La gimnasta rumana de 25 años, considerada en su país como "la nueva Nadia Comaneci", anunció su retiro el pasado 16 de diciembre, luego de haber competido con la élite de su deporte y atravesar un largo calvario de lesiones, dolor físico, pérdidas familiares y abandonos institucionales. Su carrera es la prueba de que "la pasta de campeón" no se mide en medallas.
Gentileza Emilia Nidae La belleza misma, en un ejercicio de suelo de Larisa Iordache.
La chica se siente afiebrada, con dolores y malestar general. Ya tuvo Covid-19 en octubre, esa enfermedad que paralizó al mundo y obligó a suspender el XXXIV Campeonato Europeo de Gimnasia Artística: previsto para realizarse del 29 de abril al 3 de mayo de 2020 en París (el masculino iba a ser en Bakú, Azerbaiyán, entre el 27 y el 31 de mayo), debieron reprogramarse por la pandemia.
La cita se pasó para Mersin (Turquía) entre el 9 y el 20 de diciembre, en un torneo "devaluado" porque Estados Unidos, Rusia y China (las superpotencias, no solo en la gimnasia artística) han decidido faltar para proteger a sus atletas (como varios otros países) para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se corrió para el año siguiente. Allí la chica se llevó el oro en viga de equilibrio y ejercicio de suelo, sus aparatos preferidos, junto con la plata en salto y en la competencia por equipos, al frente de un ensamble que es la sombra de otros tiempos (junto con el título virtual all around, ya que no hubo final del mismo). Porque Rumania fue también superpotencia, al menos de este deporte; al menos desde los míticos tiempos en que el matrimonio de Bela y Marta Karolyi presentó en los Europeos de 1975 en Skien (Noruega) a la futura estrella de Montreal 76, Nadia Comaneci.
Archivo Una foto histórica, con Nadia Comaneci.
Una foto histórica, con Nadia Comaneci.Foto: Archivo
Lo que sí recuerda la chica en ese momento es haberse subido al podio olímpico a buscar el bronce, bajo el estandarte de los "trei culori", a las órdenes de otro matrimonio de entrenadores (Octavian "Tavi" Bellu y Mariana Bitang). Allí estaba las veteranas Catalina Ponor y Sandra Izbasa, de 25 y 22 años; junto a Diana Chelaru, por entonces de 19, y la pequeñita Diana Bulimar (de 17). Pero la benjamina era ella, Larisa Andreea Iordache, con los 16 años reglamentarios: había nacido el 19 de junio de 1996 en Bucarest. En lo alto del podio estaban las imbatibles "Fierce Five" estadounidenses, el penúltimo producto de la factoría Karolyi, secundadas por las rusas.
Luchar por volver
Por eso, por la revancha, por muchas revanchas en realidad, salió Larisa a dar la pelea en la clasificación, afiebrada y dolorida en los Europeos siguientes, los de Basilea 2021 en abril, donde las todas las estrellas del continente sí dijeron presente. Como Comaneci en el Mundial del 79, Iordache salió del estadio al hospital, para descubrir que no era Covid-19, sino una falla renal provocada por todos los esfuerzos para llegar en forma. También supo otras dos cosas: que no iba a poder participar de las finales del torneo, y que su cuarto puesto en la clasificación le daba lo que estaba buscando: la plaza olímpica individual para Tokio
Así, con una foto mostrando su rostro entre contento y resignado, sentada en la cama del hospital, posteó: "Foto de hoy. Sé que hoy es la final compuesta individual, y lamentablemente no podré competir... porque aún no he salido del hospital. Pero puedo decir que estoy mucho mejor y espero que mi salud mejore cada día. Quiero agradecerles por su cuidado".
¿Por qué muchas revanchas? Revancha por la fascitis plantar en el pie izquierdo que la alejó de los primeros puestos en Londres 2012, y le impidió hacer más por su equipo. Revancha porque la mala performance del equipo nacional la dejó afuera de Río 2016, sin posibilidad en ese momento de acceder individualmente gracias a sus actuaciones en los Mundiales (plata en 2014 y bronce en 2015 en el all around, la suma de los cuatro aparatos: recordado es su ejercicio de suelo en Nanning 2014). Revancha por aquella rotura en el tendón de Aquiles del mismo pie en el Mundial de 2017, donde la ausencia de Simone Biles la hacía candidata; la imagen de Larisa llorando, llevada en andas por su entrenador Cristian Moldovan (marido de su entrenadora Loulou Moldovan, conocida como Lacramioara Filip en sus años de deportista) recorrió el mundo. Y revancha por esos tres años de silencio, dedicados a la rehabilitación, antes de encontrarse con el Covid (como contábamos al principio). Así contó su vivencia:
"Ahora realmente creo que todo sucede con un propósito y exactamente como debe ser. Tuve cuatro meses duros en los que trabajé lo más duro que pude, tuve entrenamientos cuando sentí que era el mejor y entrenamientos cuando me sentí innecesariamente débil en lo que estaba haciendo. Todo estaba en mi cabeza. Necesitaba paciencia conmigo mismo, comprensión y aceptación para llegar a Basilea.
Archivo El dolor de una de sus lesiones más graves: la rotura del tendón de Aquiles en el Mundial 2017.
El dolor de una de sus lesiones más graves: la rotura del tendón de Aquiles en el Mundial 2017.Foto: Archivo
Es terriblemente difícil captar tus pensamientos en diferentes situaciones porque he alcanzado un nivel en el que realmente no sabía cómo controlarlo. En mi mente era solo ... '¿por qué? ¿Cómo? ¿Realmente no puedo entender?' .
Pero todo mal por bien, ¿verdad?
Tuve SUERTE porque tengo a dos personas más maravillosas a mi lado y estoy seguro de que no fue nada fácil para ellos.
Me 'aguantaban' todos los días con todos mis problemas de desconfianza y falta de concentración que tenía casi todos los días. Creo que fue muy difícil para ellos y por eso los aprecio aún más y les quiero agradecer. Porque creyeron en mí cuando ya no lo hacía. SIEMPRE estuvieron conmigo.
Mis entrenadores (Loulou y Cristi Moldovan). GRACIAS: juntos obtuvimos el último boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio".
La gran herida
Pero la ordalía de Larisa no estaba destinada a terminar allí. El 27 de junio, a menos de un mes del comienzo de la cita olímpica, sufrió la perdida de su madre Adriana, en las garras del cáncer. "Que tu alma esté en paz, mami, siempre en mi corazón, mi alma y mi mente, seguirás siendo la persona más poderosa del mundo. Te amo", escribió la gimnasta en su cuenta de Instagram, donde más tarde la llamó "mi ángel guardián" y donde cada tanto sigue recordando a ese apoyo fundamental en lo deportivo, más allá del amor de familia. No hace tanto, publicó una versión del meme de las porristas (donde una sostiene a otra para que se saque una foto abrazada a un muchacho en las gradas): la porrista de arriba decía "yo", el muchacho estaba etiquetado como "mis sueños", y la de abajo, la que sostiene el encuentro como "mi mamá".
"Tres días después del lamentable hecho ocurrido en mi familia, me deprimí un poco y con la ayuda de mis entrenadores me levanté despacio, despacio. Ya no quería hablar con nadie, no quería comunicarme más, y el Sr. Cristi me tomó de los hombros y me dijo 'El campeón que hay en ti no quiere darse por vencido'. Fue entonces cuando me desperté a la realidad y dije que no quería rendirme ", le dijo Lari (o Pikachu, como la llaman sus entrenadores) al periodista Teodor Serban.
La batalla de Tokio
Y así partió hacia la capital nipona, en delegación con su compatriota Maria Holbura, que ganó un lugar individual después de terminar en el puesto 54 en el Campeonato Mundial de 2019 (donde integró el equipo que salió 22°, el más bajo resultado para Rumania en mundiales). En Tokio se esperaba de ella un buen papel en la final individual y su acceso a alguna final por aparatos. Pero el día del entrenamiento de podio, la Federación Internacional confirmó que Iordache estaba lesionada de un tobillo y solo actuaría en barra de equilibrio. Lo hizo, y de forma destacada. Fue puntuada con 14,133, superada solo por las chinas Guan Chenchen y Tang Xijing (a la postre, oro y plata en la final) y por la estadounidense Sunisa Lee. Por detrás, entre otras, Simone Biles (bronce en la final, la única que disputaría) o la entonces vigente campeona olímpica de la especialidad, la neerlandesa Sanne Wevers.
En la salida de su buen ejercicio Iordache se resintió del tobillo y tuvo que pedir asistencia para salir de allí rengueando y sufriendo: dolores del tobillo izquierdo maldito, pero también del alma. El 25 de julio posteó una foto donde se la veía abrazada a Loulou Moldovan, con una frase en inglés: "Enfócate en la meta, no en los obstáculos". Pero el esfuerzo contrarreloj de recuperación en esos nueve días hasta a la final no pudo ser. Así lo explicó en sus propias palabras, publicadas junto a fotos del momento en que entre llantos debió bajarse de la competencia, minutos antes de la misma:
"Nunca entenderemos por qué el camino que elegimos es tan difícil para nosotros en momentos en los que necesitas dejar ir en silencio lo que quieres hacer.
Intenté y esperé hasta el último minuto para esta final olímpica. Desafortunadamente, mi camino es difícil... este dolor de tobillo que siento está más allá de mi tolerancia como ser humano.
Quería hacerlo por mí mismo. Para mí y para el ser que me empujó en este camino, que lamentablemente ya no está conmigo y ya no puedo recibir una palabra de aliento de ella... pero sé que tengo el amor incondicional de mi familia. ¡Los amo!
Es difícil, difícil ... porque esta vez realmente pensé que todo estaría bien. Pero el camino no se detiene aquí con esta infructuosa oportunidad.
En este momento me estoy tomando un descanso y comenzando de nuevo cuando estoy listo para retomar todo desde un punto de vista físico y pacífico.
Quiero decirles a mis entrenadores que los amo porque independientemente de su situación, ellos creyeron en mí y en todo lo que hice. Y porque empezaron conmigo en este camino, incluso cuando no teníamos a nadie cerca de nosotros. Y que los aprecio a ustedes, los que me daban esperanzas y coraje".
Gentileza Filippo Tomasi Una foto famosa, donde se puede apreciar la pasión y la gestualidad de Larisa durante su rutina.
Una foto famosa, donde se puede apreciar la pasión y la gestualidad de Larisa durante su rutina.Foto: Gentileza Filippo Tomasi
Mientras Iordache veía alejarse el sueño por el que tanto había luchado, alguien salía corriendo a avisarle a la primera reemplazante de la clasificación, la japonesa Urara Ashikawa, que se presentara en la arena, donde saldría sexta: un recuerdo para su épica personal.
Final abierto
"Estoy haciendo terapia, porque tienes que descubrirte a ti mismo, antes que nada, tienes que sentirte bien en tu piel. Al hacer terapia aprendí a aceptarme a mí mismo, incluso cuando no me encuentro bien. Porque no podía soportarlo y estaba pasando por un muy mal momento. Y yo iba a algún sitio muy bajo y no podía levantarme más", explicó la gimnasta a Teodor Serban en septiembre, cuando todavía pensaba en ir al agotador mundial de octubre (del que se bajaron la mayoría de las olímpicas) y entrenaba dos veces al día, de lunes a viernes, mientras asistía a terapia psicológica. "Me alegro de poder ir, esa fue la razón principal por la que volví al gimnasio. Me he estado recuperando mucho últimamente. Trato de mantener mi moral alta y mantener mi psique fuerte porque la vida sigue sin importar cuál sea la situación", dijo Larisa Iordache.
Lari también revelaba sus pequeñas satisfacciones: "Me gusta estar con mi novio, ver películas de amor, me gusta escuchar música clásica. Los momentos que pasé con mi sobrino me cargan la batería al máximo".
Después de ganar el Premio al Deporte y Fitness en los The Artists Awards de su país, el 18 de septiembre, y luego de viajar a Viena para su séptima operación en el tobillo, Lari anunció su retiro el 16 de diciembre, en el podcast Fain & Simplu, conducido por Mihai Morar. "Me retiro con la mente tranquila. Ya no tengo ninguna intención de ponerme a prueba psicológicamente preguntándome si podría haber hecho más. Todo lo que hice este año y el año pasado cuando volví a entrenar, lo hice lo mejor que pude. Aprendí de todas las dificultades por las que he pasado. Hoy estoy en paz conmigo mismo".
Allí no dejó pasar una crítica a la Federación Rumana. "Su reacción fue preguntarme cómo pude superar mi dolor de riñón pero no un dolor de tobillo. Solo quería que me pregunten si estaba bien, si me sentía bien física, psicológicamente. Personalmente, no recibí ninguna llamada de la federación después de regresar de Tokio. Solo sucedió hace unos días cuando decidí operarme. La Federación me contactó a través de mis entrenadores. No me parece normal. Traté de pedirles una charla pero no sucedió".
Así, la que fuera llamada "la nueva Nadia Comaneci" se sacó ese peso de encima, y lo puso sobre los hombros de los directivos. Pero también con la promesa de volver como entrenadora, para seguir llevando la gimnasia al siguiente nivel y hacer ondear nuevamente la tricolor en lo alto del podio.