(Enviado Especial a Salvador de Bahía, Brasil)
Dijo que “al principio fuimos un equipo muy largo y en el segundo entendimos cuál es el camino”. El técnico dio una explicación no muy convincente de por qué sacó a Agüero cuando el equipo perdía.
(Enviado Especial a Salvador de Bahía, Brasil)
Hay verdades que saltan a la vista y otras que están ocultas o no se las quiere mostrar como tales. Es cierto que esto recién empieza y que en un torneo así, Argentina tiene chances de clasificar (entran a la fase final los dos primeros y los dos mejores terceros de tres grupos de cuatro selecciones). Es decir, en esta primera fase sólo hay cuatro que se vuelven a casa. Y suponemos que no seremos nosotros, lo cual se transformaría en un verdadero colapso futbolero del que no sé cómo se saldrá. Las otras verdades que subyacen ocultas tienen que ver con la falta de juego y con esa falta de identidad y de estilo que uno sigue observando en todo este proceso.
El mismo Messi lo señala cuando dice que “el camino es el del segundo tiempo, el que hicimos en esos primeros 30 minutos de esa etapa, cuando pudimos recuperar la pelota más adelante, nos metimos en el campo de ellos y tuvimos posesiones más largas. En el primer tiempo había una gran distancia entre los que estábamos arriba con los que salían jugando desde atrás y ese fue un error que corregimos para el segundo tiempo”. Una verdad absoluta que encierra una gran pregunta: ¿por qué el equipo hizo lo que hizo en el primer tiempo?, ¿por qué se paró para jugar de contragolpe?, ¿por qué se lo dejó jugar a Colombia y por qué no se tuvo más la pelota y no aparecieron, salvo algunos esporádicos toqueteos entre él y Lo Celso, esas sociedades que a esta selección le cuesta gestar?
“Siempre cuando se pierde es grave para nosotros, siempre se lleva todo a lo máximo, por eso tenemos que respaldarnos en un grupo unido, como se está haciendo de a poco. Esto recién empieza y ahora hay que ganar los dos partidos que restan”, fueron otras de las frases de un Leo Messi que no parecía tan abatido y que quizás mantiene viva esa llama de esperanza, lo cuál no está mal, pero hay que ayudarla. Apurado por Nicolás Novello, siempre a su lado y tratando de ordenar algo que no costó demasiado teniendo en cuenta que no se trata de esa marea de periodistas que esperan a los jugadores en una copa del mundo (esto es algo más chico) y se pueden manejar mejor los tiempos, pero al menos dio sus explicaciones y su visión de esta realidad que a todos nos angustia. Hasta por él mismo.
Anteriormente, el otro Lionel del grupo –el técnico Scaloni- había explicado por qué hizo el cambio de Matías Suárez por Agüero. “Suárez puede jugar de centrodelantero o tirado por izquierda. No quería amontonar gente. Estábamos bien a pesar de que perdíamos y entendí que no debía desarmar esa estructura… Ya está”, dijo el entrenador. Es cierto que en el momento de la convocatoria, Scaloni señaló lo que dijo este sábado por la noche en Bahía. Es cierto que Suárez jugó mucho tiempo de centrodelantero en Belgrano, a veces como único punta, pero también es verdad que resulta muy difícil digerir cuando un equipo va perdiendo y se lo saca al “9”. La lógica indica otra cosa. Inclusive, hasta podría haberlo hecho distinto si aprovechaba la mayor capacidad goleadora de Lautaro Martínez, por ejemplo. Suárez puede ser un buen complemento para un centrodelantero porque tiene atributos de juego que le permiten jugar arriba pero como alguien distinto al que debe estar en el centro del área para terminar lo que otros construyen. Quizás hasta en esto pensemos que el jugador indicado es Agüero y, en realidad, Agüero necesita otras cosas para repetir, en la selección, todo lo bueno que hace en el fútbol inglés.