Dos escenarios climáticos muy dispares que convergen en la misma necesidad de asistencia concreta e inmediata
El final de febrero marcó un quiebre de tendencia pluvial para gran parte de la región pampeana. Sin embargo, un extenso territorio del noreste del país ha quedado relegado, agudizando aún más la prolongada sequía que ha venido afrontando desde hace meses.
Las lluvias de febrero mejoraron las pasturas en el centro y sur santafesino.
Si bien las mayores lluvias se registraron recién durante los últimos diez días del mes -algo tarde para algunos cultivos-, lo cierto es que en general permitieron revertir la situación de escasez de precipitaciones que prevaleció durante enero y cambiar radicalmente el escenario para esta zona.
Sin embargo, un extenso territorio del noreste del país ha quedado relegado, agudizando aún más la prolongada sequía que ha venido afrontando desde hace meses. Para un vasto territorio de Chaco, Formosa y Santiago del Estero, así como algunas zonas del norte de Córdoba y Santa Fe, la situación es crítica.
Sucede que la escasez de precipitaciones que han sufrido en los últimos meses se vio agravada por las altas temperaturas registradas durante febrero, lo que terminó por devastar no solo la disponibilidad de alimento para el ganado, sino también la de agua.
En este sentido, muchos campos de la zona no tienen acceso al recurso subterráneo, por lo que dependen del agua que logren acumular naturalmente con las lluvias. Es allí donde la situación se torna verdaderamente apremiante.
En un escenario hídrico diametralmente opuesto se encuentra el centro y sur de la región pampeana, donde, luego de atravesar una intensa sequía durante gran parte del verano, las lluvias ocurridas entre finales de febrero y primeros días de marzo superaron ampliamente los registros medios.
En el caso del norte, en algunas zonas se trata ya del tercer o cuarto año golpeado por la sequía.
La ciudad de Bahía Blanca y localidades aledañas han sido tristemente el epicentro de esta catástrofe, donde se registraron cerca de 300 mm de lluvias en 12 horas, tres veces más de lo que suele llover en todo el mes.
En este marco, gran parte del centro y sur de la provincia de Buenos Aires y zonas linderas de La Pampa derivaron en una clara situación de exceso hídrico, la cual según un relevamiento realizado por CARBAP al 10 de marzo, comprometía cerca de 2 millones de hectáreas en 13 partidos bonaerenses.
Dos realidades
En definitiva, se trata de dos realidades muy distantes en lo que refiere a condiciones climáticas, pero que encuentran un punto en común en la magnitud de la emergencia.
Sea por exceso de humedad o por prolongado déficit hídrico, el productor se ve obligado a destinar recursos extras para conseguir ese forraje que el campo natural ya no le da, o bien a tomar la decisión de desprenderse de hacienda para reducir la carga.
Los excesos hídricos irrumpen de manera intempestiva y requieren reacciones rápidas y precisas para reducir la magnitud de las pérdidas.
Éste es un proceso lógico y natural de toda explotación ganadera a cielo abierto, donde el clima muchas veces termina imponiendo los tiempos de cada ciclo.
Claramente, los excesos hídricos irrumpen de manera intempestiva y requieren reacciones rápidas y precisas para reducir la magnitud de las pérdidas. Por el contrario, un escenario de sequía se manifiesta paulatinamente y, por ende, de modo más silencioso.
En el caso del norte, en algunas zonas se trata ya del tercer o cuarto año golpeado por la sequía, una situación que ha generado un importante nivel de endeudamiento para el productor.
Se trata de una zona de producción tanto agrícola como ganadera de fuerte incidencia a nivel nacional. Como referencia, según el último dato de stock ganadero, la provincia del Chaco concentra cerca de 2,4 millones de cabezas (4,5% del stock nacional), con 1,14 millones de vacas.
Formosa reúne el 3,2% del stock nacional, con 1,7 millones de cabezas, de las cuales 750 mil son vacas, mientras que Santiago del Estero cuenta con 1,2 millones de cabezas de ganado vacuno (2,3% del total), con 530 mil vacas
En conjunto, las tres provincias, representan el 10% del stock total (5,24 millones de cabezas), aportando el 9% de los terneros logrados a nivel nacional y cerca del 20% de la producción de novillos. En los próximos días posiblemente veamos publicados los números finales del último stock ganadero al 31 de diciembre de 2024, con el que se podrá contrastar el efecto del último año.
Crítica situación
No obstante, si bien la situación actual es crítica, se teme que pueda agravarse aún más durante el invierno, cuando naturalmente el régimen de lluvias desciende significativamente y el forraje se torna escaso.
Es por ello que algunos productores ya están comenzando a desprenderse de parte de la hacienda que no pueden mantener, lo que genera para la zona una importante descapitalización, difícil de recuperar tras estos procesos.
Otros, ante la gravedad de la situación, optan por adelantar el uso de las reservas previstas para el invierno, agotando un recurso vital para transitar esa estación.
Es por ello que, cuando comiencen a registrarse las pariciones, esas vacas que hoy se mantienen con lo justo, probablemente, deban criar su ternero bajo restricción de alimento.
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