Domingo 17.12.2023
/Última actualización 14:34
Se sabe que, a medida que el desarrollo tecnológico avanza y surgen nuevas herramientas, el trabajo en el agro va modificando la tradicional escena de sólo "fierros" en el lote para incorporar pantallas táctiles, sensores, imágenes satelitales, pilotos automáticos y demás componentes que siguen aportando mayor eficiencia al trabajo.
En ese conjunto, los drones llevan un tiempo actuando sobre el campo. Pero hasta el momento era mayormente para proveer información al productor o el asesor sobre lo que pasa a nivel del suelo, sea en agricultura como en ganadería, con el fin de optimizar labores o toma de decisiones.
Ahora esta herramienta también evolucionó y ya se utiliza para tareas de pulverización, siembra o fertilización de cultivos. En la costa santafesina, el ingeniero agrónomo Marcelo Peart es pionero desde que, en agosto, adquirió un moderno equipo capaz de aplicar hasta 15 hectáreas por hora con productos fitosanitarios.
El tema fue de interés durante la Exposición Rural de la Sociedad Rural de San Javier de este año. El técnico estuvo a cargo de una charla que concitó la atención de productores de la región. Allí se habló del uso de drones genéricos para uso agrícola y ganadero; además de mostrar el funcionamiento del pulverizador.
En diálogo con El Litoral, Peart relató que hace varios años se utilizan los drones en la producción arrocera. "Encontramos una muy buena herramienta", dijo, sobre todo para el control de las tareas de riego. "Siempre la visión aérea magnifica las cosas de otra manera", indicó. También se hace seguimiento de nutrición y malezas en los lotes, ya que "los errores en fertilización se ven muy bien; y el productor se asombra cuando lo ve".
De la misma manera, en ganadería se usa para inspección y control de tropas, sobre todo "en lugares de difícil acceso". O bien para contarla, sacando una foto desde la altura del corral que luego se puede analizar en la oficina de la empresa. "Tu imaginación es el límite", señaló, respecto del provecho que se puede sacar a la herramienta.
La evolución
El Agras T40, de la firma china DJI, es la herramienta con la cual este año el agrónomo comenzó a trabajar en lotes propios y de terceros. Se trata de un equipo capaz de cargar 40 litros de productos fitosanitarios o, con un depósito específico de unos 70 litros, aproximadamente 50 kilos de sólidos (semillas, fertilizantes). Para la pulverización está dotado de un sistema de gota controlada, que permite -entre otras acciones posibles desde el control de la nave- regular el calibre de la aspersión.
Los primeros vuelos se hicieron en trigo para aplicar fungicidas "como para ir agarrándole la mano", dijo. En ese aprendizaje, comentó, fue muy importante la experiencia previa de haber piloteado drones genéricos para el monitoreo de cultivos. "Hace muchos años que me dedico a hacer imágenes, ortomosaicos para medir y calcular índices; todo lo relacionado a agricultura de precisión", contó. Incluso también para hacer nivelaciones en terrenos arroceros. "Es una experiencia previa bastante útil para la programación de los vuelos, manejar imágenes satelitales, armar los polígonos, definir el sentido del vuelo y demás", agregó.
Ocurre que la herramienta cuenta con un control de vuelo en el que se programa la tarea en base al posicionamiento satelital. En la misma pantalla táctil donde se pueden ver las imágenes que toma la cámara de video que lleva el dispositivo, también se delimita el lote sobre el que se quiere trabajar. Luego se le indican otros parámetros, como el volumen a aplicar, la velocidad, tamaño de la gota y altura de trabajo. Una vez que toda esa información está cargada, el drone realiza el trabajo de manera automática. "Lleva un tiempo encontrar los puntos de regulación", admitió Peart.
El asesor indicó que el dominio de este drone fue un aprendizaje nuevo por la características y dimensiones que tiene. "Es un drone mucho más grande, tiene otro peso, otra inercia, las baterías se consumen a otra velocidad y lleva un tiempo agarrarle la mano".
Al respecto, recibió una capacitación inicial por parte de la empresa fabricante, pero sobre las variables agronómicas aprendió mediante la experiencia. "El tema de cómo ubicarte en el lote y todo eso lo fuimos aprendiendo cometiendo errores".
Contratista del cielo
Comentó que, en los últimos meses, están trabajando mucho porque "el año se dio para que lo usemos más de lo esperado", debido a la recurrencia de lluvias que impidieron el trabajo con pulverizadoras terrestres, antes de que comience el riego de los lotes.
El moderno "contratista" afirmó que la herramienta tiene muchas ventajas y algunas desventajas. Además de trabajar lotes sin piso, otro aspecto a favor es que "el mismo viento del vórtice que hace para elevarse empuja la gota, hace que el producto pegue, lo aplasta hasta el piso; esto baja un poco la deriva". Por lo tanto, tiene una ventaja manifiesta para los trabajos "delicados" en zonas próximas a centros poblados. "Hay lugares donde últimamente los aviones no están pudiendo llegar" porque la zonificación lo impide, como es el caso de muchos periurbanos. "Entonces esta es una alternativa útil en esos casos".
A su vez, comparado con las pulverizaciones aéreas, "es mucho menor la deriva" y si bien "no es para reemplazar al avión", porque la capacidad es menor, "sí tiene otros costos de adquisición y de mantenimiento".
Otro aspecto a favor, es que utiliza muy bajo caudal de fitosanitarios. "Estamos aplicando entre 8 y 10 litros de caldo por hectárea", indicó. Eso hace que se precise movilizar una cantidad de agua mucho menor que con pulverizadora terrestre.
Por su parte, la tecnología de gota controlada, un sistema de aspersión en base a un disco giratorio que define el calibre de la partícula según la velocidad de las revoluciones, posibilita distintos trabajos. "Uno, directamente desde el control, puede ir variando el tamaño; para herbicidas se usa más grande, pero más fina en el caso de fungicidas o insecticidas como para que llegue al canopeo".
Se pueden hacer hasta 2 o 3 hectáreas y luego el drone vuelve.La logística de trabajo, además del acarreo de agua, incluye un grupo electrógeno para ir recargando las baterías que duran entre 2.5 y 3 hectáreas. "Entonces a medida que voy avanzando en el trabajo tengo que ir reponiendo baterías", dijo, por lo que organizan ciclos de trabajo en base a la recarga de producto en el tanque y el recambio de la batería. "Se hacen 2 o 3 hectáreas y vuelve", explicó. En ese tiempo el generador trabaja de manera continua, cargando las baterías en reserva. "De esa manera estamos trabajando entre 10/12 o 15 hectáreas por hora, de promedio".
A su vez, el equipo cuenta con luces que ayudan al trabajo nocturno. "Las aplicaciones de noche han sido espectaculares, todo anda mucho mejor: el grupo electrógeno, el drone vuela mejor", señaló, debido a que el rendimiento disminuye en las horas de mayor calor. Por ello la jornada de trabajo comienza temprano y se retoma por la tarde, luego de una pausa en el tiempo más cálido del día.
Lo que vendrá
En su rol de contratista, Peart indicó que "como toda cosa nueva, hay mucha gente interesada por curiosidad; otros le encuentran defectos o problemas". Sin embargo, el ritmo de demanda evoluciona "en general bien, mejor de lo esperado", aseguró. Porque "el año se dio" a raíz de las dificultades de piso para hacer las pulverizaciones terrestres. "La idea es poder vender el servicio todo el año, también para otros cultivos", pero por el momento el uso mayor es en campos arroceros propios. "Sale más caro que una terrestre, pero más barato que con un avión", aclaró.
Desde este nuevo sector de servicios sostienen que la herramienta está siendo cada vez más demandada en todo el país. "Por lo que cuentan los distribuidores, se están vendiendo por todos lados", dijo Peart. Por el momento no cuenta con una gran adopción en agricultura extensiva, pero sí en frutales y arroz, donde "se avanza más rápido", concluyó el ingeniero agrónomo.