El pintor que resistió las modas para iluminar el alma de sus personajes
Este maestro del arte figurativo argentino del siglo XX pintó retratos, desnudos y paisajes desde las profundidades de su estudio. El recuerdo de la muestra que se hizo en Santa Fe para rendirle homenaje y las palabras que le dedicó el crítico de arte de El Litoral.
“Mujer dormida”, obra de Centurión. Foto: Museo Sívori
El trajinar de sus pinceles sobre el lienzo convirtió a Emilio Centurión en uno de los nombres que quedaron grabados con fuerza en la historia del arte argentino. Nacido en Buenos Aires el 14 de julio de 1894, Centurión sobresalió en la escena artística de su país, pero también en el plano internacional.
Museo Nacional de Bellas Artes
Su formación junto al pintor italiano Gino Moretti fue el inicio de un viaje que lo llevaría a abarcar diversas influencias y corrientes. En 1920 el veinteañero Centurión irrumpe en la escena al ganar un premio por su obra “Misia Mariquita”, que refleja un fuerte influjo de la pintura española, revelando las raíces de su estilo incipiente.
El viaje a París en 1928 emerge como un punto de inflexión en su carrera. Allí comenzó a absorber los elementos de la obra de Paul Cézanne, influencia que se manifestaría de manera notable en sus creaciones posteriores. A pesar de ser su único viaje a Europa, la experiencia fue duradera.
Colección Fortabat
Los años 30 del siglo pasado marcaron una etapa intensa y prolífica para Centurión. Su participación en muestras nacionales e internacionales, desde la Exposición Internacional de Venecia hasta las exposiciones en Nueva York y San Francisco, cimentaron su reputación. En 1935, su obra “Venus criolla” le valió el reconocimiento.
La década de los 40 implicó un abordaje del neocubismo. Sin embargo, su decisión de innovar no se detuvo ahí: en 1954, realizó su primera exposición individual en la Galería Bonino de Buenos Aires, que dio pie a una nueva fase en su evolución artística. Así, Centurión se sumergió en la experimentación y la libertad creativa.
Palacio de Hacienda
Como retratista, se destacó en la escena cultural de Buenos Aires. Sus dibujos y caricaturas, publicados en revistas emblemáticas como Caras y Caretas y Plus Ultra, fueron un eco de la esencia misma de una época en constante cambio.
Su compromiso con la enseñanza lo llevó a ocupar diversos roles, desde los colegios secundarios hasta el rectorado de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Su influencia se extendió a través de generaciones de artistas, quienes encontraron en un guía en el laberinto del arte.
Palacio de Hacienda
Opiniones sobre un maestro
Según el portal Arte de la Argentina fue un “pintor de retratos, desnudos y algunos paisajes resistió la moda del plein air resolviendo en su estudio los efectos de la luz y el alma de sus personajes y convirtiéndose en uno de los importantes maestros del arte figurativo de la Argentina del siglo XX”.
Fundación Arte de las Américas
María de la Paz López Carvajal, en un texto para la página web del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, asegura que “desde el inicio de su producción, Centurión avanzó de una pintura de lenguaje tradicional a un lenguaje moderno, basado en el equilibrio, el orden y una potente estructura de las figuras. Luego de su estancia en Europa en 1928, su interés por las propuestas cezanneanas hizo inclinar su lenguaje hacia una fórmula estética personal, de filiación geométrica. Trabajó una amplia variedad de temas concentrado en el análisis estructural de las formas, hasta aproximarse a las tendencias abstractas de la pintura moderna”.
Mumbat
Sobre la obra más emblemática de Centurión, la “Venus Criolla”, Marta Penhos escribió en un artículo publicado en la página del Museo Nacional de Bellas Artes. Allí señala que “la Venus criolla es una figura de mujer de tamaño natural colocada en el centro preciso del cuadro, a la manera de un volumen en el que inciden luces y sombras, y cuyo colorido cálido contrasta con el blanco del fondo. La sencilla y equilibrada composición muestra un rasgo común de buena parte de la producción de Centurión, el tratamiento constructivo de personajes retratados en quietud, con el que el artista aportó a la figuración renovada de los años 30”.
“Fue feliz enseñando”
Algunos meses después de la muerte de Centurión, acaecida a finales de 1970, se realizó en Santa Fe una muestra para rendirle homenaje. Tuvo lugar en el Museo Rosa Galisteo y quedó habilitada el 9 de septiembre, con 38 trabajos creados por el artista desde 1909.
Museo Rosa Galisteo
El Dr. Taverna Irigoyen participó de la ceremonia de apertura y al hacer uso de la palabra, puso de relieve que hace un tiempo que insistía en pensar en la progresiva desaparición de los maestros de la pintura argentina. “No se trata, dijo, ya tan solo de las figuras que nutrieron la verdadera época de oro de nuestro arte (anteriores y posteriores a la llamada escuela de París argentina) sino también de aquellos nombres que, dentro de su labor no pocas veces silenciosa, contribuyeron a generar en el país una auténtica línea de bohemia creadora”, indicó según dejó constancia El Litoral en su edición del 10 de septiembre de 1971.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
“Es hoy un tanto difícil comprender que, para enseñar arte, se deba comenzar por enseñar a vivir. Un mundo profundamente tecnificado, con urgencias existenciales y nuevos módulos de visión y de acción, torna un tanto aleatoria tal comprensibilidad; sin embargo, sólo enseñando a vivir, palpitar en los mínimos aconteceres cotidianos, se puede estar en condiciones de penetrar en las técnicas, en las innumerables alquimias; portadoras y sólo medios de una expresión final”, agregó Taverna en otro tramo de su discurso.
Palais de Glace
Hizo referencia más adelante a la personalidad de Centurión, que llegó a ser miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, sitial que ocupan unos pocos. “Pero ello no le enorgulleció como tampoco cuando recibió el gran premio de honor y medalla de oro en la Exposición Internacional de París, en 1937. Por encima de todo, más allá de la vanidad y de la fama, Centurión fue feliz enseñando. Enseñando a vivir en el arte, a través de su obra que no desdeñó temas ni escuelas; enseñando a penetrar en las técnicas desde su taller, desde su cátedra- a varias generaciones de argentinos”, finalizó.
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