Diversificación de técnicas: volvió la sandía y llegó el melón a la zona de la costa santafesina
Un cambio normativo para el menor uso de fitosanitarios químicos impulsó otras estrategias entre los productores frutilleros en Arroyo Leyes. También los cultivos de servicios.
A la frutilla, que se instaló hace años, se fueron sumando nuevos cultivos como sandía, melón, zapallitos o berenjenas. Foto: Campolitoral
Nuevas estrategia productivas y la necesidad de adaptarse a una normativa que plantea la transición hacia la agroecología fueron modificando la dinámica en los establecimientos frutihortícolas de Arroyo Leyes y su zona de influencia. A la frutilla, que se instaló hace años, se fueron sumando nuevos cultivos como sandía (una vieja conocida en los arenosos campos del corredor costero), melón, zapallitos o berenjenas. Así como otros llamados "de servicios", como la crotalaria, que son clave para una gestión con menor carga química en los predios.
En la arena, el melón "se puede hacer en años que no sean húmedos", indicó el asesor Esteban Rufino, porque al requerir menos agua no es recomendable con muchas lluvias. Foto: Campolitoral
El ingeniero agrónomo Esteban Rufino comenzó a trabajar en la zona junto a productores de Cambio Rural hace más de 10 años. Testigo y protagonista, afirmó que el cambio de matriz "es posible" y la prueba es que "aquellos productores más ordenados y prolijos está teniendo buenos resultados; y nada que envidiarle a la producción química".
Ayer y hoy
Al repasar la historia productiva en la zona, mencionó que entre las décadas del 70 y el 90 se produjo zanahoria, gladiolos y sandía. También los primeros lotes de frutillas, que sembraron a modo de prueba algunos productores corondinos y contagiaron a familias locales; producción que se terminó de asentar y comenzó un gran crecimiento a partir del 2000 con el arribo de productores bolivianos. "Hoy crecieron otras: zapallitos, berenjenas, sandía, que se está retomando en la zona, y se incorporó el melón", completó el asesor.
Leguminosa clave: la limitación para desinfectar suelos con químicos impulsó el uso de crotalaria como cultivo de servicio. Foto: Campolitoral
Entre Rincón y Arroyo Leyes, Rufino estimó que hay entre 35 y 40 productores de frutilla con unas 100 a 110 hectáreas, más 40 a 50 hectáreas dedicadas a las especies alternativas. "De los que conozco, unos 10 guardan un tercio de su superficie para estos cultivos", dijo.
Esto obedece a que se cosechan en contraestación y mantienen el trabajo cuando se termina la frutilla. "Les permite dedicar mano de obra y también les da un ingreso en un momento que la frutilla ya se destina a industria (y tiene un menor valor) o la cosecha terminó".
Sandía y melón
Así, entre diciembre y febrero/marzo, tras el fin de ciclo de la fruta fina se escalonan las recolecciones de sandía y melón. "Ya para las fiestas, ellos empiezan a tener fruta y por eso comienza a verse la venta minorista en la ruta; muchos mandan al mercado de Santa Fe".
A la frutilla, que se instaló hace años, se fueron sumando nuevos cultivos como sandía, melón, zapallitos o berenjenas. Foto: Campolitoral
Sobre el melón en particular, un fruto que tiene la mayor producción nacional en San Juan, con unas 1.500 hectáreas, Rufino explicó que "se puede hacer en años que no sean húmedos", porque al requerir menos agua no es recomendable con muchas lluvias. "En años secos vienen muy bien y se obtienen muy buenos rendimientos", afirmó.
La principal amenaza es el "rajado", también conocido como "cracking" o "agrietamiento", un trastorno fisiológico que se produce por un desequilibrio en el agua y los nutrientes de la fruta.
Adaptación
El asesor comentó que el crecimiento en la superficie dedicada a las nuevas frutas y hortalizas comenzó hace unos años, cuando se produjo un reordenamiento de la producción. Tras la sanción de una ordenanza que así lo dispuso, Arroyo Leyes hoy es una zona "en transición hacia la agroecología" y, por lo tanto, la totalidad de las actividades "ya se realizan sin el uso de fitosanitarios de origen químico".
Entre Rincón y Arroyo Leyes, Rufino estimó que hay entre 35 y 40 productores de frutilla con unas 100 a 110 hectáreas, más 40 a 50 hectáreas dedicadas a las especies alternativas. Foto: Campolitoral
La ordenanza planteó que dentro del distrito los productores, además de no usar químicos en aplicaciones foliares, debían reducir considerablemente la superficie de suelo que se desinfectaba químicamente, una práctica indispensable para la frutilla. "Acá jugamos un rol importante los asesores, incorporando tecnologías de insumos biológicos", dijo.
Aunque este cambio "limitó la expansión en los últimos 6 o 7 años", Rufino aseguró que "se puede, ajustando y haciendo las tareas a tiempo; teniendo un monitoreo permanente de los cultivos".
En la zona, en su mayoría los productores son arrendatarios y alquilan el campo. "Algunos que no se adaptaron al cambio se fueron más al norte", como Campo del Medio, Cayastá y Helvecia. El desafío también involucró a los técnicos, "porque o nos adaptábamos o teníamos que irnos a trabajar a otro lugar".
Pro y contra
El ingeniero aseguró que quienes se quedaron comprobaron que se puede. Sobre todo al trabajar con productos biológicos sin carencia (tiempo de espera entre la aplicación y la cosecha). "Podés cosechar al otro día y es un producto más sano", afirmó.
Incluso, remarcó que en Rincón, donde no tienen restricciones, algunos productores "están empezando, porque es una demanda de la sociedad: consumir productos más sanos y saludables".
Diversificación de técnicas: volvió la sandía y llegó el melón a la zona de la costa santafesina. Foto: Campolitoral
En cuanto a la desinfección de suelo, uno de los puntos críticos para el cambio de matriz, dijo que la estrategia consiste en utilizar cultivos de servicio tras la frutilla, "para cortar el ciclo de los patógenos", como sorgo, moha o crotalaria (leguminosa que aporta nitrógeno, controla malezas y atrae polinizadores). Luego estas plantas se incorporan al suelo, que también se inocula con productos biológicos y compost estabilizados.
"Lo estamos evaluando: productivamente no están muy lejanos a suelos con desinfección química", afirmó. En cambio, sí hay mayor desarrollo de malezas. "Es un problema, tenemos que ver cómo lo solucionamos", admitió. En esta dinámica, "los ajustes son permanentes y los años son todo diferentes". Pero "podemos decir que sí es viable producir así".
Diferente valor
De todas maneras, los productores aspiran a conseguir algún valor extra en el mercado que premie este esfuerzo. Para ello, apuntan a lograr una certificación en BPA (Buenas Prácticas Agrícolas) o de transición agroecológica. "Algunos lo están demandando; yo les digo que si bien no están lejos, sí requieren un poco más de orden en los registros y condiciones de infraestructura o edilicias", reveló Rufino. Igualmente, adelantó que con un grupo van a empezar una experiencia para tratar de alcanzar la certificación en BPA. "Algo que no se estaría haciendo en otras zonas frutilleras", dijo, y podría marcar la diferencia para la producción local.
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