Licenciado Pablo Sucarrat (*)
Licenciado Pablo Sucarrat (*)
El gran desafío, de formar jugadores de fútbol profesional, tiene una mirada compleja. Algunos apuestan a cuestiones mitológicas, como que un jugador nace y no se hace. Otros le atribuyen a la cuestión del factor suerte... Y rezan dicha frase: hay que tener mucha suerte si llega un jugador a ser profesional.
Están los que dicen tener un “método”, como una especie de fórmula para lograrlo. Lo cierto que nada ni nadie puede asegurar ser infalible. Menos en esta compleja labor.
Hoy es una realidad que los clubes de elite buscan jugadores en todo el mundo. Algunos están en más de 23 países buscando a esos jugadores dotados o, para los más místicos, “iluminados”.
En estos tiempos, la ciencia es una herramienta ecuánime para equiparar y potenciar los rendimientos en la formación de los jugadores juveniles. Los clubes deben actualizarse cada vez más en este mundo tan dinámico. Porque es cierto que si se busca cambiar el resultado no se puede proseguir de la misma manera.
Es muy importante que si se busca disminuir el margen de error se debe buscar los profesionales adecuados para estar al frente de dicha tarea. Es por eso que uno de los puntos fuertes es la idea o formas de trabajo que el club se propone a desarrollar en sus fuerzas básicas o divisiones menores. Buscar el capital humano de los formadores, uno de los más grandes desafíos. ¿Quién forma a los formadores?
Los clubes no deben perder la mirada de sus propios “semilleros”. Parece una frase trillada, que muchas veces la usan los entrenadores de turnos. Quienes con el afán de agarrar la primera división del club hacen promesas de potenciar a los jugadores del club. Promesa que se cae ante algunos resultados negativos, excusándose de que no es momento para los chicos...
El negocio, a veces, es traer a un jugador ya con experiencia y no darle lugar a los locales. Lo que a la larga impide que se consigan los objetivos y a veces los clubes quedan con grandes deudas.
La metodología que los clubes aplican varía dependiendo de los objetivos de los clubes, como así también de la cultura deportiva que tienen los lugares. Formar a un jugador es formar a un deportista, con los valores humanos que nos potencian para ser mejores personas. Será tarea de todos, en especial de los directivos deportivos que estando al frente de los clubes, son los que toman las decisiones para la conquista de este gran desafío.
(*) Psicólogo deportivo.