Se formó con Antonio Berni y trazó con el pincel la Tilcara de su infancia
Se lo reconoce como “el pintor de la Quebrada de Humahuaca”. Los colores, los paisajes y las criaturas de Jujuy fueron el leitmotiv de su obra. Falleció en 1976. Según la especialista Ivana Sicolo, “asumió vitalmente la herencia indígena que circulaba por sus venas”.
Una de las obras de Pantoja, fuertemente anclada en el noroeste argentino. Foto: Museo Medardo Pantoja
A Medardo Pantoja, nacido el 8 de junio de 1906 en Tilcara, se lo recuerda con un apodo que le hace justicia si se lo coloca bajo la luz de su obra: “el pintor de la Quebrada de Humahuaca”. Es que los paisajes tan característicos del altiplano jujeño, geografía de su infancia, fueron el alma misma de su obra, a pesar de que las vueltas de la vida lo llevaron a vivir durante muchos años lejos de ellos.
Museo Medardo Pantoja
Cuando era todavía muy joven, Pantoja se vio obligado a abandonar su terruño, el mismo en el cual había comenzado sus coqueteos con el arte, cuando dibujaba en las piedras a la salida de la escuela. El poeta y periodista Jorge Calvetti explica los motivos que derivaron en la abrupta separación de Pantoja de su entorno natural. Al parecer, Medardo, junto con un grupo de compañeros provocaron un incendio sin intención. El damnificado exigió una reparación y debido a la imposibilidad de pagar, el joven y su padre debieron irse del pueblo para evitar consecuencias.
Arte de la Argentina
Años después, cuando ya estaba enfocado en su vocación de Pantoja se trasladó a Rosario; donde aprendió con Antonio Berni en la Mutualidad de Artistas y Estudiantes de Bellas Artes. Para poder sobrevivir, tuvo que aceptar un trabajo de bombero. El mismo Pantoja señalaba la ironía: “Yo, que tuve que irme de Tilcara por un incendio, me gané la vida en Rosario por combatir el fuego”. Aunque en realidad, su corazón nunca se fue de Tilcara, tal como atestiguan sus trabajos, enfocados en indígenas, escenas y paisajes del norte.
Museo Medardo Pantoja
Tras estudiar con Berni, Medardo le dio continuidad a su formación en Buenos Aires, bajo la guía de Lino Enea Spilimbergo, a quien esta sección le ha dedicado amplio espacio. Finalmente, ya de regreso en Jujuy, trabajó como maestro de dibujo en una escuela primaria, fue director de la Escuela de Artes Plásticas y profesor en la Facultad de Arte de San Miguel de Tucumán. Murió el 7 de febrero de 1976 en San Salvador de Jujuy, pero sus restos descansan en aquella tierra que amó, Tilcara.
Museo Medardo Pantoja
Asumir la herencia indígena
Según el Archivo de Antropología Visual, la circunstancia de haber nacido en la quebrada de Humahuaca fue un hecho determinante del rumbo que asumió su pintura. “Su arte se enlaza tanto a las influencias de los maestros argentinos como en las de los mexicanos en la concurrencia de elementos conceptuales, temáticos y técnicos”, se indica allí.
Museo Medardo Pantoja
La especialista Ivana Sicolo lo describe como “un artista que asumió vitalmente la herencia indígena que circulaba por sus venas y que realizó una labor fecunda por el arte, recibiendo numerosas distinciones tanto en Argentina como en el extranjero”. Destaca, a su vez, la vertiente americanista de su propuesta estética, influenciada por los muralistas mexicanos y la preocupación por el hombre y su medio ambiente.
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Según el medio digital jujeño Intuiciones, arte y cultura en Jujuy, la médula de los grandes artistas tiene que ver con la inauguración de una visión del mundo. “En el caso de Pantoja, si es cierto que tuvo la sensibilidad suficiente como para embeberse del entorno, también lo es el hecho de que la realidad, desde su paleta en adelante, adquiere tonalidades y expresiones que se le adeudan. Su discurso plástico hizo a la forma en que nos vemos. Sus personajes, por otra parte, gozan de una actualidad sorprendente. La Quebrada ha cambiado en las últimas décadas, y su gente con ella, pero hay miradas y expresiones, posturas que aún podemos reconocer en sus telas”.
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Amor planteado en la tela
Una búsqueda en el Archivo de Diario El Litoral permitió hallar una referencia a Pantoja, consistente en una reseña firmada por Rafael Quesada, publicada el domingo 16 de julio de 1978 con motivo de una muestra dedicada al artista en Ia Galería Aleph de la ciudad de Buenos Aires. “Oriundo de Tilcara, en plena Quebrada de Humahuaca, donde estalla el color de la montaña, necesariamente, ese lugar, ese ambiente, esa especial atmósfera jujeña está presente en su obra”, señala Quesada. Y cita luego a Calvetti, quien pone de manifiesto respecto a Pantoja su visión, que simula ingenua pero que se revela profunda y apasionada, de la realidad que lo circunda. “De allí se desprende el profundo amor que pone en sus criaturas, como en el retrato de “La negra”, por la seguridad con que puede afirmarse ante sí mismo, que ésa es la esencia del ser que fue naciendo en el encuentro alborotado y misterioso de la tela y sus pinceles”, cierra Quesada.
Museo Medardo Pantoja
El escritor Germán Choquevilca dedicó unas palabras a Pantoja: “Dos vicuñas uncidas a tu carro, van rompiendo el azul del firmamento. Y un cortejo de pájaros azules, parte en dos la curva del silencio. Una patria sin límites te espera, el paisaje total del universo”. Lo cierto es que las criaturas y los paisajes de Pantoja no tienen, como dice Quesada, una latitud que las contenga. Pertenecen a todos por igual.
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