Desde la comunidad de la Catedral Metropolitana Todos los Santos de la ciudad de Santa Fe lanzaron una convocatoria abierta a la sociedad para poder restaurar el órgano de la iglesia, todo un símbolo para la historia provincial.
El Litoral recorrió la iglesia y pudo conocer la historia de un instrumento muy valioso desde lo cultural y religioso.
Desde la comunidad de la Catedral Metropolitana Todos los Santos de la ciudad de Santa Fe lanzaron una convocatoria abierta a la sociedad para poder restaurar el órgano de la iglesia, todo un símbolo para la historia provincial.
El Litoral visitó el lugar, declarado Monumento Histórico Nacional en 1942, y pudo presenciar el deterioro del instrumento. Según Pablo Nickle, quien lo utiliza a menudo, se trata del “más grande” de Santa Fe.
— ¿Qué sentís cada vez que te sentás y que te encontrás con esta realidad a la hora de ejecutar?, consultó este diario.
— La verdad que es frustrante, es como que hay que hacer magia para tocar, porque no suena como tiene que sonar. O sea, a veces tenés que apretar un do y sabés que el do no va a sonar, y bueno, se toca otra nota.
—¿Hoy se está a contrarreloj?
— Tenemos que salvar este instrumento porque es un instrumento muy valioso. Hay que pensar en la gente que puso todo su dinero en el año 1900 y no podemos dejar que se tire la basura. El esfuerzo y todo lo que pusieron cuando empezaron a hacer esto.
Al mismo tiempo, El Litoral conversó con el padre Javier Casullo quien se encargó de ampliar el panorama del instrumento. “La realidad es que está muy deteriorado por el paso del tiempo y algunas intervenciones. Como herederos del valor histórico, religioso y cultural que tiene, nos sentimos un poco en ese deber de poder recuperarlo; de movilizar un poco todas las fuerzas como para restaurarlo, reconstruir en gran parte este instrumento”, comentó.
—¿Cómo se llegó a esto?
—Hubo años que se priorizaron otras cuestiones, por ejemplo las edilicias, en la primera parte de los 2000, se había pensado en hacer una restauración importante del órgano, pero claro, después de la inundación. También desde Monumentos Nacionales se ayudó a reconstruir el edificio, fue la gran restauración de esos años que se le hizo a la Catedral, y entonces se postergó este instrumento.
Hoy si bien tenemos que hacer arreglos de edilicio también, porque eso es un mantenimiento casi continuo, nos parecía importante. Gracias a Dios también se reunió la gente, que no es poco, para empujar este proyecto y poder llevarlo adelante.
—¿En qué consiste este proyecto ?
—Consiste en una restauración, reconstrucción de todos los aspectos del órgano. Podemos estar contentos de que los tubos, nos decían los especialistas, están sanos, que es la parte, si se quiere, más delicada, más exquisita. Pero todo lo que es el mecanismo previo, porque incluye el sistema eléctrico, neumático, mecánico, todo eso hay que reconstruir, hay que restaurar porque está muy deteriorado. Dicen que anda a un 5 o 10% el órgano, Así que imagínense que así todo se usa y suena un poquito, ¿no? Cuánto más podría aprovecharse y explotarse.
—¿Cómo se puede sumar la comunidad a esta campaña?
—Estamos invitando a apadrinar simbólicamente, un tubo a 50 dólares, el equivalente en pesos argentinos. Y estamos difundiendo dos cuentas oficiales apoyadas por el Arzobispado de Santa Fe.
Andres Ferrato, colaborador de la catedral también aportó mirada respecto a lo valioso del órgano. “Cuando uno escucha un órgano, puede escuchar a través de la acción de una sola persona, diferentes tipos de sonidos, de cuerdas, de metales, de maderas, incluso que imitan a la voz humana”, remarcó.
“Hay que pensar que uno no solo uno toca con los pies, sino que lo hace con las manos y en este mismo acto va cambiando registros, va seleccionando timbres y va ejecutando una pieza que finalmente requiere no solamente habilidad musical sino cierta destreza física también hay que decirlo porque es un ballet”, detalló.
Y amplió Ferrato: “Lo interesante del órgano es poder explorar la potencialidad que el instrumento da a través de diferentes piezas, poder ver sonidos muy dulces como poder ver un volumen que a uno lo lleva a experimentar cosas que de otro modo no se podría”.
Sobre la refacción, el entrevistado reconoció: “Es un trabajo único para un instrumento único. No porque uno esté trabajando con materiales preciosos, digamos, no estamos nosotros en presencia de un instrumento que está vestido de oro y piedras preciosas, todo lo contrario. Son materiales que en sí mismos son considerados “humildes”. Esa es también otra de las grandezas del órgano. Que a partir de estos componentes, uno puede lograr una belleza enorme y una amplitud de registros sonoros que de otro modo no podía encontrar”.
“La mayoría de los instrumentos en realidad, porque el trabajo de los luthiers es un trabajo de artesanos, pero el del órgano es un trabajo mucho más complejo porque uno tiene multiplicidad de registros y tiene que entender la mecánica del instrumento, que es de por sí compleja”, cerró.