Jean Dubuffet: el rebelde que encontró la belleza en lo cotidiano
Con su concepto de "Art Brut", el pintor y escultor francés nacido un 31 de julio de 1901 rompió con las normas artísticas. Gestó el Art Brut, un movimiento que celebra la creatividad sin influencias externas.
“Cyclist with Five Cows”, de Dubuffet julio de 1943. Foto: MoMa
“Lo que me interesa son las producciones artísticas de las personas ajenas a los medios especializados y elaboradas al margen de cualquier influencia, en forma totalmente espontánea e inmediata”. Lo expresó Jean Dubuffet en 1967, un artista francés célebre por su actitud rebelde hacia los convencionalismos artísticos y su concepto de “Art Brut”, que abarca a las obras producidas por individuos ajenos al mundo del arte institucionalizado.
La vida y la producción de este creador, que nació un día como hoy, 31 de julio, de 1901, estuvieron marcadas por la búsqueda de autenticidad y la firme oposición a las normas establecidas. Nacido en una familia de comerciantes de vinos, a los 15 años, se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de El Havre, pero su inquietud lo llevó a trasladarse a París para estudiar en la Académie Julian. Desencantado con la enseñanza académica, abandonó sus estudios después de seis meses y optó por un camino autodidacta que en el futuro moldearía su estilo.
Moma
Durante la década de 1930, se alejó del arte para dedicarse al negocio familiar. Pero su inclinación hacia la pintura resurgió en 1942. Este período fue crucial para su desarrollo artístico, en la medida en que comenzó a explorar nuevas formas de expresión y materiales. Tras la Segunda Guerra Mundial, se interesó por la expresión plástica de personas con enfermedades mentales, desarrollando el concepto de "Art Brut" o "Arte en bruto". Según Dubuffet, este tipo de arte era creado por personas sin formación artística, que se expresaban de manera pura y auténtica, sin influencias externas. Esta mirada lo llevó a fundar la Compañía del Arte Bruto en París en 1948, junto a artistas como Joan Miró, Antonin Artaud y Michel Leiris.
Al respecto, Mikel Quetglas sostiene que “la obra artística de Jean Dubuffet, como la de cualquiera que se anime a desarrollarla, representa una provocación y una transformación, ante todo para el autor en el momento en el que la está llevando a cabo. Una lucha constante entre un ‘yo’ convencional, condicionado, educado y bloqueado en su ingenio y su autenticidad y un ‘yo’ crítico que lucha por reinventarse, desprenderse y precipitarse más allá de los límites de lo ‘razonable’”.
Reina Sofía
En su búsqueda de inspiración fuera de los círculos artísticos tradicionales, Dubuffet realizó viajes al Sahara argelino entre 1947 y 1949. Estas experiencias reforzaron su convicción de que la autenticidad artística se encontraba en lo cotidiano y en lo que a menudo pasaba desapercibido. "No hace falta ir lejos a buscar rarezas, todo está ahí ante tus narices o en el suelo bajo tus pies", declaró.
Comunicar con la materia
Durante su estancia en Nueva York, comenzó a experimentar con materiales y técnicas innovadoras. Su serie "L´hourloupe", iniciada en 1962, es un ejemplo de su trabajo durante este período, caracterizada por trazos aleatorios y un uso limitado de colores. A lo largo de su carrera, continuó desafiando convenciones artísticas con series como “Crayonnages” y “Teatros de memoria”, en las que utilizó collages y técnicas mixtas. En sus últimas obras, como "Miras" y "No-Lugares", mantuvo su premisa de la vitalidad de lo ordinario.
Palazzo Franchetti
En efecto, de acuerdo a los datos que figuran en el portal del Museo Reina Sofía: Jean Dubuffet forma parte de la vanguardia europea de la segunda posguerra, “cuya obra cuestiona de forma radical los principios estéticos de la cultura occidental como respuesta a la pérdida de horizontes tras la Segunda Guerra Mundial. Dubuffet centra su campo de experimentación en la grafía liberada de toda regla y en la reivindicación de la materia como elemento comunicativo”.
Su rechazo a los principios de decoro y belleza clásica, junto con su celebración de la autenticidad y la vitalidad cotidiana, lo convirtieron en una figura central del arte contemporáneo. “Me gustaría que la gente viera mi trabajo como una recuperación de valores desdeñados y, no se equivoquen, como una obra de ferviente celebración”, afirmó.
Moma
Cuando murió, en mayo de 1985, Soledad Gallego García escribió en El País de España: “más conocido en Estados Unidos que en Francia, Dubuffet estaba considerado como uno de los genios del arte de la posguerra, un hombre disconforme que imprimió una nueva orientación a las artes plásticas”.
Viajero sin brújula
Para el especialista Miguel Calvo Santos, “su obra se puede considerar surrealista, pero Dubuffet es un artista bastante inclasificable. Quizás sí le fue fiel a la patafísica, corriente cultural paródica dedicada ‘al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones’. Siempre con un toque de buen humor, el suyo es un arte irónico, muy grotesco y ejecutado de forma ingenua”.
Palazzo Franchetti
Sophie Duplaix, en el texto curatorial de una muestra realizada en el Centro Pompidou de Málaga, lo menciona como un “artista prolífico que convirtió el no-saber en principio regulador de su singular creación, jalonada por conjuntos seriales de obras. La imagen del viajero sin brújula concuerda con un artista enemigo de las convenciones no solo pictóricas, también sociales. Las investigaciones con materiales sirven de hilo conductor para postular la centralidad de la materia en la obra, según una idea que el artista aquilata incesantemente”.
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