Enrique de Larrañaga: el pintor del circo y el carnaval
Nacido en 1903, mostró una singular maestría para retratar motivos circenses y relacionados al carnaval. También buscó inspiración en las barriadas. Su vínculo con el primer peronismo lo sumió en el olvido después de 1955, a pesar de haber sido elogiado por críticos destacados.
“Entre telones” y “Payasos”, obras de Enrique de Larrañaga. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes / Arte de la Argentina
Enrique de Larrañaga, un pintor argentino nacido en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires, en el año 1903 y fallecido en Buenos Aires en julio de 1956, fue reconocido por el público y la crítica tanto por su destreza técnica como por sus representaciones del mundo del circo y del carnaval.
Larrañaga inició su formación en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde accedió a maestros como Fernando Fader y Cesáreo Bernaldo de Quirós, que influyeron en su primera etapa artística, centrada en paisajes de las sierras de Córdoba.
Mutual Art
A mediados de la década de 1920, al igual que muchos pintores en formación de esa época, viajó a Europa. Recorrió España y tomó contacto con el maestro José Gutiérrez Solana, artista adscripto al movimiento expresionista, que había sido influido por el tenebrismo barroco y reflejó el lado más oscuro, la miseria y desolación de la España de su tiempo.
Los años que pasó de Larrañaga en el Viejo Continente enriquecieron su perspectiva artística y su entrenamiento, que desarrolló en sus representaciones del paisaje urbano de pueblos españoles.
Museo Castagnino Mar del Plata
De vuelta en Argentina a principios de los años ‘30, comenzó a participar activamente en exposiciones y ganó varios premios que ayudaron a consolidar su prestigio en la escena artística. Fue por estos años cuando el museo santafesino Rosa Galisteo adquirió un óleo de su autoría (titulado “Puerta cerrada”), según consta en la edición del diario El Orden del domingo 8 de noviembre de 1931.
Su posterior incursión en el primer peronismo, proveniente del radicalismo, derivó en su llegada al cargo de director de la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”. Pero también le generó problemas tras la Revolución Libertadora de 1955. Esa filiación política derivó en el olvido de su obra en las décadas posteriores, más allá de que había sido elogiado tanto por José León Pagano como por Emilio Pettoruti.
Museo Rosa Galisteo
Frecuente buscador de motivos de inspiración en las barriadas populares, Larrañaga también conoció a figuras del arte como Leopoldo Marechal, Hugo del Carril, Antonio Berni, Enrique Santos Discépolo, Alfonsina Storni, Raquel Forner y Juan de Dios Filiberto.
Sus temáticas preferidas
Laura Feinsilber, en un artículo publicado por el portal de Ámbito, destaca la fijación de Larrañaga como el pintor de los “payasos”, una temática que también exploró Picasso en distintos períodos. El crítico Eiriz Maglione, en 1957, elogió su pintura barroca y complicada, destacando la preferencia del artista por la figura sobre el paisaje.
Museo Nacional de Bellas Artes
En el catálogo del 65 Salón Nacional de Artes Plásticas, citado en el diario Tiempo Argentino en un artículo firmado por Ivana Romero en enero de 2014, se pone acento en la amistad del pintor con los desposeídos para el desarrollo de sus obras. “Compartió en bodegones de mala reputación mesas verdaderamente comprometedoras. Amigo de taberneros y malandrines, lo fue también de toda esa faramalla de gente anónima que se mueve en torno de boxeadores de renombre y de futbolistas de nota”.
El profesor Arquitecto Alberto Petrina subraya la inspiración criolla y española en la obra de Larrañaga, señalando su desviación de la vertiente francesa que muchos de sus contemporáneos adoptaron. Larrañaga forjó su propio camino, nutriéndose de influencias tanto criollas como españolas para desarrollar un arte con un perfil inconfundible.
Infociudad
El portal del Museo de Bellas Artes de la Nación lo describe de la siguiente manera: “fue un artista reconocido en su tiempo por el gran público y la crítica por sus asuntos de circo y carnaval, pero además fue uno de los retratistas más sólidos de su generación”. Su obra merece ser recordada.
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