El entusiasmo de los argentinos se transformó en una marca registrada. ¿Servirá para vencer a Francia el próximo 21 de septiembre en el Tokyo Stadium?
El entusiasmo de los argentinos se transformó en una marca registrada. ¿Servirá para vencer a Francia el próximo 21 de septiembre en el Tokyo Stadium?
La palabra «pasión» suena y resuena en los cuatro puntos cardinales de Japón, cada vez que se consulta acerca de las chances del seleccionado argentino de rugby en su excursión por esta RWC.
Es que, a lo largo de los años, el paladar extranjero se deslumbra con el coraje y las muestras de sensibilidad del equipo que hoy conduce Mario Ledesma.
“Creo que es difícil explicarlo con palabras”, se adelantó a decir el joven pilar Santiago Medrano y completó “es más lo que se siente en la cancha”.
Resulta confuso para un argentino, interpretar a qué se refieren exactamente los cultores del rugby extranjeros, cuando utilizan la palabra pasión para describir una de las grandes virtudes de Los Pumas. En ese sentido, Medrano destacó que “no creo que lo digan porque nos emocionamos cuando suena el himno, sino por la intensidad con la que vivimos todo el juego en general. Sin lugar a dudas es algo que nos diferencia del resto”.
Una muestra de esa pasión con la que se describe a los argentinos, se vio en los más de 8 minutos del alargue del partido ante Irlanda por la RWC 1999, que le permitió al seleccionado sudamericano pasar de la etapa clasificatoria por primera vez en su historia en Copas del Mundo. También repitió en la RWC de 2007 al vencer a Francia en el partido inaugural. Pero muchos creen que la pasión argentina va más allá del rugby, y que es un estilo de vida.
Nicolás Sánchez, quien se perfila para ser el apertura en el debut con Francia, explicó que “es la entrega que tenemos siempre, pero que se potencia en los momentos difíciles”.
El último goleador de la Copa del Mundo 2015, en Inglaterra, fue más allá y no dudó en decir que «nosotros estamos convencidos de que Los Pumas no van a mostrar únicamente pasión en este Mundial, sino que verán trabajo, sacrificio y otra cara del equipo”.
La vehemencia en Tomás Lavanini, supo mostrar una pasión sin control, que en algún momento le jugó en contra a la hora de entrar a las canchas de rugby.
El segunda línea, dueño de una talla imponente, tuvo hace algún tiempo un cambio notable en su actitud, porque su “pasión” generaba infracciones en contra del equipo y hasta lo marginaba del juego al recibir tarjetas amarillas.
Tomás reveló que “para mí siempre es un orgullo representar a mi país” y, puntualmente sobre su temperamento, remarcó que “la agresividad siempre tiene que estar, pero controlada por la técnica”, y agregó: “lo pude cambiar, a pesar de que a veces te provocan y saben a quién buscar para que reaccione, pero con el tiempo uno va madurando y lo mejoré bastante”.
Crédito: Juan Cruz Carrizo / Joaquín Galán para RWC