El Litoral
El Rojo empató 1-1 con Flamengo en el mítico Maracaná de Río de Janeiro y alzó un nuevo título internacional.
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Télam
Independiente obtuvo la Copa Sudamericana en el histórico estadio Maracaná, de Río de Janeiro, tras empatar en la final 1 a 1 con Flamengo, reivindicando su "mística" internacional, esa que lo sigue sosteniendo como el único y merecido "Rey de Copas" del fútbol argentino.
Y con esta conquista que además le permitirá retornar a la Libertadores, la que más ganó en la historia (siete, sin perder todas las finales que disputó), recuperó, o empezó a recuperar un lugar en la historia de la mano del director técnico Ariel Holan, el "técnico-hincha" que le refrescó el "paladar negro" tradicional a la parcialidad "roja", empezando por el saludo inicial al salir a la cancha, como hoy ocurrió en un Maracaná que fue testigo de otra vuelta olímpica internacional de los "Diablos rojos" de Avellaneda.
Ni los vidrios rotos del micro que lo trasladó hasta el mítico Maracaná por los piedrazos recibidos de los "torcedores" de Flamengo, ni la franca minoría de sus hinchas en las tribunas, ni mucho menos la historia de su rival. Nada de eso amedrentó al Independiente de Ariel Holan en Río de Janeiro.
Es que con su fútbol y la lección aprendida en el cotejo de ida que llevó al técnico a realizar un par de retoques al equipo pensando más en su defensa que en su ataque, algo poco usual en él, Independiente pareció no tener nada que temer cuando saltó al césped del estadio "mais grande do mundo".
Entonces ese precepto instalado en instancias de final como estas, ante un escenario hostil por donde se lo mire, excepto en su tamaño, que se redujo a medidas más "normales" de 100 por 68 metros, de "aguantar los primeros 20 minutos", no le hizo falta al "rojo".
Es que de movida no más el conjunto de Avellaneda manejó la pelota como en el partido de ida que ganó con justicia por 2 a 1 como local, y desarrolló ese mismo juego como visitante, aunque con Nicolás Domingo como doble cinco y el vasco Fernando Amorebieta en el centro de la defensa, ocupando respectivamente los lugares que en el primer enfrentamiento fueron de Juan Sánchez Miño y Gastón Silva.
Estas dos presencias fueron las que le dieron equilibrio a Independiente cuando en el segundo tiempo del primer partido los brasileños se adueñaron de la pelota en el tramo final del segundo período.
Y si bien el dominio no era abrumador, con el fútbol de los "chiquitos" Martín Benítez, Maximiliano Meza y Ezequiel Barco, los tres hacedores de juego instalados por detrás de Emanuel Gigliotti y por delante de Domingo y Diego Rodríguez, a Independiente le alcanzaba para adueñarse del desarrollo del partido.
Sin embargo, cuando parecía tener todo controlado, el "rojo" volvió a padecer en el juego aéreo con un tiro libre cruzado desde la derecha que conectó de cabeza en el segundo palo Everton, rechazó al revés Domingo y Lucas Paquetá convirtió entrando sobre el poste izquierdo del arco defendido por Martín Campaña.
Era injusto, pero el tanto sirvió para encender el estadio ante un equipo carioca que lucía apagado en el campo de juego, sin luces futbolísticas ni tampoco enjundia como para empujar a su rival hacia atrás.
Entonces, tras el impacto inicial, el "rojo" volvió por sus fueros, y por su juego, se lo fue llevando a la rastra con la pelota en el piso al discreto conjunto brasileño, y no pasaron ni 10 minutos que el peruano Miguel Trauco tocó a Meza cuando ingresaba al área y el consecuente penal lo ejecutó Barco, quien con 18 años se paró frente al arquero César y un Maracaná repleto, para definir con la categoría de un veterano.
El cuarto de hora final del primer tiempo volvió al ritmo del comienzo, y por primera vez en la noche los 4.000 hinchas de Independiente se hicieron escuchar en las tribunas más que los 60.000 del "Mengao".
Pero si los dirigidos por Holan habían desarrollado un buen fútbol por tramos, en la segunda mitad directamente fue dueño del partido durante los 48 minutos que duró, desplegando un juego digno de la historia copera de Independiente, esa que lo llevó a sumar 17 títulos internacionales en 2017, alcanzando a Boca con dos Sudamericanas cada uno, pero dejándolo atrás con 7 Libertadores sobre 6 de los "xeneizes".
Y lo tuvo Gigliotti, junto a Amorebieta las dos grandes figuras de la final, cuando el "Puma" ganó en velocidad y con potencia para ganar por izquierda y picarle la pelota a César, pero Juan salvó sobre la línea cuando Barco ingresaba por detrás.
Pero después, a pesar de que merecía la victoria y no el empate, Independiente transitó inteligentemente por algunos minutos de contraataque puro, con Gigliotti pivoteando para Barco o Lucas Albertengo, que ingresó en la primera mitad por el lesionado Benítez.
No pasó zozobras en esa segunda parte, tocó por momentos para generar el "ole" de sus hinchas con todo lo que eso significa en un Maracaná que lo volvió a ver campeón esta noche tal como ocurriera en 1995 cuando obtuvo la Supercopa con el "Zurdo" Miguel Ángel López como entrenador.
Aquella vez el "rojo" había perdido 1 a 0, pero aprovechó el 2-0 conseguido en la ida en Avellaneda. Después llegaría nada más que la Sudamericana anterior de 2010 contra otro brasileño, pero de segunda, el Goiás, y después la "mística" del Rey de Copas debió esperar otros siete años, quedando en blanco para la última generación de hinchas la imagen de aquellos campeones de Libertadores de hace 33 años por última vez.
Pero ahora Independiente también tendrá esa nueva oportunidad, porque con este título volvió a la Libertadores que podrá disputar en 2018, en un par de meses no más, para seguir engrandeciendo, si eso es posible, la leyenda del auténtico y único "Rey de Copas".