Mientras los ojos de la opinión pública están focalizados en la pandemia del coronavirus, la situación de las usurpaciones en el norte de la ciudad de Santa Fe empeoró. Así lo marcan vecinos que dialogaron con El Litoral y contaron que lejos de mejorar, el panorama en los terrenos fiscales se agravó.
El primer dato que refleja lo que viven a diario quienes habitan las adyacencias del espacio ubicado entre calles Azcuénaga, Matheu, 1 de Mayo hasta Facundo Zuviría, es un nuevo intento de “copar” este sector por parte de tres o cuatro familias. Esto ocurrió el miércoles 27 de mayo al mediodía en la esquina de Matheu y 9 de Julio. “Los vecinos llamamos a Gendarmería cuando empezamos a ver movimientos raros”, arrancó su relato un vecino, a quien por cuestiones de seguridad se resguarda su identidad. “Vinieron tres camionetas de la fuerza federal y tras momentos de tensión, los agentes lograron sacar a estas personas . También nos dijeron que tienen la orden de no permitir nuevos asentamientos; esto nos trajo un mínimo de tranquilidad”, agregó.
Sin embargo, y aquí el segundo punto: la cuarentena no impidió que los ocupantes ilegales continúen con la construcción de viviendas precarias. “Es como que aprovecharon la situación de la pandemia para seguir avanzando”, opina el vecino. En ese sentido, el entrevistado comentó que estas personas deambulaban por el barrio sin respetar las medidas de prevención de contagio de Covid-19 dispuestas por las autoridades. “Es más, hay veces que usan las veredas como baño”, apuntó.
Exposición, amenazas y ataque
El tercer punto y no por eso de menor importancia, fue el ataque a una vecina que vive cerca del predio usurpado. El Litoral dialogó con la mujer que relató lo sucedido. “Esto comenzó el viernes 12 cuando personal de Gendarmería tocó mi puerta para que firme un procedimiento en los terrenos como testigo. Además, me hicieron acompañarlos al predio y yo accedí. Mientras caminábamos por el lugar, se escucharon insultos y amenazas verbales por parte de un grupo de personas que estaban allí asentadas. Luego, tuve que volver a mi casa porque tenía otro compromiso, entonces los agentes me dicen que posteriormente me volverían a convocar”, describió.
“Esa misma noche, ya siendo la madrugada del sábado, escucho piedrazos en el techo de mi casa y de las viviendas contiguas. En n la mañana, alrededor de las 9, cuando salgo a buscar mi auto noté un objeto debajo de una de las ruedas que tenía signos de haberse prendido fuego pero no afectó al vehículo. Salí del barrio y al poco tiempo me llama mi hijo para decirme que había signos de quemaduras en dos de las paredes de la casa, en una de las cuales está la instalación del gas. Podría haber ocurrido una tragedia”, continuó la vecina.
La secuencia prosiguió con la denuncia en la Comisaría 26, según explicó la mujer. “Quedamos expuestos los vecinos y por las noches no hay patrullaje. Me contacté con el municipio para ver si podían mandar la Guardia Urbana pero tampoco me dieron respuesta. Estoy analizando si pedir un botón de pánico”, finalizó.
Siguen los tiros y ruidos molestos
Una de las cuestiones que mencionan los vecinos desde el inicio de este problema (El Litoral viene acompañando desde entonces el reclamo) son los incesantes ruidos molestos y olores nauseabundos que provienen desde los asentamientos ilegales. “Se siguen escuchando tiros casi todas las noches, la música nunca para”, comentó uno de los entrevistados. Además, remarcó que los hechos de inseguridad aumentaron desde que se instaló este grupo de personas. “Robaron cestos de basura, hay amenazas, intentaron abrir varios autos, entre otras cuestiones. Ni hablar de que algunos están ‘colgados’ de la luz e incluso nos enteramos que estaban vendiendo terrenos por Facebook”, añadió.
Un dato que ya se había mencionado durante las primeras semanas del asentamiento, es que el lugar queda vacío durante el día. “La gente va y viene. Esto lo seguimos viendo, alrededor del 20 por ciento de las precarias viviendas están ocupadas todo el tiempo”, asegura uno de los vecinos consultados y considera que el lugar parece “fantasma”. “La gente del barrio Esmeralda la está pasando muy mal. Se han perdido espacios públicos que antes los usaban los niños para jugar, sobre todo el playón deportivo que hizo la Municipalidad que quedó todo usurpado”, consideró. Y concluyó: “Sorprende la organización que tuvieron. Llegaron con motoguadañas, cortaron los yuyos y empezaron a hacer demarcaciones”.
Derrotero sin fin, ni soluciones
En diálogo con El Litoral, otro vecino comentó el derrotero ante las autoridades de varios estamentos del Estado. “Nos reunimos con todo el mundo; el intendente, funcionarios municipales, el fiscal, el juez Miño, jefes policiales. Incluso hicimos reiterados llamados al 0800 de la provincia para denunciar que rompen habitualmente la cuarentena”, dijo el entrevistado y aclara que las respuestas nunca aparecieron.
“Ya no sabemos cómo actuar, se nos cierra el manual de procedimiento. Somos trabajadores, dejamos nuestras familias en la casa”, remarca el damnificado. Y anticipa: “Queremos ir más allá, estamos viendo de poner un representante legal”.
Por último, el vecino reclamó: “Le hemos llevado nosotros información al juez. Le pasamos carpetas con nombres, datos, patentes de vehículos; y no sé qué esperan. La orden de allanamiento nunca se llevó a cabo y en el medio quedamos nosotros, expuestos a represalias”.
La plataforma de mapas satelitales de Google actualizó en los últimos meses las imágenes sobre la ciudad de Santa Fe y ahora aparecen los asentamientos ilegales sobre el corredor verde comprendido entre 9 de Julio, entre Azcuénaga y Matheu, hacia el oeste hasta llegar a Facundo Zuviría.