Benjamín Franklin Rawson fue un artista clave en el desarrollo del arte argentino del siglo XIX. Nacido en San Juan, se dedicó a la pintura histórica, a la ejecución de retratos y en menor medida a las escenas costumbristas.
El pintor sanjuanino pintó figuras políticas y escenas históricas del siglo XIX. Su obra, de enorme valor documental y artístico, es un testimonio visual de un país en construcción.
Benjamín Franklin Rawson fue un artista clave en el desarrollo del arte argentino del siglo XIX. Nacido en San Juan, se dedicó a la pintura histórica, a la ejecución de retratos y en menor medida a las escenas costumbristas.
Su obra pictórica es un eco de la historia, las costumbres y los paisajes de su época. En este sentido, fue un talentoso testigo visual de una Argentina en formación, que reflejó personajes y acontecimientos que marcaron el destino de la nación.
Como señala Virginia Agote: "la pintura de género histórico fue resuelta por Rawson manejando los diferentes niveles de alegoría y verosimilitud, como eficiente artefacto de comunicación de contenidos socio-políticos".
La formación de Rawson estuvo direccionada por la corriente academicista europea, predominante en la enseñanza artística de la época.
Sus maestros fueron Fernando García del Molino y luego en Santiago de Chile Raymond Quinsac Monvoisin, "ya integrado al círculo formado alrededor de Domingo Faustino Sarmiento", según indica Roberto Amigo.
Nora Campbell recuerda que el futuro pintor "fue alumno de Sarmiento en cultura general". Y agrega que el prócer observó sus condiciones vocacionales pictóricas y supo alentarlas.
Rawson se especializó en retratos, sobre todo al óleo, de personalidades de la política y la sociedad argentina. En ellos, mostró tanto la apariencia de los modelos, como detalles de su personalidad y estatus social.
Políticos, militares y figuras de la cultura fueron inmortalizados por su pincel. Estos trabajos -según la mencionada Virginia Agote- van mucho más allá de la simple imagen representativa.
"Sugieren los sutiles modos de relación entre los miembros de las familias retratadas, el valor de la mirada en tanto comunicación puramente visual, las descripciones de objetos como portadores simbólicos de época, clase, sensibilidad", asegura la especialista.
Vanesa Téllez destaca su capacidad para "mostrar el mundo sobre un lienzo y en colores, sacar tantas emociones apeñuscadas y prestárselas para siempre a sus personajes".
Otra vertiente significativa de la obra de Rawson son las escenas históricas. Representó episodios del devenir argentino con la premisa de exaltar el heroísmo y el sacrificio de sus protagonistas. Estas pinturas colaboraron en la construcción de una memoria visual de la nación en ciernes.
"Tomó de la historia contemporánea el material necesario para muchas de sus composiciones, como ‘El paso de los Andes’ y ‘La despedida del recluta de la Guerra del Paraguay’", señala al respecto el portal Arte de la Argentina.
Paisaje y vida cotidiana también ocuparon parte de su producción. Sus pinturas de San Juan permiten observar la arquitectura colonial, las costumbres locales y los paisajes áridos de la región.
Alberto Sánchez Maratta sostiene en este sentido que Rawson, "desde su modesta provincia construyó algunos espacios sin otro recurso que la visualidad, imágenes que nos vienen a interpelar en la sala silenciosa del museo".
Entre las obras más destacadas del autor se puede mencionar el "Retrato de Domingo Faustino Sarmiento". En esta pintura, Rawson fue capaz de mostrar la determinación y la inteligencia del futuro presidente de los argentinos.
Otro trabajo en enorme gravitación es el "Retrato de Cirilo Sarmiento y su familia", óleo sobre tela de 1845. El cuadro incluye cuatro figuras: los adultos sentados en sillas, según el uso de ese tiempo y los niños están de pie junto a ellos.
También son dignos de admiración su "Autorretrato", de 1838, "Repartiendo pan en la Cordillera", "Asesinato de Maza" y "La huída del malón". Entre las escenas costumbristas, es de destacar "La cometa".
El "Retrato de Eduardo Lahitte Uribelarrea", propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes, lo ubica como un artista solicitado para los retratos de niños "en clara competencia con los fotográficos", según Roberto Amigo.
Rawson falleció un día como hoy, 14 de marzo, de 1871. Sus pinturas forman parte de colecciones públicas y privadas, y son valoradas por su calidad artística y por su relevancia histórica.
Como indica Catalina Valdes Echenique, la obra de Rawson "articula varios ejes a la vez: un eje temporal que va del periodo colonial al republicano y uno geopolítico, que vincula por un lado a ambos costados de los Andes meridionales y por otro, a la provincia de San Juan con Buenos Aires. Se propone por ello como un interesante caso de convivencia de estilos y referencias artísticas".
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