(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Guillermo Nicolás es vecino de Santa Fe, pues nació en San Francisco. Cuenta que está “orgulloso del comportamiento de los argentinos” e insiste en que “el gobierno qatarí castiga duramente la reventa de entradas”. Dice que llegó la mitad de los turistas extranjeros que se esperaban.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Uno entra a la Embajada y escucha hablar en español. Parece una verdad de Perogrullo (¿en qué idioma se va a hablar si es la Embajada argentina?), pero créame que a esta altura no deja de ser un detalle sumamente importante. El sólo hecho de saludar a todo el que pase y que no sólo entienda sino que la contestación sea en español, deja de ser algo normal o lógico para convertirse en una bendición.
El embajador Guillermo Nicolás es un cordobés que hizo su carrera diplomática al margen de los gobiernos de turno y le tocó vivir en países con otras culturas y también otra clase de conflictos, como cuando estuvo en el Líbano, por ejemplo. Eso lo fue curtiendo y se puede decir que cualquier mochila que le carguen no será lo suficientemente pesada si es que debe ayudar a resolver problemas.
-¿Tuviste que intervenir mucho, Guillermo?, ¿trabajaste más de la cuenta?
-Salvo el caso de ese padre, con su hijo, que fueron agredidos por hinchas mexicanos y, por ende, detenidos, no hubo problemas mayores. Debimos intervenir en casos accidentales, como robos, pérdida de documentación, emergencias médicas, pero en general debo destacar el comportamiento que han tenido los argentinos en este Mundial. Ha sido muy bueno.
-El otro día me decías que esperabas algo más de 30.000 argentinos y creo que el cálculo fue el correcto…
-Sí… De todos modos, las cifras oficiales del gobierno qatarí indican que esperaban algo más de 1.200.000 turistas y sólo llegaron algo más de 600.000. Vino menos gente de la esperada.
-Antes del torneo se habló mucho sobre preconceptos y cosas que podían ocurrir y que, en verdad, no ocurrieron…
-Una de nuestras preocupaciones era cómo se iba a comportar Qatar con los temas culturales. Por eso hablamos mucho de la vestimenta, el no consumo de alcohol y los contactos personales en la calle. Lo que veo es que la seguridad qatarí está actuando con mucha flexibilidad y sólo interviene en riñas callejeras y reventa de entradas, que acá se lo toma con mucha seriedad. Pero de ninguna manera actúan de manera punitiva, sino reflexiva y aconsejando a la gente.
- Hablando de entradas, ¿recibiste muchos pedidos?
-Desde antes de que empiece el Mundial y la respuesta fue la misma: la Embajada no tuvo, ni tiene ni tendrá entradas... Y aprovecho para enviar un mensaje: las autoridades qataríes son muy estrictas con la reventa de entradas, sobre todo porque FIFA requiere que lo sea. Solicitamos a los argentinos que eviten la reventa, porque tenemos los casos de gente detenida. Estamos recomendando que se eviten esos comportamientos.
-He visto mucha gente con carteles: “I need tickets”…
-Fuera de los estadios hay una vigilancia importante, no sólo con personas físicas sino que hay muchas cámaras que se monitorean desde un centro de control. Esto puede generar problemas. Dicho esto, alguna falla hubo en la venta, porque hay lugares vacíos en los estadios y en las páginas oficiales se decía que estaba todo vendido. Algún error hubo.
-Dentro del protocolo, el tuyo y el de los jugadores, ¿qué posibilidad existe para que puedas visitar la concentración?
-No tuve la oportunidad de visitar la concentración, el ingreso es complejo y hasta los familiares de los jugadores han tenido problemas para entrar. Sería un sueño, un honor porque soy futbolero, pero entiendo que la privacidad es un valor fundamental y por supuesto que comprendo la situación.
-¿Cuál es tu origen futbolero?
-Mi padre fue dirigente de Sportivo Belgrano de San Francisco y me llevaba a la cancha. Además soy hincha de River… El fútbol me encanta. Vi los cuatro partidos de Argentina y la ceremonia inaugural.
-¿Hablaste con Tapia?
-Lo saludé brevemente, fue en la inauguración de la casa de la Conmebol. En los partidos estamos cerca, intercambiamos saludos y no hablamos mucho.
-Por edad, aunque eras chico en el 78, sos contemporáneo de los dos títulos del mundo. ¿Ves al equipo con chances de festejar por tercera vez?
-Sí… Los que saben de fútbol dicen que a partir de cuartos empieza el verdadero Mundial. Brasil quizás está un pasito más adelante que nosotros. Pero este es el momento en el que el favoritismo cae y entran en juego otras cuestiones. Ahora empiezan los partidos a suerte y verdad. Creo que el equipo está muy bien y puede llegar a ser campeón del mundo.
-¿Qué imagen te dejan los argentinos que llegan acá y te hablan de la Argentina?
-Viste que en los mundiales nos transformamos y descubrimos que la Argentina no es tan mala como creemos y tenemos ese sentimiento patriótico que nos enorgullece y que es impulsado por la selección. Es emocionante verlos en las calles y en los estadios. Es esa pasión que ojalá no sea sólo cada cuatro años y durante un mes, sino permanente y en todo momento. Nuestro ADN es ser muy crítico con el país siempre, pero emocionarnos con estas manifestaciones deportivas. Pero la verdad es que estoy contento y orgulloso con lo que ví de los argentinos
-¿Qué sentís cuando en este país escuchás el himno?
-Es emocionante. Lo siento un poco corto, es una versión que debería estudiarse para que sea un poquito más larga. No había tenido la ocasión de ver otros mundiales de manera presencial, siempre lo ví por TV y es emocionante. Cuando despliegan la bandera argentina en el campo de juego, ya me emociono. Y con el himno, ni te digo. También los banderazos me provocan un orgullo, ver esa imagen de banderas con el obelisco y con las caras de Maradona y Messi es bárbaro.