Colón fue un dique para el barrio y el sufrimiento de Unión fue doble
El agua llegó casi hasta los travesaños de los arcos, en el Brigadier López. Unión también lamentó grandes destrozos y el final de aquella historia fue el descenso de categoría, a mitad de ese 2003.
El Cementerio. El estadio Brigadier López bajo el agua del Salado. Crédito: Archivo.
"Venite al club, traé botas de goma y te voy a mostrar el desastre que es esto...". José García era el vicepresidente de Colón en ese 2003. Las lágrimas en su rostro, la voz quebrada, balbuceante, era la reacción ante tamaño espectáculo. El agua en el campo de juego apenas dejaba ver los travesaños de los arcos. Ese hombre que cada vez que Colón jugaba ni veía el partido y caminaba cada rincón del estadio con su intercomunicador para que no se le escape ningún detalle y estar siempre listo para solucionar cualquier inconveniente, sucumbía emocionalmente frente a tanto desastre. "No sé si nos alcanzarán los 3 millones de pesos para arreglar esto. El piso de parquet del Roque Otrino, que está destruido, nos costó 300 mil dólares", le comentaba a este periodista en ese recorrido lleno de dificultades, con agua por todos lados. Lisa y llanamente, parecía que un terremoto había azotado a la institución.
La anécdota es que en el Roque Otrino había siete autos correspondientes a los premios de un bingo que había organizado la institución. Cinco de ellos estaban totalmente destruidos. A los otros dos se los había llevado la corriente. "Fue tan noble Colón con el barrio Centenario, que ofició de dique de contención de las aguas. De no haber sido por Colón y su cancha, los problemas para el Centenario hubiesen sido mayores", comentaban, también entre lágrimas, quienes asistían a ese espectáculo de tristeza, desolación y destrozos.
En Unión, la situación no era tan diferente. Ni La Tatenguita, ni la cancha auxiliar ni la cancha principal pudieron escapar a las consecuencias devastadoras del avance de las aguas. Unión tenía que jugar ante Chacarita en Buenos Aires, pero no le suspendían el partido. Para la Afa, la impresión era que "el show debía continuar". El técnico era Jota Jota López y decidió adelantarse y viajar. Por las dudas. Hasta que por fin llegó la decisión de postergar el partido que debía jugarse el domingo 4 de mayo y pasarlo para el viernes 16. El fin de semana siguiente, el del 11 de mayo, debía llegar River a jugar en Santa Fe. Ese partido se disputó en la cancha de Patronato. El partido terminó 1 a 1 y al gol de Unión lo marcó el Mago Capria.
Ese mismo domingo, Colón visitaba a Boca en la Bombonera. "Colón no hizo nada bien" fue el título de El Litoral en aquella derrota por 2 a 0. Los dos planteles, tanto el de Unión en Paraná y el de Colón en Buenos Aires, aprovecharon la circunstancia tan especial de enfrentar a los dos grandes del fútbol argentino para mostrarse con una bandera gigante de agradecimiento al pueblo argentino por los gestos de solidaridad hacia lo que estaba viviendo Santa Fe.
También Colón debió mudarse a Paraná en aquella ocasión, para enfrentarse con Banfield en el primer partido "de local" que tuvo que jugar en la cancha de Patronato. Aquél plantel sabalero era dirigido por el Patón Bauza y encontró un premio al final de aquélla temporada (a mitad del 2003), con la clasificación en cancha de Newell's para jugar la Copa Sudamericana.
El Malvicino. El agua llegó hasta el estadio cubierto del Tate. Crédito: Guillermo Di Salvatore.
Por si algo le estaba faltando a la gente de Unión que tanto daño y tristeza sufría por la pérdida de seres queridos y bienes materiales por el implacable avance de las aguas, fue el descenso de categoría. Repasar la formación de aquél equipo y saber que con esos jugadores (Capria, Adrián González, Fernando Ortiz, Nereo Fernández, el Tato Mosset, el chaqueño Giménez, entre otros) se perdió la categoría, es muy difícil de creer. No era un plantel para descender. Pero al margen de los malos resultados, las diferencias políticas entre las agrupaciones que fueron a las elecciones para definir autoridades y, posiblemente, los efectos de todo lo que se estaba viviendo, desembocaron en un descenso del que costó mucho salir a flote, pues a partir de allí, la institución permaneció en la B durante 8 años, conquistando luego el retorno en 2011 de la mano de Darío Kudelka.
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