiones.
Emergencia
Pasaron unos 15 días para que las autoridades locales, provinciales y nacionales pudieran realizar estudios y posteriormente trabajar sobre la infraestructura dañada. El 14 de abril, este diario anunciaba el inicio de tareas de refulado sobre el puente Colgante. Cuatro días más tarde, comenzaron los trabajos para rehabilitar el tránsito sobre la RN 168.
En un artículo publicado el 19 de abril del ‘66, El Litoral explicó que se instalará un puente “Bailey” en un tramo de 133 metros de la Ruta Nacional. De esa manera, se podría reanudar el tránsito liviano por ese sector. Lo que sucedió el 25 de ese mes.
El Litoral informaba sobre la instalación de un puente provisorio.
“La circulación de vehículos se hace ordenadamente, controlada por la Policía Caminera, que a la altura de la "Vuelta del Paraguayo" y del control de La Guardia, establece dos "colas", cuyo avance es permitido cuando el último de los vehículos de una ha llegado hasta donde se encuentra la otra”, describió El Litoral. La nota agregaba que en la mayoría del trayecto la circulación debe hacerse en una sola dirección, debido al ancho de los puentes "Bailey".
Un mes después, lograron habilitar el tránsito liviano en la RN 168
Consecuencias
Para el 25 de abril de 1966 las aguas comenzaban a descender en la región y tras su paso quedó expuesto el desastre. El Litoral contó con detalles el sombrío panorama: “Han dejado al descubierto tremendas heridas en el camino, en los bordes del terraplén y, sobre todo, en los accesos a las alcantarillas. Cómo habrá sido la fuerza de la corriente, que debajo de la tercera y cuarta alcantarillas el terraplén ha desaparecido por completo y enormes boquetes de lado a lado dejan apenas una delgada capa de asfalto de unión entre el camino y la alcantarilla”.
Y agregaba el artículo: “En otros sectores, la violencia y persistencia de la corriente ha determinado que la cinta asfáltica quedara peligrosamente estrechada y resquebrajada. En una palabra, los efectos han sido tales que ahora se explica sobradamente aquella cautela en estimar los daños y, sobre todo, la prudencia en encarar las obras de rehabilitación provisional”.
Sin lugar a dudas, además de los problemas en la zona costera y los caminos (RN 168 y RP1), en la capital santafesina los costos de la inundación del ‘66 fueron elevados. Por un lado destruyó por completo el Parque Oroño y, por otro, generó severos inconvenientes en la provisión de agua potable.
La reconstrucción de la zona llegó de la mano de novedades en materia de infraestructura. En 1968, comenzó la construcción del Puente Oroño y con éste la renovación de todo el torno afectado años atrás por la creciente.
Los trabajos para atenuar la feroz creciente en el '66.
Presagio
La noche más oscura que debió enfrentar el Puente Colgante en marzo del ‘66 no fue otra cosa que un presagio. Un aviso de la naturaleza que advirtió que su fuerza podría acabar con el símbolo de la ciudad de Santa Fe.
Y lo hizo, en parte, 17 años después. El mismo Río Paraná volvió a arremeter con fuerza desde el norte y literalmente “se llevó puesto” al puente Colgante. El 28 de septiembre de 1983, El Litoral dio la triste noticia.
“Se desplomó el puente Colgante”, publicó en tapa el centenario diario de Santa Fe junto a la imagen del desastre. Acompañando la foto, se detalló: “El viejo puente, todo un símbolo, se desplomó en su estructura, o columna del sector este (El Pozo), en tanto que corría igual riesgo la columna del sector oeste”.
La nota, que se convirtió en un hito del periodismo local, añadía: “Cabe destacar que a través del puente corría la tubería del agua que llegaba desde Colastiné hasta la planta potabilizadora de Obras Sanitarias, en barrio Candioti. Al respecto hay que señalar que la empresa estatal posee una toma suplementaria en el riacho Santa Fe, lo que supone que hay que aventar la posibilidad de que la provisión del líquido elemento pueda sufrir mayores impedimentos”.
Una tapa histórica de El Litoral, el día que cayó parte del puente.
Reconstrucción
La vuelta a la vida del Puente Colgante comenzó a gestarse 17 años después de la fatídica inundación de la década del ‘80. En abril del 2000 se iniciaron las tareas de refacción de la conexión vial más antigua de la capital santafesina. Un año más tarde, llegó a la ciudad la nueva antena y para septiembre de 2002 se reinauguró sólo para uso de vehículos livianos. Pasaron ocho años para que fuera declarado Monumento Histórico Nacional. Tres años después (2017) se renovaron las luces a las actuales luminarias Led.
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