Juan Manuel Fernández | [email protected]
A días de iniciarse la siembra aún no existe una estimación de la superficie a implantar. Resabios de la inundación en el departamento 9 de Julio, bajas temperaturas, la amenaza del picudo, precios deprimidos y un serio problema para el uso propio de semillas se conspiran contra el normal inicio del ciclo.
Juan Manuel Fernández | [email protected]
El inicio de la nueva campaña algodonera en la provincia de Santa Fe se presenta “fría y con nubarrones”, sostuvo el presidente de la Asociación para la Promoción de la Producción Algodonera (APPA), Carlos Sartor, en referencia a los factores que condicionarían el ciclo 2019/20.
Por un lado, la temperatura inusualmente baja para la época del año podría limitar el proceso de siembra. Pero sería un problema menor al cotejarlo con otros mucho más amenazantes.
Como la condiciones agronómicas en las zonas donde nunca terminó de disiparse la inundación que a principios del año sacudió el departamento 9 de Julio, donde se concentra el 80% el cultivo santafesino. En la zona aún quedan lotes con agua o sin piso. Incluso con algodón en pie que nunca pudo cosecharse, un enorme dolor de cabeza para el control del picudo del algodonero, ya que el combate a la plaga implica limpiar los campos de rastrojos o plantas para evitar su supervivencia en la estación invernal.
Sin embargo, lo más preocupante para los productores pasa por los férreos controles que el INASE (Instituto Nacional de Semilla) realiza sobre las semillas de uso propio, “contaminadas” prácticamente en un 100% por variedades ilegales que ingresaron de contrabando al país. Al detectar en las deslintadoras esos eventos no autorizados, el organismo interdicta las simientes e impide que se utilicen para la siembra.
En una reciente reunión en Chaco, los productores solicitaron a las autoridades nacionales mayor flexibilidad en los controles para no atentar contra la campaña. Pero las señales que llegan desde el INASE no son alentadoras. En cambio sí habilitaron la comercialización de semilla identificada, que hasta entonces sólo podía hacerse con materiales fiscalizados.
Terreno complicado
Luego de recorrer la zona algodonera del noroeste provincial, Carlos Sartor comentó que “a la fecha los campos aún tienen agua y los suelos están muy permeables, en muchos casos sin poder iniciar las tareas de pre siembra”. Pese a que transcurrieron varios meses desde la inundación que causaron las inusuales lluvias caídas entre fines del año pasado y principio del actual, en algunos lugares “la campaña todavía no se cerró, porque todavía hay productores con algodón en el campo”.
El directivo indicó que “las secuelas son dramáticas” y detalló que “prácticamente el 60% del cultivo se perdió”, mientras que en las superficie restante se cayeron calidad y rendimiento por la demora en la recolección. “Lamentablemente fue un año para el olvido”, agregó.
En cuanto al problema del picudo del algodonero, estimó que podría complicarse el control por la persistencia de cultivos en pie, “que va a ser alimento para la plaga”. Tampoco ayudaron las escasas heladas que se registraron en el período invernal. “Por lo tanto el inicio de la campaña se presenta muy problemático con este tema; afortunadamente existen herramientas pero habrá que duplicar escuerzos en cantidad de aplicaciones”, por lo que se anticipa una campaña más costosa para el productor.
Controles estrictos
Sobre la “cuestión semilla”, el problema se relaciona con la desactualización de la normativa nacional que desalienta -tal como ocurren con la soja- el desembarco de nuevos desarrollos biotecnológicos ante las dificultades de los obtentores de lograr un retorno de la inversión.
Así es como actualmente existen sólo 4 variedades transgénicas aprobadas y pertenecen a un mismo semillero (Gensus, de Bayer). Mientras en los últimos años ingresó ilegalmente desde Brasil la variedad Bollgard II Flex (también de la firma alemana), con tecnología Bt y tolerancia el uso de herbicidas en una ventana de aplicación más amplia. “Se multiplicó entre los productores y casi la totalidad de la semilla están contaminadas”, dijo Sartor, no sólo por la venta ilegal en bolsa blanca sino por efecto de la polinización.
“El INASE, hasta la fecha, está muy duro en el control”, explicó sobre el seguimiento que realiza en las deslintadoras donde los productores envían su semilla para uso propio. Allí, al detectar genes no autorizados se impide su uso en el campo, explicó el directivo.
Para Sartor se trata de una muestra de la pérdida de competitividad del país, ya que Brasil cuenta con casi 100 variedades genéticamente modificadas. “Sabemos que los semilleros intentaron entrar a Argentina, pero la alta evasión que existe de los productores hizo que la semilla se prostituyera”.
Sin desconocer que el rumbo debiera ser la formalización del sector, Sartor indicó que los algodoneros han solicitado al INASE que relaje los controles al menos para esta campaña. “Hay tratativas por varios frentes”, dijo. Y mencionó que el Director de Agricultura de la Nación, Ignacio Garciarena, se entrevistó con productores en Coronel Du Graty (Chaco) y se llevó el reclamo para presentarlo en Buenos Aires. “Pero por las versiones posteriores que tenemos el INASE sigue firme en su intención de no autorizar semillas que no estén fiscalizadas o a lo sumo identificadas, pero con las variedades autorizadas”.
Lo mejor, no bajar
El titular de APPA recordó que el sector se planteó como objetivo llegar a 1 millón de toneladas de fibra en 2030 desde las 250.000 de la actualidad. Y estimó que no es difícil de lograr, pero dependerá de la genética. Sobre todo para elevar el rinde promedio nacional desde los actuales 650 kilos de fibra por hectárea a 1.000 y la expansión -como ocurrió hacia fines de los 90- a un millón de hectáreas sembradas. “Debo comentar que en Brasil hoy tienen 1.600 kilos, o sea 1.000 kilos más que en Argentina”, agregó, para remarcar la importancia de “avanzar en la obtención de variedades suficientemente potentes”.
Por estos motivos “hay bastante incertidumbre” en la provincia ante la próxima campaña. “Evidentemente no se va a contar con toda la superficie en condiciones de ser resermbrada como consecuencia de la inundación”, anticipó.
Como si no fuera suficiente, a eso se suma que los precios sufrieron una baja importante, aunque el cultivo tiene como virtud su rusticidad frente al clima y es una buena opción para los productores. “Apostamos a sostener las 100.000 hectáreas que se sembraron la campaña pasada”, se ilusionó. Pero el tiempo corre y a esta altura del año este aspecto debiera estar resuelto.
Semilla identificada
Por medio de la resolución 76/19 publicada el 10 de septiembre en el Boletín Oficial el INASE habilitó la comercialización de semilla de algodón identificada con nominación de la variedad para la presente campaña 2019/20.
La norma determinó además que “sólo podrán identificar semilla de algodón aquellas empresas que se encuentren inscriptas en el Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas como semilleros fiscalizadores”.
Las empresas interesadas en comercializar estos materiales podrán presentar un requerimiento ante el organismo, que “evaluará las solicitudes presentadas y, en caso de corresponder, emitirá la autorización solicitada”.
Monitoreo y fecha
El Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Comercio de Santa Fe indicó en su último reporte que, a una semana del inicio de la siembra en la zona este provincial, se monitorearon las trampas en los predios destinados a algodón y continuó la prevención del ingreso del picudo al lote, realizándose las aplicaciones en los bordes, en caso de necesidad.
La Secretaría Nacional de Sanidad Vegetal (SENASA) estableció como fecha obligatoria de siembra, los siguientes períodos: desde el 1 de octubre al 15 de noviembre, para la zona este de la provincia de Santa Fe y del 1 de noviembre al 15 de diciembre, para la zona oeste de la provincia.