Horacio Juárez: un escultor entre el arte y la lucha social
Desde sus inicios humildes y su militancia política, hasta sus estudios en Europa y su carrera en Buenos Aires, Juárez dejó obras que no dejan de interpelar. Caracterizadas por un estilo figurativo que luego adquirió matices expresionistas.
“La calle”, relieve mural en yeso de Horacio Juárez, que muestra su compromiso social. Foto: Gentileza Museo Emilio Caraffa / Donación de Manuel Juárez
El domingo 25 de mayo de 1941, abrió el XVIII Salón Provincial de Bellas Artes. Participaron artistas ya encumbrados para entonces, como Antonio Berni, Raquel Forner, Gustavo Cochet, Raúl Veroni, Mario Gargatagli, Héctor Basaldúa y César Fernández Navarro, a quienes se ha hecho referencia en varias oportunidades en esta sección. Entre los escultores, estuvieron presentes con sus obras José Planas Casas, Miro Bardonek y el cordobés Horacio Juárez.
Museo Sívori
Juárez había nacido el 7 de febrero de 1901 en la provincia mediterránea y constituye una figura central en la historia de la escultura argentina. En el texto “La senda de los primitivos, Juárez y Taborda miran al pasado para construir el arte del futuro”, elaborado por Carolina Romano para la revista Avances de la Universidad Nacional de Córdoba, se hace referencia a datos biográficos de Juárez vinculados con una infancia marcada por las duras condiciones que impone la pobreza y el ingreso temprano al mundo laboral de fábricas y talleres, lo cual ocasionó que su formación inicial “deba más al tránsito por bibliotecas obreras y partidarias que a la educación formal”.
La misma fuente señala que, en su juventud, Juárez se afilió al Partido Comunista de Córdoba y que “su ingreso en la Academia en 1924 y su permanencia posterior estuvieron condicionados y posibilitados por ritmos laborales intensos, la responsabilidad de una familia a su cargo y un impulso indómito por el modelado”.
Museo Timoteo Navarro
Entre 1930 y 1933, Juárez obtuvo una beca provincial de escultura que le permitió recorrer Europa y nutrirse de las diversas corrientes artísticas que configuraban entonces el panorama en el Viejo Continente. Durante este lapso, estableció conexiones con artistas como Luis Waisman y Antonio Berni, con quienes compartió afinidades no sólo estéticas sino también ideológicas. Fue en este tiempo en el cual adoptó y adaptó influencias europeas que se reflejarían posteriormente en sus obras.
El regreso de Juárez a la Argentina marcó el inicio de una etapa prolífica en la que su producción artística generó debates encendidos entre artistas, críticos e intelectuales. Su obra, desafiante y polémica, tuvo la virtud de no dejar indiferente a nadie. Se desempeñó como Jefe de Escultura del Departamento de Arte de la Universidad de Tucumán. A fines de los años 30, se trasladó a Buenos Aires, donde residió la mayor parte de su vida, salvo breves períodos, hasta su muerte el 16 de noviembre de 1977.
Museo Caraffa / Revista Avances UNC
Uno de los hitos en la carrera del escultor fue la ejecución del monumento a Jerónimo Luis de Cabrera en Córdoba, inaugurado en 1955 en la plazoleta del fundador. Este proyecto, ganado por concurso, es uno de los ejemplos de su capacidad para representar figuras históricas a través de la escultura.
A lo largo de su carrera, Juárez ejerció la docencia en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y fue Jefe de Escultura del Departamento de Arte de la Universidad de Tucumán. En su taller particular, formó a artistas cordobeses, entre ellos Clara Ferrer y Horacio Suárez.
Museo Luis Perlotti
Características de su obra
Su obra se caracteriza por su estilo figurativo que, en sus últimos años, adquirió matices expresionistas. En sus esculturas abordó diversas materialidades, desde yeso a bronce. Además del Monumento a Cabrera en Córdoba, su producción también incluye el monumento al General San Martín en la Recoleta, el monumento a la Batalla de Tucumán en Tucumán y el Altar de La Patria en Campo de Mayo.
Archivo
Según datos vertidos en el portal Arteinformado, espacio iberoamericano de arte, Horacio Juárez es uno de esos escultores que durante la primera mitad del siglo pasado mantuvieron aún las líneas esenciales de la figuración, “por más que la entidad plástica se sometiera a deformaciones de la forma”. Luego, en la segunda mitad del siglo XX, se vieron influidos por “resoluciones formales provenientes del expresionismo abstracto norteamericano y el informalismo europeo”.
Entre diciembre de 2018 y marzo de 2019, se realizó en el Museo Caraffa de Córdoba la muestra “Mon cher Noir. Horacio Juárez en la colección del MEC”, cuya traducción al castellano sería “Mi querido negro”. La misma incluyó catálogos, periódicos, fotografías, reproducciones de obras ausentes y piezas artísticas, con la premisa de componer un recorrido que intentó “explorar, sin agotarla, una constelación de relaciones de bordes imprecisos a través de su potente figura”.
Museo Timoteo Navarro
“Así, la procedencia obrera de Juárez, sus inicios en la academia, el viaje europeo como becario, la militancia política, su consagración en los salones oficiales, su traslado a la capital porteña, son algunos de los eventos que permiten articular la escena plástica cordobesa de la primera mitad del siglo XX con desarrollos artísticos de escala nacional e internacional, indisociables a su vez de ciertos procesos políticos y sociales que los modulan”, señala un texto alusivo a la exposición, así titulada en homenaje a uno de los apelativos con que amigos y conocidos se dirigían a Juárez.
En un texto sobre esta actividad que publicó en 2019 el Diario La Voz del Interior, con la firma de Verónica Molas, se pone de relieve el valor artístico de las obras expuestas, que ponen de manifiesto la “intención siempre latente en el artista de no desligar de sus búsquedas estéticas sus convicciones políticas”. Y añade que, por su origen obrero y su pertenencia a las filas de la izquierda, Juárez fue llamado en la prensa el ‘artista proletario’”.
Museo Caraffa / Revista Avances UNC
Revisar su obra implica una valoración del artista como testigo comprometido de su tiempo y sus circunstancias, pero también la comprensión de que fue capaz de construir un puente entre las corrientes artísticas de Europa y las tradiciones nacionales. Sus trabajos (el que dude, que vea “Maternidad / El hijo muerto”) siguen interpelando.
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