Fue uno de los grandes coloristas del siglo XX. Puso su arte al servicio de sus emociones y visiones. Sus obras, inspiradas tanto en su herencia cultural como en las vanguardias, son ejemplos de belleza y profundidad.
“El vendedor de ganado”, de Chagall. Foto: Centre Pompidou
Marc Chagall nació el 6 de julio de 1887, hace 137 años, en Vitebsk, Bielorrusia, bajo el nombre de Moïche Zakharovitch Chagalov. Con elementos de distintas corrientes estéticas, desarrolló un estilo propio, muy reconocible. Pinturas surgidas de su imaginación, como “El paseo”, cuentan historias pero también muestran estados de ánimo y momentos de revelación. Es que Chagall era una especie de “narrador de sueños”, un buscador que buscó su inspiración en la identidad cultural, el amor, la vida y la muerte. Según el portal del museo Thyssen-Bornemisza: “combinó ciertos elementos de la vanguardia cubista, del fauvismo y del orfismo de Robert Delaunay para crear un estilo personal e inclasificable”.
Galería Tretyakov Moscú
Su técnica de superposición de figuras y colores da pie a una sensación de movimiento perpetuo, como si las escenas estuvieran siempre en transformación. Sus cielos azules, salpicados de estrellas y lunas, son portales hacia un “cosmos interior” donde los sentimientos se expresan sin palabras. Borja Martínez en El Independiente indica que “es el pintor onírico, que cautiva el ojo con sus colores, con sus entrañables animales antropomorfos, sus hombres voladores y sus pueblos de cuento para niños”. Aunque marca un matiz: por décadas los sueños de Chagall fueron también pesadillas, y su paleta sirvió para representar “el fuego y la oscuridad que asolaban a la humanidad”.
MoMa Nueva York
Sueños
Los cuadros de Chagall transmiten una sensación de “atmósfera onírica”. En obras como “Gallo rojo en la noche” o “El cumpleaños”, donde los animales vuelan y los colores se enlazan en una danza etérea, el autor juega con las reglas de la percepción. Buscó material para sus trabajos en la dualidad entre la vida y la muerte, en su serie de pinturas sobre el techo de la Ópera de París, donde figuras celestiales y terrenales se reúnen y hay un ir y venir constante entre lo mundano y lo divino. Tanto, que el escritor Henry Miller lo denominó una vez “poeta con alas de pintor”.
Museo Ruso Málaga
Identidad
Su judaísmo permeó su obra. Luis Morgenstern Korenblit lo señala: “le dio a la sombría vida de los judíos jasídicos los ‘tonos románticos de un mundo encantado’. Fue combinando los aspectos del modernismo con su lenguaje artístico único, que logró captar la atención de críticos y coleccionistas de toda Europa. En general, fue su infancia viviendo en una ciudad de provincias bielorrusa lo que le proporcionó una fuente continua de estímulos imaginativos. ‘El violinista en el techo’, por ejemplo, combina un ambiente de pueblo campechano con un violinista como una forma de mostrar el amor por la música como algo importante para el espíritu judío”.
Guggenheim
Como indica Ana Echeverría Arístegui en La Vanguardia: “Los personajes de Chagall flotan para elevarse sobre el horror, pero sin ignorarlo. Su obra no es una evasión, sino una apología consciente de la alegría, del lirismo y de la paz como armas políticas. Sus profetas melancólicos, sus ángeles caídos, sus Cristos crucificados son advertencias contra el totalitarismo, la violencia gratuita y la discriminación”.
Archivo
Pasión por el color
Murió a la edad de 97 años y está enterrado en el pueblo de Saint-Paul de Vence, cerca de Niza, junto a su esposa Valentina Bródskaya (Vava) y su cuñado. Sus cuadros se llegaron a vender por cifras monumentales, del orden de los 6 millones de dólares.
Archivo
Gisela Asmundo, en “El ojo del arte”, lo menciona como uno de los grandes coloristas del siglo XX. “Su pasión por el color y su originalidad radica en la síntesis personal de diferentes influencias: el decorativismo multicolor del arte popular ruso, la iconografía de la Iglesia Ortodoxa, la tradición artística judía, y lo que absorbe al trasladarse a París y entrar en contacto con la vanguardia de la época. La paleta tenue de sus primeras pinturas dieron paso a pasajes de colores fuertes y puros inspirados en el encendido cromatismo de la época y las expresiones vibrantes de pintores fauvistas como Matisse y Gauguin. Sus obras poseen una increíble proliferación de colores exaltados, Chagall poseía la gran maestría de entender el manejo del color y sus combinaciones, y gustaba de comprender el significado intrínseco del mismo, con un marcado aspecto emocional y místico característico de su obra”, expresó.
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