Juan León Pallière: el color de la vida en la pampa del siglo XIX
La trayectoria del artista Pallière implica un viaje entre continentes y culturas. Desde su infancia en Río de Janeiro hasta su radicación en Argentina, trasladó la vida cotidiana en el campo en acuarelas, óleos y litografías. Logró una profunda conexión con el paisaje y las costumbres.
“Idilio criollo”, obra de 1861. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
La pintura de Juan León Palliere se entrelaza con la historia misma de la pintura del siglo XIX. Parte de un linaje artístico tanto del lado paterno como materno, Pallière respiraba arte desde la cuna. Su devenir en la plástica se desarrolló entre continentes. Creció en su ciudad natal, Río de Janeiro, hasta los siete años, momento en que su padre lo condujo a Francia. Allí, en 1836, inició sus estudios artísticos en el taller de François Edouard Picot, quien se especializaba en temas mitológicos, religiosos e históricos.
Museo Nacional de Bellas Artes
A partir de entonces, la vida de Pallière fue un viaje incesante. Tras una breve parada en Río de Janeiro en 1848, recaló en Buenos Aires, donde se matriculó en la Academia de Bellas Artes. Un año después, una beca lo llevó a Roma, donde sus pinceles se empaparon del arte europeo. Su periplo formativo se extendió hasta 1855, cuando se radicó en Argentina.
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Roberto Amigo sostiene que durante los cinco años de permanencia en Europa, “Pallière recorrió no sólo Italia y Francia sino también los límites del grand-tour mediterráneo, tan caro a los artistas viajeros y eruditos románticos: España y Marruecos, es decir sociedades y paisajes obligados para el pintor orientalista; este espíritu viajero perdurará luego en su larga permanencia americana”.
Museo Nacional de Bellas Artes
En la década siguiente, Pallière no cejó en su afán de explorar. Sus pinceles recorrieron varias provincias argentinas, Chile, Brasil y Uruguay antes de emprender el retorno a Francia en 1866. En sus obras trabajó sobre la vida cotidiana, plasmada con maestría en acuarelas, óleos, litografías y dibujos. Una de sus piezas más emblemáticas es “Idilio criollo”, patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
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En su paso por Argentina, plasmó en sus pinturas personajes y costumbres del país. Realizó dibujos, acuarelas, óleos y litografías. Realizó el “Álbum Palliere. Escenas americanas”, donde se reproducen obras pictóricas de su autoría inspiradas en temas argentinos, uruguayos, brasileños y chilenos. Datos mencionados en la página web de la Colección Fortabat indican que “Las litografías de Palliüre fueron el único medio que los argentinos tenían a su alcance para conocer su país; incluso tuvieron importancia documental, como cuando el artista registró la ciudad de Mendoza antes de su destrucción parcial a causa de un terremoto”. Su partida final llegó en la ciudad de Lorris el 12 de febrero de 1887.
Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Orden
En 1947, parte de la producción pictórica de este artista decimonónico pudieron ser observadas de primera mano por los santafesinos, en el marco de una exposición de litografías y grabados realizada en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo y que incluyó a otros creadores. De eso dejó constancia El Orden, en su edición del 4 de agosto de 1947. “Carácter documental poseen todas las litografías de Juan León Palliere, nueve láminas, a cual de ellas más valiosas, aun cuando poseen mayor prestancia y belleza ‘La galera’, ‘Santiagueñas tejiendo’, ‘El asado’, ‘Carreras en el campo’, ‘La parada en la pampa’, ‘Posta’ motivo santafesino y la nota idílica ‘Un nido en la pampa’”, indica el medio santafesino.
Zurbarán
Miradas
Marta Penhos, en un artículo publicado en el portal del Museo Nacional de Bellas Artes, describe a Palliere como un “observador agudo de un país en formación, parece haber encontrado en la vertiente del costumbrismo una respuesta al desafío de representar visualmente las notas peculiares de la pampa, escenario favorito de sus obras. En varias litografías del Álbum Pallière la mostró como una línea horizontal que parte la lámina en dos, un molde compositivo que se repite con escasas variantes: por debajo se ubica la escena, por encima una amplia porción de cielo. La horizontalidad del planteo apenas se rompe con un rancho a la sombra de un ombú en la lejanía, o el tronco y la floración de un maguey, que se recortan contra el cielo”.
Museo Nacional de Bellas Artes
Roberto Amigo, por su parte, señala que la figura de León Pallière ocupa un lugar central en el relato de la historia del arte argentino. “A diferencia de Monvoisin y Gauthier que no favorecieron con su obra el desarrollo del arte local por lo breve de la permanencia en el territorio nacional, Pallière incidió con su obra en la consolidación del género pictórico del costumbrismo rural con sus casi once años de estadía, entre 1855 y 1866”, expresó.
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