¿Quién quiere ser pobre?, arranca el audio del documental que realizó Unicef Argentina junto con La Poderosa, la organización civil que tiene base en varios barrios del país y también aquí, muy cerca del centro de la ciudad de Santa Fe, en Chalet.
Feminización de la pobreza, triple jornada laboral y vulneración de derechos. Indicadores que se repiten en las regiones más postergadas del país.
¿Quién quiere ser pobre?, arranca el audio del documental que realizó Unicef Argentina junto con La Poderosa, la organización civil que tiene base en varios barrios del país y también aquí, muy cerca del centro de la ciudad de Santa Fe, en Chalet.
La voz que formula la pregunta es la de Claudia Albornoz, referente de la organización que viene trabajando en conjunto con el organismo internacional desde el año 2020, cuando las urgencias alimentarias emergieron junto con la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19. "Fue una alianza fundamental que se construyó cuando la preocupación era cómo se iba a poder comer". La pobreza en los barrios populares creció, en el período más crudo de la pandemia, a un 80 %.
Chalet es uno de los 5687 barrios populares que hay en la Argentina y es también donde el trabajo comunitario sostiene, a veces literalmente, la vida de buena parte de la población y donde el protagonismo de las mujeres y disidencias es indiscutible en las tareas puertas adentro del hogar y puertas afuera para dar apoyo a niñas, niños y adolescentes.
Una de esas tareas vitales es la de cocinar en comedores comunitarios, actividad que forma parte de la triple jornada de muchas (junto con el cuidado de la propia familia y el trabajo muchas veces informal y remunerado) y que "no está reconocido", advirtió Albornoz. "El Estado nos envía alimentos para que cocinemos, pero no hay reconocimiento para quien lo hace", graficó.
En ese marco es que se presentará el 8 de marzo, en coincidencia con el Día de las Mujeres, un proyecto de ley ante el Congreso Nacional para que esa contraparte económica sea un hecho.
"Hay 1700 trabajadoras en La Poderosa; el Renacom (Registro Nacional de Comedores y Merenderos) contabiliza 5000 espacios aunque seguramente son más y deja registrar 5 trabajadores por cada uno; pero si se hacen 500 raciones por día esa cifra no alcanza", razonó Albornoz.
Por eso el pedido es para abrir ese registro y tener datos certeros sobre un tema del que "no se habla" mientras se estima que alrededor de 10 millones de personas se alimentan en comedores populares.
"Es fundamental que se entienda que el reconocimiento salarial y como trabajadoras es fundamental de parte del Estado", insistió la santafesina, para ilustrar apenas una de las vulnerabilidades por las que atraviesan los barrios populares.
Las otras son esas carencias no monetarias que están contempladas en el último monitoreo de Unicef y que representantes de otros puntos del país (además de Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán y Ciudad Autónoma de Buenos Aires) describen con su propia voz en el audiovisual: la falta de agua potable, la ausencia de urbanización, aguas servidas a un paso de las viviendas, conexiones eléctricas inseguras y el trabajo informal.
El relato en off es de Natalia Oreiro y de Juan Minujín.