(Enviado Especial a Doha, Qatar)
El “10”, que había jugado sin espacios en el primer tiempo, asumió el protagonismo con un lindo gol desde afuera del área. Enzo Fernández lo imitó y se ganó un lugar que debe ser más preponderante en el equipo.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Tenía que aparecer él y sólo él. Lionel Messi (7) no había tenido espacios, sufría el acoso permanente de los jugadores mexicanos (lo marcaban de a tres o cuatro) y no pesaba, sobre todo en ese primer tiempo insulso de la selección. La espera de los mexicanos muy cerquita de su propia área obligaba a tomar decisiones más drásticas, por ejemplo a rematar desde afuera del área. Y así lo hizo Messi, que en la primera posibilidad que tuvo para dominar la pelota, sacó el zurdazo seco que se metió junto al palo izquierdo de Ochoa para empezar a definir el partido y sacarnos también las tensiones que nos ataban.
Dibu Martínez (6) apareció oportunamente para volar en forma espectacular y detener el tiro libre de Vega que buscaba la red de su arco. Luego, transmitió seguridad siempre pero sin demasiado trabajo.
Argentina sigue sin encontrar el jugador que se quede con el puesto de marcador lateral. Montiel (5) se mostró como salida en el primer tiempo, pero no pesó en sus proyecciones. Molina (5) pareció darle alguna alternativa más firme a la hora de sumarse al ataque, sabiendo que el equipo siempre quedaba parado con cuatro atrás (Scaloni armó línea de cinco para que tanto Molina como Acuña acompañen sin problemas a los de arriba). Lisandro Martínez (6) tuvo una labor sobria como primer marcador central, complementándose sin problemas con Otamendi (6), en tanto que Acuña (5) amagó varias veces a utilizar la banda para llegar hasta el fondo, pero le faltó decisión para llevarlo a cabo. Cuando Scaloni armó la línea de cinco, sumó a Romero (5), quien se paró en el centro y fue el respaldo para sus otros dos compañeros de la zaga central.
En el mediocampo, es bajo el rendimiento de De Paul (4). Scaloni lo mantiene, no sólo como titular, sino también dejándolo durante los 90 minutos cuando tranquilamente podría haber sido uno de los reemplazos. Guido Rodríguez (4) tampoco tuvo gravitación en el partido y Alexis MacAllister (6) hizo un trabajo interesante por izquierda, al menos el más decidido para encarar. Scaloni cambió en el segundo tiempo y le salió bien. Metió a Enzo Fernández (7), otro de los jugadores destacados del equipo. Entró bien e hizo un golazo, internándose en el área para colocar la pelota combada al segundo palo de Ochoa. También el técnico apostó a Ezequiel Palacios (5), en esta búsqueda constante que está haciendo para encontrar el mediocampo ideal, experimentando sobre la marcha.
Arriba, Di María (5) tuvo algunos arranques interesantes, pero sin profundidad ni aportando peligrosidad. Volcado por derecha, se repitió en el dominio de la pelota y la necesidad de encarar hacia adentro para meter el centro. Lo hizo muy repetitivo. Lautaro Martínez (4) fue totalmente anulado por los defensores rivales y no tuvo precisión ni ductilidad con la pelota, mientras que Julián Alvarez (6) aportó entrega, sacrificio y presencia. Al menos, aprovechó que tuvo más espacios que Lautaro para hacerse notar.
De un primer tiempo opaco, sin brillo, intrascendente y lleno de ataduras, pasamos a un segundo tiempo en el que la jerarquía individual hizo su inestimable aporte para que el partido se incline a favor de nuestra selección. Scaloni ensaya y prueba sobre la marcha. El tema es que acá no hay tiempo para el siempre ponderado “prueba y error”. Si se equivoca, va para afuera. Y el miércoles, otra vez, el gran compromiso de este equipo debe ser ineludiblemente con la victoria ante Polonia para clasificar y quedar primero en el grupo.