Córdoba (Enviados Especiales)
"Traigan copas que proyecto sobra" parece decir el chico de Ecuador que se hizo grande en diez años. Otra copa de la Conmebol para su jardín de infantes.
Córdoba (Enviados Especiales)
Terminó siendo un cumpleaños el Kempes, donde claramente el Sao Paulo con su historia faltó a la cita con una frialdad poco veces vista para una final continental. Ese puñado ecuatoriano de Independiente del Valle gritando “In-de-pendiente”, una cabecera (la Artime) en silencio total con la torcida brasilera de 12.000 almas y la otra cabecera sacó su DNI argentino al grito de “Brasil decime que se siente…”.
Allá abajo, en el pasto, hay una marca que se hizo grande en diez años. Se podrá decir lo que quiera de Independiente del Valle, pero siempre pienso dos cosas:
Si un slogan de la Conmebol parece armado para un solo equipo del continente la coincidencia surge sola: “CREE EN GRANDE”. Sin dudas, el que lo craneó desde el marketing parece ecuatoriano y “Rayado del Valle”.
No es Liga, no es Barcelona, no es Emelec. Es un equipo que hace apenas algunos almanaques no tenía ni siquiera este nombre actual.
En una cena íntima que organizó el propio presidente de la Conmebol en Asunción del Paraguay, previa a la final y con los dos clubes, Nery Alberto Pumpido le dijo a Santiago Morales (exitoso gerente de Independiente del Valle) que “no importan los nombres de los entrenadores de turno, a la larga lo que gana es el proyecto”. En ese rubro, Pumpido es “hincha-bolas” profesional. Nery insiste hasta el cansancio con buenos predios, canchas excelentes, elementos de trabajo, contención sicológica, asistencia de nutrición y mucha pertenencia. Todo eso que viene repitiendo hace años Pumpido en Santa Fe se resume con esta idea de Independiente del Valle.
Del partido, poco y nada. A pesar que el poderoso Sao Paulo trajo desde Brasil al Kempes su gente, las banderas, el colorido, las cervezas, caipiras, banderas e historia con tantas copas en sus vitrinas, el que parecía local, grande y protagonista era Independiente del Valle. Como si acostumbrarse a jugar finales en los últimos tiempos le diera un plus de moda a los ecuatorianos.
Hablando de esa palabrita “moda”, algo debió ser real porque desde la mitad del mundo llegaron a la capital cordobesa muchos más “Rayados del Valle” que ese puñadito que festejó hace tres años bajo el diluvio de La Olla y ante los 40.000 sabaleros.
En esos primeros 45 minutos, el gol de Independiente del Valle fue un golpe durísimo para los brasileros. Es que a partir de allí, el once ecuatoriano pareció argentino: escondió la pelota, la movió bien, ocupó espacios y empezó a “enfriar” los tiempos como marca el Manual de una Final en cualquier lado del mundo cuando un equipo va ganando.
Este Independiente del Valle, a diferencia de aquél de Paraguay, pareció mucho más argento que otra cosa. Y de tanto toquetear, hacer tiempo con la pelota, juntar pases...lo puso tan nervioso al grande de Brasil que lo terminó noqueando. Al tiro mortal se lo metió Faravelli, el mismo que había explicado en la rueda de prensa que “cuando los chicos se juntan a los 4 o 5 años a jugar a la pelota, sólo quieren hacer éso...jugar a la pelota para divertirse”. Esa explicación tan básica y natural parece la Biblia para este equipo.
Hace tres años, cuando los ecuatorianos silenciaban La Olla con 40.000 sabaleros y se daban la mano con la gloria bajo la tormenta de Asunción, el entrenador era el español (Miguel Ramírez) y uno de sus asistentes era Martín Asencio. Hoy este argentino de 37 años, periodista deportivo y admirador del “Loco” Bielsa, se dio cuenta que Marcelo tenía razón. Muchas veces, en el fútbol como en la vida, no queda otra que “tragar mierda y seguir”.
Por eso el ahora DT campeón de la Copa Conmebol Sudamericana 2022 nos decía que “en el fútbol resulta cada vez más difícil ganar”. Este sábado, sin embargo, su equipo y sus players, hicieron que ganar sea fácil...muy fácil. Y encima jugando una final contra un poderoso como es el Sao Paulo de Brasil.
Sería interesante que, antes de descalificar con frases como “viven robando jugadores en Ecuador” o “ganan porque está gerenciado y privatizado”, el fútbol del continente le rinda honores a un equipo que gana las finales de taquito y sin gente en las tribunas.
“Hace diez años esta idea ni siquiera tenía nombre”, dijo el DT campeón, haciendo referencia a que desde el 2014 se llama Independiente del Valle. Antes sólo era “Independiente”.
Y desde esta final en Córdoba, un sábado de octubre, deberá llamarse “Independiente del Talle”. Porque siempre sabe cómo vestirse de campeón cada vez que llega a la final única de la Copa Sudamericana.