Comentar sobre arte nunca es exacto. Todo comentario es parcial y subjetivo. No obstante, una obra de arte es la suma de lo que propone un artista principalmente, más la cantidad de interpretaciones que, tomando estado público y con el paso del tiempo, van configurando un cuerpo teórico-crítico que acrecienta su valor y comprensión. Tal fue y es el rol que ha asumido la crítica profesional desde su inicio.
La obra que comentaré, se titula "Frutas". Su autora es Sor Josefa Díaz y Clusellas (1852 - 1917), una de las primeras artistas argentinas de la que se tenga registro que, a diferencia de la gran mayoría de nuestros pioneros, su obra no manifiesta influencias europeas.
La pintura mencionada es una de las piezas más preciadas del patrimonio que posee el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez. Es de mis favoritas: primero, por la época en que fue concebida (circa 1895) y lo que representa Sor Josefa (*2) para la historia del arte Santafesino particularmente y la Escuela Argentina de Pintura en general. En segundo lugar, por su jerarquía y valor intrínseco como obra maestra. Tercero, porque reúne varios niveles de lecturas - que describimos en la nota anterior (*3) - haciendo de esta pintura, un claro ejemplo de todo lo que puede contarnos una obra de arte.
"Frutas" c. 1895, óleo sobre tela 71 x 51.5.- Colección Museo Rosa Galisteo
Para comenzar, dividiré momentáneamente, el análisis sintáctico del análisis semántico. El primero se ocupa de la estructura y leyes de composición que intervienen en la organización visual. El segundo, estudia el significado de la obra, observando los elementos que la componen como signos de una representación simbólica.
Figura 1: sintaxis de la composición.
La sintaxis compositiva (figura 1) es simple: la obra se organiza en torno a un punto central dominante (círculo amarillo) y un eje de simetría vertical (línea verde). Para la academia de bellas artes, el centro - determinado por el cruce de las diagonales - era el punto perceptual más importante en una pintura. La ocupación del mismo con exacta precisión, infiere la búsqueda de equilibrio visual y otorgar poder simbólico al elemento que lo ocupa.
Figura 2: elementos de la composición.
El eje de simetría organiza el espacio visual y sobre el mismo se ubican los elementos más relevantes (figura 2): la mesa, la copa o frutera, el durazno (centro dominante), la hoja de parra y en segundo plano, el árbol, levemente desplazado a la derecha de dicho eje.
Figura 3: planos de la composición.
La pintura presenta tres planos de profundidad (figura 3): el primero (conjunto de frutas) se inscribe en un triángulo equilátero y está perfectamente ubicado sobre el eje de simetría. El segundo, como ya vimos, es el árbol. Y el tercero, es el fondo de la escena representada propiamente (cielo, plantas, tapial).
El orden visual obedece a los principios del academicismo donde la geometría fue un recurso esencial para expresar la belleza.
Para el análisis semántico, me detendré en los dos planos principales.
El primer plano nos muestra una mesa repleta de frutas. No es la clásica composición de una "naturaleza muerta" (obra de género) puesto que aquí se presenta en una escena al aire libre (un "jardín"). Es un banquete ofrecido sobre una mesa blanca, a modo de altar, que contrasta con los colores cálidos del plano principal y los colores fríos del plano de fondo.
El banquete es una celebración, la mesa es el lugar de encuentro y representa la "dimensión horizontal" de la existencia (figura 4). Estamos en presencia de un "banquete terrenal" al que somos invitados (nótese, el sutil detalle en la parte inferior de la mesa-altar, que se recorta oblicuamente en sus extremos, para "salirse" de la obra convocando al espectador).
Figura 4: la mesa (altar) " dimensión horizontal" (terrenal).
Sor Josefa, que optó por una "vida consagrada", conoce sobre símbolos religiosos. Si quisiera presentarnos un "banquete celestial", apelaría a la presencia de algunos signos inequívocos como observamos, por ejemplo, en la obra de J. Brueghel I y H. Van Balen. Ángeles y querubines rodean a Cibeles, la diosa de la Tierra y la Naturaleza, mientras otros arman la guirnalda de frutas y flores como alabanza a la fertilidad y la abundancia.
"Guirnalda de frutas que rodea una representación de Cibeles" 1620.- Jan Brueghel I y Hendrik Van Balen. Museo Mauritshuis, La Haya. Bélgica.
A cambio, Sor Josefa para simbolizar el "jardín", incorpora en segundo plano, la presencia de un árbol sobre el que se apoya visualmente el primero. Es el árbol "guardián", debajo del cual, se cobijan los frutos. Se trata del "árbol de la vida", protector de lo creado. Los frutos, signos de abundancia, representan la plenitud de la creación. Y basta un tronco corpulento para lograr representar la "dimensión vertical" (celestial) presente en nuestra existencia (figura 5).
Figura 5: el árbol como "dimensión vertical" (celestial).
Podría citar una larga lista de ejemplos donde el árbol es recurrentemente utilizado en la iconografía cristiana. En oportunidad de mi último viaje pude relevar el púlpito de la Catedral San Bavón (Gante, Bélgica) donde se aprecia el simbólico árbol que constituye la obra, al tiempo que sostiene estructural y visualmente el monumental conjunto escultórico.
Detalles del púlpito. Obra de L. Dervaux en 1745. Catedral de San Bavón, Gante (Bélgica).
Conjunto escultórico, púlpito en mármol de Carrara y roble de Dinamarca. Catedral de San Bavón (Bélgica).
Observamos hasta aquí, como los elementos de la composición, son signos dispuestos para comunicar una realidad espiritual más elevada: los "frutos" que simbolizan la Creación, son ofrecidos sobre una "mesa" que representa el altar como signo de celebración, encuentro y rito de comunión. Es de día, la "luz del amanecer" (presencia Divina) llega como un manto sobre el "jardín" (modelo simbólico del arquetípico paraíso), donde se encuentra el "árbol de la vida" que representa el eje espiritual que une el cielo con la tierra (otro símbolo de la presencia Divina).
Al reunir en una mirada los dos análisis (sintáctico y semántico), se deduce con claridad, el orden de jerarquía que la artista confiere a los elementos que componen la obra. El factor determinante es la posición que cada uno de ellos ocupa dentro de la organización espacial. Luego, en segundo orden de importancia, observamos el tamaño, la proporción y el tratamiento dado a los mismos.
Así tenemos que, la fruta ubicada en el centro, es el elemento de máxima atracción visual y de mayor poder simbólico. Le sigue el conjunto de frutos sobre la "mesa", que definen el primer plano, en notable composición triangular. Este abundante agrupamiento de frutas, ocupa la mayor parte del espacio pictórico impregnando de colores cálidos la obra. Luego y en tercer orden de importancia perceptual, tenemos el "árbol" del que solo vemos un robusto tronco - fundamental en la concepción simbólica de la obra - que "sostiene" visualmente la configuración del primer plano. Por último, tenemos el "jardín", que se materializa como telón de fondo (fragmentos de cielo y plantas). Es un plano resuelto con colores fríos celebrando por contraste (cálido-frío), el motivo principal que son los frutos. Pero también decimos jardín, al aura o atmósfera creada por la artista que se percibe sensible e inteligiblemente al recomponer la totalidad de la obra en una única mirada.
"Frutas" c 1895 Obra completa con su marco original
¿Por qué hablamos de un "banquete terrenal" habiendo observado tantos signos y símbolos religiosos?. Por un detalle fundamental: la pieza que ocupa el centro, llave de acceso para comprender la metáfora que encierra la obra.
El poder perceptual y simbólico del centro es ineludible. El elemento que domina la obra, define el sentido narrativo de la misma. La ocupación del centro hace del "durazno" la nota principal de la composición y en su lectura simbólica, se transforma en el "fruto del deseo" (el "Eros" como señal de atracción sensual y de fertilidad).
Figura 6: el "durazno" fruto del deseo.
En la "mesa-altar" que propone Sor Josefa, no vamos al encuentro con Dios sino al encuentro con los placeres de la vida. "Eros" representa el deseo sensual, la atracción, el amor y también la fertilidad. Dijimos que la jerarquía de un elemento está dado por su ubicación pero también por el tratamiento y en este caso, el "eros", se ve reforzado por la exacta posición vertical del durazno, la calidez del tratamiento con que se representa y el efecto de luz y sombra recibido, notoriamente más pronunciado que en cualquier otro elemento de la pintura (figura 6).
Pero en la narrativa de la obra, "eros" opera como idea de procreación. El "fruto del deseo" es fruto de nacimiento, origen, vida y se materializa en la hoja de parra - símbolo de fecundidad - perfectamente ubicada en el vértice superior de la composición triangular, sobre el eje de simetría y por encima del "durazno" (figura 7).
Figura 7: la hoja de parra símbolo de fecundidad.
Como ya dijimos, las frutas del banquete simbolizan la abundancia, la prosperidad, la plenitud y se utilizan también, para transmitir ciertas alegorías como: las estaciones, el paso del tiempo o la fugacidad del placer. Son los frutos de la Creación ofrecidos en un banquete como celebración de la vida en la tierra. El mundo y las cosas del mundo son para el disfrute y el gozo, conformes a un orden sagrado (dimensión vertical) manifiesta en toda la obra: eje de simetría, composición triangular ascendente, el árbol y no es casual el formato vertical de la pintura propuesto por la artista.
Sor Josefa sabe todo lo que debe saber sobre signos y símbolos religiosos, especialmente sobre iconografía cristiana. Nos entrega una obra en clave simbólica como perfecta metáfora de los placeres del mundo. Es una celebración de la vida y los placeres de la misma, servidos sobre un manto blanco como símbolo de pureza. No vemos señales pecaminosas - la "manzana" (tentación) - que desvirtúen la idea o complejicen el mensaje.
La pintura connota la grandeza de la Creación por lo creado.
Estamos frente a una verdadera obra maestra donde, por el conocimiento de lo sensible ascendemos al conocimiento de lo espiritual.
(*1) Oficialmente el apellido aparece escrito como "Clucellas" pero he verificado en sus obras y Sor Josefa firmaba: Clusellas. Por lo tanto, he optado por esta última alternativa.
(*2) Josefa Díaz (Santa Fe, 13 de abril de 1852 - Villa del Rosario, 24 de septiembre de 1917). Es considerada la primera pintora con firma del continente. Más información en este link.
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.