(Enviado Especial a Tucumán)
Ya quedó atrás aquello de que los técnicos se van cuando pierden tres partidos seguidos. Algunos se van cuando ganan. Y otros, como el poco profesional e impresentable de Méndez, cuando su equipo hilvana una racha de seis partidos sin perder.
(Enviado Especial a Tucumán)
No es saludable volver sobre el tema Méndez. Sólo quiero decir una cosa: ni siquiera se dignó a llamar a aquéllos dirigentes que lo acompañaron en todas, que estuvieron al lado de él y de su cuerpo técnico y que seguramente se habrán esforzado para que no les falte nada o para ser el “paño de lágrimas” en los momentos complicados que les tocó vivir. Pero, ¿qué puede esperarse de alguien que ni siquiera fue frontal y sincero con sus propios futbolistas, que se enteraron de que se iba a Vélez por un comunicado de la comisión directiva de Unión y no de su propia boca?.
Otra cosa: algunos sostienen que a los técnicos hay que firmarles una cláusula por la cuál deberían resarcir a los clubes en caso de abandono del cargo. ES UN ARMA DE DOBLE FILO. En un altísimo porcentaje de los casos, la decisión de ponerle punto final al vínculo no viene de la mano del técnico sino de los propios dirigentes. Y si el técnico renuncia, en la enorme mayoría de los casos lo hace porque los resultados no dan para más y no se siente respaldado por el plantel. Punto. En esos casos, lo que se acuerda con los técnicos es no pagar la totalidad del contrato. Spahn lo dijo claramente: en Unión, a Munúa se le pagaron tres de los nueve meses que faltaban para terminar el vínculo; a Marini, uno; el resto se fue cobrando hasta el último día trabajado. Ninguno exigió la totalidad del contrato. Si en el contrato se le exige una cláusula resarcitoria al técnico, se le abre a éste la puerta para que él reclame todo el contrato si lo echan. Nadie se animaría a hacerlo en un contexto en el que generalmente el que incumple es el club.
Punto y aparte con el tema Méndez. En el “José Fierro” tucumano, la alegría duró poco y se empañó con la renuncia de Pusineri. No todos se sorprendieron. Pasaron cosas raras en Atlético. A Abbondándolo (ex vice, actual vocal, hombre muy fuerte del fútbol que debió renunciar por las presiones recibidas luego de haber ido el domingo a la cancha de Boca a la despedida de Riquelme mientras Atlético jugaba con Sarmiento) lo echaron y esto cayó muy mal en Pusineri. De inmediato, apareció el nombre del “Laucha” Lucchetti para hacerse cargo de la secretaría técnica (función que desempeñaba Abbondándolo en el día a día con Pusineri) y de allí la decisión final que Mario Leito, el presidente de Atlético, aceptó. Y se la veía venir.
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