Diego Rivera: maestro del muralismo y visionario del cambio social
La galería Schoelkopf de Nueva York exhibe hasta abril dos retratos infantiles de su autoría. Así, ofrece una ventana actual para volver la mirada al genio del muralismo mexicano y repasar su influencia en el arte y la sociedad.
“Gloriosa Victoria”, pintura al temple sobre lienzo del artista mexicano Diego Rivera, de 1954. Foto: Archivo / EFE
El pintor Diego Rivera (1886-1957) fue una figura central en el movimiento conocido como “muralismo mexicano”, cuya búsqueda principal consistía en utilizar el arte para transmitir mensajes sociales y políticos. Sus murales, atravesados por historia, política, cultura y lucha de clases, se implantaron con hondura en la percepción del arte del público de Latinoamérica. Y, de la misma manera en que Argentina lo hicieron artistas como Antonio Berni, llevaron la voz de los desamparados a un público mucho más amplio, de culturas diversas.
Archivo / EFE
A pesar de que, por la influencia de su obra y su relación con Frida Kahlo, su esposa, con quien vivió una tórrida y compleja relación, en estos días vuelve a ser noticia. ¿Por qué motivo? Es que dos retratos infantiles que llevan su firma y que se ubican en el periodo posterior a la Revolución Mexicana (que fue, a la postre, decisiva para la obra de Rivera) están a la vista hasta el 5 de abril en la galería Schoelkopf de Nueva York luego de permanecer durante muchos años como parte de colecciones privadas.
Rivera con Frida Kahlo. Foto: Archivo / EFE
Concretamente, las obras son “Niño” y “Niña sentada con rebozo”, ambos de 1929. Las mismas habían integrado la exposición de 1931 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en su retrospectiva en el Palacio de Bellas Artes, en 1949. La posibilidad de revisar estas obras de primera mano, supone una posibilidad de gran valor para el universo del arte.
Los retratos infantiles de Rivera, a la vista en Nueva York. Foto: EFE
La estética de Rivera
Rivera desarrolló un estilo único que combinaba influencias del arte precolombino, el renacimiento italiano y el realismo socialista. Esta última doctrina estética, surgida en la Unión Soviética post revolución del 17, apuntaba a representar la realidad de acuerdo con los principios del marxismo-leninismo y poner el eje en las aspiraciones del trabajador. Rivera, que absorbió el arte precolombino por su propio origen y conoció a los renacentistas en sus viajes a Europa, en cambio fue contemporáneo de la tendencia artística que se impuso en la URSS durante buena parte del siglo pasado.
Museo de los Ángeles
Las obras de Rivera se caracterizan por una composición dinámica y la presencia de figuras monumentales. Además, se destacó particularmente en el uso de la técnica de fresco, que implica pintar sobre yeso húmedo. Esto derivó en que sus murales, en general de gran escala, pudieran tener una durabilidad excepcional.
El pintor mexicano creía en la accesibilidad del arte para todos, rechazaba la idea de que estuviera reservado a las élites. De ahí que su vocación con el arte público se haya manifestado a través de su participación en proyectos de muralismo que convirtieron espacios urbanos en verdaderas galerías de arte, al aire libre, que podían ser disfrutadas por cualquiera. Esta idea de democratizar el arte despertó vocaciones en artistas y movimientos en toda América, que se unieron en la premisa de llevar el arte más allá de los corsés impuestos por los museos y las galerías.
Archivo
Jackson Pollock, David Alfaro Siqueiros fueron influenciados por su visión del arte como un instrumento para el cambio social y político. Además, inspiró a artistas locales a adoptar el muralismo como medio de expresión. Entre los argentinos, Antonio Berni, artista de origen rosarino, valorado por su compromiso con el realismo social y la búsqueda de inspiración en temáticas como la pobreza, la injusticia social y la lucha de clases puede ser, en parte, resultado de la influencia del muralismo mexicano y la obra de Rivera. Al igual que Lino Enea Spilimbergo, quien compartía la idea de Rivera respecto al poder del arte para promover el cambio social y político.
Miradas
“La cultura mexicana siempre estuvo presente en su obra, incluso cuando se ‘contamina’ de Europa en sus viajes al París de las vanguardias. Su obra influyó a cientos de artistas y su vida sigue fascinando hoy por su irreverencia en lo político, su legendario hedonismo y un inexplicable atractivo para las mujeres. Su obra, de enorme eclecticismo, chupó de todo el arte occidental y también del precolombino (el gusto por la pintura mural, sin ir más lejos). Destaca por su monumentalidad, para poder comunicarse mejor con las masas populares”, señala Miguel Calvo Santos en el portal Historia/Arte.
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“Rivera se formó dentro de los movimientos de vanguardia, muy cercano al cubismo, pero comprendió la necesidad que había en América latina de formular nuevas imágenes”, contaba en tanto el pintor y muralista argentino Luis Felipe Noé en un artículo publicado en 2007 por el diario Clarín de Buenos Aires. “Hizo una propuesta personal con una idea que correspondía a un contexto, aprovechó su contexto para convertirse en un artista realmente importante en América latina. En Argentina muchos quisieron incorporar el muralismo pero no hubo lugar. La diferencia fue que los mexicanos tenían de su parte un contexto revolucionario, hubo simpatías, los auspició el Estado. Yo veo puntos en común entre Rivera y Giotto, por ejemplo. Lo que uno hizo en función de la Iglesia, el otro lo hizo con el proceso revolucionario: crearon imágenes para llevar un relato a las masas analfabetas”, agregaba.
“La obra de Rivera cuando uno la admira en directo te invita a recorrerla”, opina el muralista argentino Gerardo Cianciolo, en un artículo que aparece en el portal cultura.gob.ar. “Tiene un respeto por la arquitectura colonial, no rompe las estructuras tradicionales y adapta su forma a esos planteos. Y lo hace de manera muy plástica y también muy entendible para el transeúnte. Su organización estética, del color, de esa perspectiva de superposición, todo eso genera una dinámica de lectura en su obra. Cuando te acercas, se ve la gestualidad de la pincelada del fresco que tiene que ser tan precisa porque se va haciendo por zonas. No obstante eso, Rivera genera una unidad de la obra que le da garantías a esos criterios que en el muralismo tienen que ver con la lectura y con un equilibrio de formas y contrastes”.
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Pero, según el especialista, la temática histórica y social es lo que sobresale en Rivera. “Siempre estuvo vinculado a la historia, a re-contar esa vivencia del pueblo precolombino, desde su concepción marxista que ponía al muralismo como un espacio formativo. Lo que él aprende en Europa, en cuanto a los planteos de color y nuevos criterios compositivos, lo trae a América, a México, y hace de todo un sincretismo cultural, una reinterpretación de esa técnica, en función de la historia del pueblo mexicano y la importancia de reivindicar sus tradiciones, sus fiestas y sus tragedias”.
Archivo / EFE
Rivera, con su compromiso con la democratización del arte, su mixtura de influencias estéticas y su contacto con las realidades sociales y políticas, es un emblema artístico del arte latinoamericano del siglo XX. La exposición actual de sus retratos infantiles en Nueva York es, en este sentido, un hito.
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