Lunes 21.10.2024
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El Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, en calle 4 de enero 1510, se erige como un faro centenario de la cultura santafesina. Con unas 2.800 piezas en su colección, este espacio se ocupa de poner al alcance del público todos los tesoros que resguarda, pero también tiene una intensa vida detrás de sus paredes, donde se llevan a cabo tareas que los visitantes raramente tienen la posibilidad de ver en vivo. ¿Cómo es el corazón del museo, ese mismo que late al ritmo del trabajo silencioso pero esencial que realizan los que integran el plantel?.
Carolina Blanc, del área administrativa, describió la importancia de la colección. “Los bienes culturales que resguarda el Museo Rosa Galisteo pertenecen a todos los santafesinos y ciudadanos del país. Una parte esencial es la gestión, conservación e inventario de las obras para el conocimiento de las generaciones futuras”. En efecto: detrás de cada exposición, existe un equipo que trabaja para asegurar que las obras estén preservadas de la manera adecuada. Este esfuerzo garantiza que el patrimonio cultural pueda soportar el paso del tiempo y estar en diálogo con la comunidad.
¿Cómo llegan las obras al museo?
María Gabriela Leiva Cullen, profesora de Bellas Artes y encargada del área patrimonial, explicó las diversas formas en que las obras llegan al museo. “El ingreso puede ser a través de adquisiciones, donaciones o como premios del Salón Anual, que el museo organiza hace más de 100 años”. Una vez que las obras ingresan, se les asigna un número de inventario, se toman medidas y se evalúa su estado de conservación. Luego, se almacenan en la reserva del museo, en parrillas o planeras, dependiendo de su tipo y tamaño.
Las "parrillas" y las "planeras" son dos sistemas de guardado que aseguran la preservación de las piezas. Las parrillas, diseñadas para cuadros enmarcados, permiten almacenar las obras de manera eficiente y segura. Por otro lado, las planeras son muebles con cajoneras donde se guardan obras en papel, como dibujos y grabados, para evitar que sufran daños. “Cada vez que una obra se presta a otro museo o se exhibe, pasa por el taller de restauración y conservación para verificar su estado y, si es necesario, hacer alguna reparación”, agregó Leiva Cullen.
Las esculturas que forman parte de la fachada del inmueble. Foto: Fernando NicolaEl montaje: un arte en sí mismo
Montar una exposición en el Museo Rosa Galisteo es un trabajo detallado y técnico, que pone en marcha una serie de habilidades por parte de los integrantes de la plantilla de trabajadores. Maximiliano Arnold, encargado del montaje, contó que unificaron el sistema de anclaje de las obras para que sea el mismo tanto en parrillas como en paredes, lo que facilita su manipulación y reduce el riesgo de daño. “Ahora, con un solo sistema de ganchos, podemos colgar las obras sin necesidad de cambiarlas cada vez, lo que nos permite ahorrar tiempo y preservar los marcos”, explicó.
Además, cada traslado de una obra dentro del museo se realiza con extremo cuidado. “Siempre trabajamos en equipo, usando guantes y medidas de seguridad para proteger tanto a las obras como al personal”, destacó.
La imagen corresponde a la "Noche de los museos", en la sección de la muestra "Registros de la Constitución. 30 años de la Reforma en Santa Fe", que organizó El Litoral junto al museo y la UNL. Foto: Matías PintoEl registro fotográfico
El museo resguarda obras físicas pero en forma simultánea lleva un registro digital de cada pieza. Rodrigo Stettler, del área de Comunicación, trabaja junto con el equipo de patrimonio para fotografiar las obras antes de que se guarden. Este registro digital permite que las piezas sean consultadas sin necesidad de acceder a la reserva. Esto facilita la investigación y la difusión, a través de catálogos y redes sociales.
“El proceso de fotografiar las obras permite encontrar detalles que no se ven a simple vista. Es como redescubrirlas”, comentó Stettler y recordó especialmente una pintura de Raquel Forner que lo impactó por la riqueza de sus detalles.
Aunque el público únicamente ve “la superficie” de lo que ocurre en el Museo Rosa Galisteo, el trabajo que se realiza detrás es fundamental para su funcionamiento: desde la conservación y el montaje hasta el registro y la restauración, cada tarea asegura que las obras puedan ser disfrutadas por las generaciones presentes y futuras.