Fútbol champagne y baile de Argentina ante un Brasil sometido y vapuleado
El 4 a 1 con paseo del equipo de Scaloni, fue la consecuencia de una soberbia actuación. Una actuación memorable con un fútbol de altísimo nivel que enloqueció a la multitud que colmó el Monumental.
Argentina ganó, gozó y aplastó a Brasil. Foto: REUTERS
Soberbio. Espectacular. Notable. Cualquier adjetivo calificativo sirve. Argentina sometió a Brasil. Fue un primer tiempo brillante. El 3 a 1 con el que se fueron al vestuario marcó también la diferencia adecuada para lo que pasó en esos 45 minutos de un fútbol de altísimo nivel. Fue un verdadero paseo. Y lo que llama la atención y aumenta la importancia del enorme partido que jugó la selección, es que lo hizo en un clásico y ante un rival de gran jerarquía, al que minimizó, “bailó” y superó en todos los aspectos.
El único error fue el del Cuti Romero, cuando un exceso de autosuficiencia le permitió a Cunha robarle la pelota y achicar la diferencia a un solo gol. Fue el momento de mayor injusticia que tuvo el partido, porque el 2 a 0 parcial con los goles de Julián Alvarez y Enzo Fernández en apenas 12 minutos, le estaban dando la diferencia justa a un equipo que se floreaba y que, además, combinaba eficacia y belleza.
Otro gol y silencio en Brasil
Argentina jugaba muy bien y también jugaba muy lindo. Era la mejor combinación y se lograba ante un rival de primer nivel mundial. La gente así lo entendía y bajaba el “ole” desde las tribunas, a la vez que aumentaba la desesperación y el desconcierto de una selección brasileña que apenas mostraba la velocidad y habilidad de Vinicius, tirado por el costado de Molina, para llevar algo de peligro a una defensa que, salvo por el error de Romero, no tenía ni fallas ni zozobras.
El medio está seguro. Foto: REUTERS
Mientras tanto, Argentina toqueteaba la pelota en todos los sectores de la cancha. Con una gran movilidad de los volantes, por más que Enzo Fernández se tiraba del medio hacia la derecha y Mac Allister se recostaba por el otro sector, pero la jugada del tercer gol es la prueba clara de esas posiciones movibles, cuando Mac Allister apareció por sorpresa adentro del área por el callejón del “8” y así convertir el gol luego de una estupenda habilitación de Enzo Fernández.
Costó encontrar una figura, porque la figura fue el equipo y porque, individualmente, figuras fueron todos. El tándem Tagliafico-Almada fue una pesadilla para Wesley, que además estaba amonestado y condicionado. Y Molina, que no las tenía todas consigo en la marca de Vinicius, se animaba a proyectarse y a convertirse en un elemento más de preocupación para una defensa brasileña desconcertada.
Ortiz, Joao Gomes y Endrick a la cancha en Brasil. Cuando un técnico mete tres cambios en el entretiempo, es porque realmente la cosa no funcionó. Porque no solo era el 3 a 1, sino la tremenda inferioridad futbolística de una Brasil desbordada, sometida y comiéndose una “milonga” como seguramente hacía mucho tiempo no sufría.
Vini no apareció. Foto: REUTERS
Todo esto, sin Messi
Ah, me olvidaba. Y toda esta producción, sin Messi. Detalle no menor, teniendo en cuenta no sólo la indudable trascendencia de tenerlo adentro de la cancha, sino que Scaloni ha conseguido echar por tierra aquella “Messidependencia” de la que tanto se tuvo que hablar en otros pasajes de estos años, cuando Messi tenía que encargarse de todo. Acá hay una expresión colectiva que lo protege, lo ayuda y, cuando él no está, lo reemplaza con una gran eficacia.
Recién a los 22 minutos del segundo tiempo y cuando lo único que había logrado Brasil fue equilibrar el trámite de un partido que Argentina seguía controlando aunque ya no con la brillantez del primer tiempo, Scaloni metió la primera modificación cuando decidió el ingreso de Simeone por un ovacionado Almada, de gran actuación como el resto de sus compañeros.
El de Barcelona habló más de lo que jugó. Foto: REUTERS
Y en la primera pelota que tocó, Argentina armó otra gran jugada cuando Tagliafico metió el pase al medio, se pasó de largo Julián Alvarez pero apareció Simeone para rematar con violencia desde una posición sesgada. El 4 a 1 hizo estallar de alegría otra vez a la gente y le abrió la puerta a Scaloni para que ingresen Facundo Medina y Nicolás Paz por Tagliafico y Mac Allister. Paz se tiró ahora por la derecha y Simeone cambió al otro sector.
Ese gol del hijo del Cholo logró que reaparezca el paseo argentino y la locura de la gente. También, los cambios de Scaloni para que algunos jugadores se vayan ovacionados, como fueron los casos del increíble Julián Alvarez y de Paredes, que estuvo cerca del gol con un remate desde afuera del área que sacó Bento en gran reacción, dando lugar a los ingresos de Angel Correa y Ezequiel Palacios, agotando la cuota de cambios en la selección nacional.
Nadie quería irse del Monumental, todos gozaban con un equipo que ganó, gustó y goleó en un partido brillante que seguramente recordaremos durante mucho tiempo. Raphinha dijo durante la semana que Brasil le iba a dar una paliza a Argentina. Fue exactamente al revés. Así de literal. Y además, la clara prueba de que la belleza existe. Y que además de muy bien, se puede jugar muy lindo. Inolvidable.
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