Nací en San Justo. Un domingo a la tarde. Hora de puro fútbol en otros tiempos, cuando la televisión no ponía los horarios. Domingo a la tarde era fútbol.
Hernán Pueyo, autor de esta nota, vino al mundo el 1 de agosto de 1948, justo cuando Salomón Elías le daba el triunfo a Colón sobre Unión en el barrio Centenario.
Nací en San Justo. Un domingo a la tarde. Hora de puro fútbol en otros tiempos, cuando la televisión no ponía los horarios. Domingo a la tarde era fútbol.
Mi madrina, la tía Elsa, fue la mayor culpable de mi pasión por Colón. La primera fiesta de cumpleaños que recuerdo, ya tenía el muñequito con los colores rojinegros.
Pero para mí era imposible verlo jugar. Debía conformarme con los relatos de Ortega Moreno. Y luego, cuando la tarde se apagaba, desde Buenos Aires aparecía el "comprovincianos amigos". Era El Bachiller, con sus sabrosos comentarios.
Cada cumpleaños mío debía atender a mi hermano mayor con su infaltable comentario: "el día que vos naciste…", y me contaba lo que había sucedido ese día. Porque él siempre relacionó las fechas con algún acontecimiento.
Fue ya adolescente cuando, con o sin permiso de nuestros padres, nos animamos a viajar a Santa Fe para ver a Colón.
En aquel otoño de 1964, con mi primo Cacho y mi hermano Juan, hicimos todas las changas posibles para juntar el dinero necesario. Y viajamos a Santa Fe. Y vimos cómo Colón le ganaba al Santos de Pelé. Y meses después a la selección nacional.
A veces hacíamos dedo. No teníamos dinero para la entrada. Pacientemente esperábamos a que, faltando poco para que terminara el partido, abrieran las puertas del estadio.
Contra Los Andes, en 1965, tuvimos gran suerte. Faltaba poco para que finalizara el campeonato. El marcador cero a cero. Abrieron las puertas y pudimos gritar hasta el cansancio aquel gol del Mono Obberti, a los cuarenta y pico del segundo tiempo.
El día del ascenso no pude estar. Egresaba como maestro y tenía el acto de fin de curso. Se me caían las lágrimas. ¡Colón campeón!
En el viaje de egresados, una sola la canción. Todos éramos colonistas. "Vayan pelando las chauchas, vayan pelando las chauchas…"
El destino me llevó por muchos lugares. En Corrientes, mi etapa universitaria, lograba captar alguna radio de Santa Fe debajo de unos alambres que alguna vez sostuvieron un parral, los que hacían de antena, y así poder escuchar los partidos de mi querido Colón.
En mi andar casi de gitano, recalé cinco años en Santa Fe. Ahora sí podía los domingos ver los partidos. Con Lucas, colega y compañero de trabajo, y con nuestros niños que por supuesto heredaron la pasión por Colón.
Mi trabajo me llevó por otras ciudades. Esporádicamente podía ir a la cancha. Por supuesto, lloré aquella tarde en las tribunas del Chateau Carreras (hoy Mario Alberto Kempes). Jamás presencié una tristeza colectiva tan grande. Pero poco tiempo después, la alegría nuevamente, junto a mis hijos Pablo y Fernando, ya adolescentes, cuando regresamos a primera.
Y en cada cumpleaños, mi hermano Ignacio que me seguía contando: "el día que vos naciste…"
Las vueltas de la vida hicieron que, hace unos diez años atrás, me radicara en Santa Fe. Y ya no me perdiera partido de Colón.
Una mañana, en esa esquina llena de fútbol como lo es San Martín y La Rioja, me encuentro con Lucas, mi compañero de platea de décadas atrás. Café de por medio, comenzamos a hablar de bueyes perdidos,
De pronto me dice: "Che Hernán, cuando es tu cumpleaños"
Y yo le respondo: "El primero de Agosto. Y te cuento algo más. Mi hermano siempre me recuerda que el día que yo nací, Colón le ganó a Unión el primer clásico en torneos de la AFA"
Lucas abre grandes los ojos y, sonriendo, se levanta, se dirige a la mesa de al lado, diciéndome:
"Y éste es el señor que marcó el gol"
Desde aquel momento fuimos amigos con Salomón Elías. Festejamos juntos varios cumpleaños. El del gol histórico y el de mi nacimiento. Tengo las crónicas y fotos de aquel día dedicadas por él.
Jamás pensé que aquellos reiterados comentarios de mi hermano culminarían con obsequios del hombre que pasó a la historia aquella tarde de invierno.
Sí, yo nací el 1 de agosto de 1948, a la misma hora y día que Salomón le hizo el gol a los tates.
¿Cómo no tener sangre roja y negra?
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