-¿Sentís que creciste de golpe con todo lo que te fue pasando en la vida?
El ex jugador de Unión habló de la ayuda sicológica, del coaching, de la "caja de herramientas que todos tenemos y que debemos abrir para encontrar soluciones" y también del título de Colón.
-¿Sentís que creciste de golpe con todo lo que te fue pasando en la vida?
-Desde los 19 a los 27, fueron 8 años movidos. Cambio de paises, de cultura, de idiomas, la sociedad que cada club representa... Lo que viví en Boca, esa presión multiplicada de ganar, te hace crecer muchísimo... Si me preguntás de qué me arrepiento, te digo que me hubiese gustado tener una formación juvenil distinta. Yo me hice profesional a los 19 años y tuve la suerte de que hubo gente que me ayudó muchísimo. Siempre fui muy respetuoso y tuve la virtud de aprender. Villar, Nereo Fernández, más tarde Jonathan Bottinelli, Leo Madelón, fueron muy importantes para mí... Y en los primeros partidos, cuando la gente dudaba porque se habían ido Guerra y Triverio, que la rompieron y venía yo, todavía ni siquiera consolidado físicamente, Leo me bancó y me ayudó mucho.
-Te queda todavía mucho tiempo como jugador, pero, ¿qué te gustaría en un futuro?
-Me gustaría que el chico que quiera ser jugador de fútbol, no sufra de todo lo que me faltó para ser profesional... No esperar hasta los 22 años para que me digan cómo alimentarme, cómo descansar, cómo manejar las dos piernas, cómo controlar para tener la pelota cerca del pie... Unión de Sunchales me dio contención, familia, salía del colegio y me iba al club hasta las 10 de la noche mientras mi mamá y mi papá trabajaban... Pero me faltó formación. Yo llegué a debutar a los 19 años, me veía el físico que tenía y sentía que había perdido dos años de carrera por no llegar mejor formado... En Sunchales jugué Argentino A y B, un fútbol más duro, de fricción... Quizás, eso me dio la habilidad de bancarme los golpes... Había que viajar en el día, bajarse del micro y jugar… En fin, me gustaría poder transmitir eso.
-Contaste hace un rato que en los momentos duros fuiste al sicólogo...
-¡Por supuesto!
-¿Seguís?
-Sigo... Mantengo lo que se llama coaching, que se basa más en descubrir las cosas que uno tiene adentro, que piensa que no las tiene, potenciarlas y que sirvan de herramienta… Me permitió abrir mi caja de herramientas y decir que, si me falta algo, en mi caja de herramientas tengo los elementos para solucionarlo. Todos tenemos una caja de herramientas... Es cuestión de abrirla y seguramente encontraremos lo que necesitamos para solucionar el problema.
-¿En algún momento sentiste que decaías, que se terminaba?
-Que se terminaba no, pero empecé a dudar de mí mismo… Pensaba: "¿Me da para estar acá?"... Entonces recurrí al coaching... El para qué es más importante que el por qué... Si a esto en Unión lo hacía, ¿por qué no lo puedo hacer en Boca?... Y el coaching me decía que si lo había hecho en Unión, ¿por qué motivo no hacerlo en Boca?… Y la resiliencia… Jugué alrededor de 35 partidos de titular en Boca y perdí sólo 4. ¿Soy importante?, sí... Entonces, me convencí de que en Unión estaba para finalizar la jugada y en Boca para otra cosa. Por eso pensaba en el para qué, más que en el por qué... Y a veces la capacidad de ayuda, no es valorada.
-¿Y si te pregunto por Colón?
-El campeonato era algo que se merecía... Cuando terminó el torneo le mandé un mensaje al Bichi Fuertes, porque tuve siempre una buena relación con él... ¿Sabés lo que le puse?, que el título de Colón no le iba a servir a Colón, sino a Santa Fe, para crecer. Y también para creer que se puede... Una de las frases que me marcaron de chiquito fue: "Si querés ser jugador profesional, tenés que venir a Buenos Aires porque en otros lugares no te van a conocer"... Y yo me resisto a eso... Si los proyectos son serios, se puede desde el interior. Colón tuvo apoyo de gente de experiencia, pero tuvo también muchos jóvenes. Y creo que esa es la base para crecer. Nos pasó a nosotros en Unión con la Sudamericana, todos chicos del club, una base completa y tres o cuatro de muchísima experiencia que nos apoyaban en partidos difíciles... No hay que conformarse con Sudamericana o salvarse del descenso, sino aspirar más.
-¿Te consideras extraño en el fútbol?, ¿una especie de "bicho raro"?
-Me gusta interiorizarme de todo, saber qué piensa cada uno y cómo se sobreponen a situaciones, no ser un robot mecanizado de ir y hacerlo... A veces, es bueno decirle al entrenador que uno puede ser más útil haciendo otras cosas y tener fundamentos para explicarlo... Eso es importante y forma parte de la educación y el crecimiento de un profesional... Ginóbili, Scola, Federer, todo gran deportista tiene un estudio, un complemento, algo que lo hace saber de qué se trata. Fernando Alonso es otro ejemplo. Leí mucho de él y dicen que es una persona que hablaba como si fuera un mecánico más.
-¿El éxito termina obnubilando al ser humano?
-El problema no es estar allá arriba jugando ante 100 mil personas, sino bajar y que no haya nadie... Por eso, la formación y el estudio debe ser vital. Gustavo Ballas habló una vez en una charla sobre drogadicción y decía que cuando le ganó a su rival arriba del ring sintió que era el mejor del mundo. Y nadie está preparado realmente para eso... Entonces, ganar un partido, hacer un gol, ir a comer a un restaurante y que no te cobren, tener todo arriba de la mesa, todo servido, es algo difícil y hay que tener los pies sobre la tierra... La familia, las amistades, un buen representante es algo básico y fundamental... A los 23 años, el jugador tiene su auto, su casa y piensa que ya está, que terminó todo... ¡Y recién arranca!... Es rara la profesión de deportista, va en contramano del normal de la gente. A los 35 años, un médico recién está empezando a tener un nombre... ¡Y a nosotros se nos terminó la carrera!... Hay que saber qué hacer con lo que uno tiene y consiguió... O rodearse de gente que sepa y lo ayude.