El día que "Batata" siguió a Kempes hasta "abajo de la cama"
El Matador ya “pintaba” para gran figura y Alcides Merlo era un defensor fuerte y aguerrido que tenía el Toto Lorenzo. La orden fue anularlo. Y lo logró.
Mario Kempes ya iba en camino a ser la gran figura que fue. De Instituto pasó a Rosario Central en un pase millonario que dos años más tarde fue superado por la venta de Luque. Justamente, la ida de Kempes a Central fue en el 73 y la de Luque a River en el 75. Aquella venta de Leopoldo, terminado el Metropolitano, le dio un aire extraordinario a Corral, el presidente de Unión que había armado un equipo notable de la mano del Toto Lorenzo. Toda la parte de Cándido Pujato eran tribunas de madera que se convirtieron en cemento por el dinero recaudado, en gran parte, por aquella transferencia.
Mario Alberto Kempes jugaba, en aquél 12 de octubre de 1975, sus últimos partidos con la camiseta canalla antes de ser transferido al Valencia de España, donde se convirtió en ídolo. Pudo "escapar" de aquella determinación que se tomó, dicen con un fuerte respaldo gubernamental, a partir del Golpe de Estado de marzo del 76, cuando se cerraron las fronteras para los futbolistas argentinos. De ese proceso de Menotti -sumamente exitoso- Kempes y Osvaldo Piazza (que se quedó afuera del Mundial meses antes del torneo) eran los que jugaban en el exterior. Inclusive, los partidos internacionales que se hacían en nuestro país eran afrontados por jugadores que estaban en el país y no se los convocaba a ellos dos, que eran muy tenidos en cuenta por Menotti. Al final de cuentas, Kempes terminó siendo la gran figura de la selección argentina campeón mundial en 1978.
Volvamos a ese día de octubre de 1975. Cancha de Rosario Central. Ya el choque del Metropolitano había sido histórico, porque fue uno de los cinco triunfos en serie de Unión en el arranque del certamen (estaba recientemente ascendido) y porque el Loco Gatti atajó un penal y el equipo ganó 1 a 0. Ese partido del Nacional planteaba una gran dificultad: la marca de Kempes. Y al Toto se le ocurrió que Batata Merlo era el hombre indicado. Un defensor fuerte, aguerrido, potente y al que Kempes no iba a poder superar con facilidad a pesar de su enorme fortaleza física (y gran calidad técnica).
Mario Kempes ya iba en camino a ser la gran figura que fue.
El partido salió 0 a 0 y Batata lo siguió por todos lados a Kempes. Marca personal férrea. Batata no jugó y Kempes tampoco jugó. Inclusive, consiguió que lo reemplazaran (entró Pellegrini en lugar del Matador). Ya el Toto lo había descubierto a Trullet como marcador central y a Suñé en el mediocampo. Gatti; Silguero, Trullet, Merlo y Bottaniz; Sacconi, Suñé y Marchetti; Mastrángelo, Marasco y Bravi fueron los once del Toto. Con otra particularidad: ese día entró un jugador que venía con el antecedente de haber sido el autor del gol que le dio a San Lorenzo el título de campeón del Nacional de 1972, en una final con River en la cancha de Vélez. Me refiero a Luciano Figueroa, el "Lele", como le decían. El Toto había sido el técnico de aquél equipo de San Lorenzo y fue uno de los tantos que llegó a Unión. En ese 1975, hubo una verdadera "revolución". Buena campaña, excelentes recaudaciones, la venta de Luque y el Rodrigazo (contaba Corral que la mayoría de los jugadores fueron adquiridos en cuotas que se licuaron), acomodaron los números.
La anécdota fue que en un momento, Kempes sale de la cancha para ser atendido o para cambiarse los botines. Batata se paró la lado de la raya de cal y le preguntó al Toto: "Maestro, ¿qué hago?". Y el Toto le dijo: "Espérelo a que vuelva a la cancha". Y ahí se quedó Batata. Mito, leyenda o verdadero, lo cierto es que Batata borró al Matador aquél día.