Jacques-Louis David: el arte como testigo de la historia
Maestro del neoclasicismo, forjó sus obras en medio de la vorágine revolucionaria y el esplendor imperial de Napoleón, a quien retrató varias veces. Murió exiliado en Bruselas el 29 de diciembre de 1825.
La coronación de Napoleón y coronación de Josefina, por Jacques-Louis David, 1809. Foto: Museo del Louvre
Jacques-Louis David (1748-1825) fue un gran pintor, pero sobre todo un individuo atravesado por las urgencias sociales y políticas del tiempo que le tocó transitar en este mundo. Nacido en Francia, le tocó una de las épocas más turbulentas de la historia de su patria, la Revolución de 1789, en la cual participó activamente. En términos puramente artísticos, puede ser considerado entre los neoclásicos, igual que otros contemporáneos suyos como Jean-Auguste-Dominique Ingres, Antonio Canova, Jean-Baptiste Carpeaux y Anne-Louis Girodet-Trioson. En este sentido, las obras de David son una síntesis de su interés por la antigüedad clásica, la claridad, la simplicidad formal y la idealización de la figura humana.
Museo del Louvre
La Revolución Francesa, que tuvo lugar entre 1789 y 1799 y transformó radicalmente la sociedad de Francia a partir de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, encontró en David un fervoroso partidario. En efecto, subordinó su arte a la expresión y promoción de tales premisas. Así, sus pinturas históricas, como “La muerte de Marat”, podrían leerse como manifestaciones visuales del fervor revolucionario y la búsqueda de la virtud cívica. La obra representa el fallecimiento en 1793 del líder revolucionario francés Jean-Paul Marat, quien fue asesinado debido a su denuncia del terror que se impuso en los años posteriores a la toma de la Bastilla.
Museo Metropolitano de Arte de Nueva York
“Jacques-Louis David fue el pintor neoclásico francés por excelencia. Inspirado en la antigüedad greco-romana, su arte supura clasicismo, que ligado al clima político y social que le tocó vivir, da lugar a una solemnidad casi religiosa. Su obra no sólo está perfectamente acabada, sino que documenta a la perfección los agitados momentos que vivió su país (y él mismo como protagonista)”, señaló Miguel Calvo Santos. En similar sentido, Diego Peris escribió en Lanza Digital, que la de David era “una pintura comprometida con la política y la historia agitada del momento en que vivió”. Que derivó en “una trayectoria de indudable calidad formal, y, sobre todo, de un acercamiento a la realidad social en la que está inmerso”.
Colección Palacio de Charlottenburg
El pintor y el emperador
Otro de los argumentos que coloca a David como un protagonista central de la historia es su condición de pintor oficial de Napoleón Bonaparte. En este sentido, influyó en la imagen de poder y gloria del líder francés que ha llegado hasta nuestros días. “Napoleón cruzando los Alpes”, que se hace eco de la campaña italiana de 1800 y “La coronación de Napoleón”, que da cuenta de la coronación del militar como emperador en la Catedral de Notre-Dame, resultan significativas. Sin embargo, tras la caída de Napoleón y la restauración monárquica en Francia, David fue desterrado y se vio obligado a permanecer hasta su muerte en Bélgica, el 29 de diciembre de 1825, hace 198 años.
Museo del Louvre
Omar López Mato, en una nota publicada en Perfil, en diciembre de 2020, indica que David “puso su arte al servicio de distintos gobiernos demostrando su versatilidad al igual que cierta volatilidad política propia de los tiempos que corrían. Del neoclasicismo había mutado al romanticismo, pero su cambio fue más drástico en el aspecto político. David inició su carrera artística como monárquico, pasó a ser un ferviente revolucionario y, posteriormente, admirador del Emperador Napoleón. Sus lealtades resultaron ser tan efímeras como los regímenes que retrató con su pincel”.
Museo del Louvre
Anna Vcherashnia en arthive.com expresa por su parte que si bien ahora Jacques-Louis David es conocido principalmente por sus pinturas de 1790 a 1800, en realidad su apogeo fue en 1785, a través de “El juramento de los Horacios”. “Tres hermanos de una familia romana, los Horacios, van a luchar contra tres hermanos de una familia de Alba Longa, los Curiatii, uno de los cuales, irónicamente, estaba comprometido con su hermana Camilla. Ese es su deber civil. Los Horacios deben proteger el honor de Roma de los Curiatii, y están dispuestos a sacrificar no solo sus lazos de parentesco, sino también sus vidas”, explica la especialista.
"Autorretrato" de David. Foto: Museo del Louvre
Lo cierto es que, más allá de sus intervenciones políticas y de su papel en las contingencias de su tiempo, David era un maestro en la técnica del dibujo y la composición. Cuyo aura todavía permanece vigente en museos del mundo.
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