Alfaro Siqueiros: el mexicano que hizo de los muros una voz colectiva
Combativo y visionario, David Alfaro Siqueiros pintó murales que denunciaron al fascismo y al silencio. Obras de su autoría, como “La nueva democracia” guardan relación con las luchas sociales actuales.
“Nueva democracia” es un mural realizado por Siqueiros entre 1944 y 1945.
Foto: Museo del Palacio de Bellas Artes
David Alfaro Siqueiros, una de las figuras principales del muralismo mexicano, falleció hace 51 años, el 6 de enero de 1974. Al igual que sus compatriotas Diego Rivera y José Clemente Orozco, mantuvo siempre encendido su compromiso con las causas sociales y políticas de su país.
La obra de Siqueiros tiene tres características bien definidas: monumentalidad, fuerza expresiva y carga ideológica. Convirtió sus obras en “gritos” que denunciaron la opresión y plantearon la necesidad de sostener el ideal de la justicia social. Hubo dos influencias decisivas que confluyeron en su labor: los movimientos vanguardistas europeos y su participación activa en la Revolución Mexicana. Así, el muralismo fue para él una herramienta para promover los cambios que, a su criterio, demandaba su pueblo.
Museo del Palacio de Bellas Artes
Cómo señala Regina Sienra, el enfoque revolucionario y las convicciones inquebrantables de Siqueiros inspiraron a artistas de todas las latitudes, desde el action painting de Jackson Pollock hasta el realismo social del argentino de Antonio Berni. “Con una pasión por la innovación tecnológica y un fuerte compromiso con el imaginario de los pueblos originarios de México, Siqueiros siempre hizo al espectador partícipe en la obra de arte”, agrega la especialista.
Mural icónico
Uno de sus trabajos más emblemáticos es “La nueva democracia”, que pone de relieve sus búsquedas. El mural, que está ubicado en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, representa el triunfo del pueblo sobre la opresión y la tiranía. En 1944, le solicitaron a Siqueiros un mural para el interior del Palacio de Bellas Artes. Pintó “México por la democracia y la independencia”. Pero en 1945, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, pintó otros dos: “Víctimas de la guerra” y “Víctimas del fascismo”. Así quedó constituido el tríptico que se conoce, precisamente como “Nueva Democracia”.
En la obra ubicada en el centro, una figura femenina rompe las cadenas que la tiene atrapada, lo cual simboliza a un México liberado de sus ataduras. La modelo fue Angélica Arenal, esposa de Siqueiros. La maestría del artista hace que el personaje representado prácticamente cobre vida frente a los ojos del que mira. El trabajo, así, se integra a su narrativa de un México en constante pugna por su emancipación.
Museo del Palacio de Bellas Artes
Dinamismo y fuerza
Según consta en la página web del Museo del Palacio de Bellas artes, “el conjunto celebra el triunfo de la democracia sobre los sistemas totalitarios, a la vez que muestra la violencia y las consecuencias de la guerra sobre la población civil a través de la representación de cuerpos mutilados y torturados. Para dotar de dinamismo y fuerza expresiva a las obras, David Alfaro Siqueiros recurrió a la perspectiva poliangular y al uso de la piroxilina, compuesto industrial a base de celulosa”.
Hay un aspecto interesante que señala Fabiana Conejo en su artículo “Siqueiros: el muralismo como expresión de la Revolución”: “Detrás de la ‘Nueva democracia’ que porta un gorro frigio, emerge un tercer brazo, simulando movilidad y mostrando un puño fuertemente apretado que representa a un colectivo que lucha. Por otra parte, el hombre con casco nazi que yace vencido y con las manos ensangrentadas, representa las fuerzas contrarias a la democracia”.
Museo del Palacio de Bellas Artes
Como fuere, la obra sintetiza la esencia del muralismo desarrollado por Siqueiros: un arte que interpela desde la potencia visual y el mensaje político. A 51 años de su muerte, su obra sigue dialogando con quienes la observan y mantiene firme su exigencia de memoria y acción.
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