Si bien con esa frase deja una “puerta abierta”, a los 34 años, y ante Rowing el 13 de agosto, el back jugó su último partido con la camiseta del CRAI. Es de los pocos “privilegiados” que pudo compartir cancha con su papá.
Ante Rowing, el 13 de agosto, Jorgito Qüesta jugó su último partido. Crédito: Luis Cetraro.
Algo bastante habitual en el rugby local, el de clubes es que cuando un jugador decide retirarse no se le crea mucho. A muchos se les dice que tienen “más despedidas que los Chalchaleros”. Este no sería el caso (al menos por ahora) de Jorge Qüesta (“Jorgito”), más allá que no sería la primera vez en optar por alejarse de las canchas.
“La primera decisión es no jugar más. Quizás viene de la mano de problemas de rodilla que tengo desde hace mucho, también por una cuestión de tiempo. El cuerpo ya no rinde tanto como antes”, fueron los primeros conceptos vertidos en “La Guinda” por el back Gitano”.
“Estuve un año sin jugar, y cuando volví, esteba Elmer (Alejandro Capobianco) de entrenador y le dije que quería jugar de medio scrum para no golpearme tanto, en el tercer equipo, tranqui... A las tres semanas estaba de centro en Primera”, comentó Qüesta respecto a lo que ocurrió tras su “primer retiro”.
Más allá de lo que termine pasando, está claro que no se imagino fuera del club. Seguramente en la Autopista habrá algo para hacer.
"Los Qüestas". Facundo, Jorgito, Tito y Jorge. Tres en cancha, uno de entrenador. Fue en Universitario. Padre e hijo jugando juntos.
Jorgito Qüesta es uno de los pocos privilegiados (me animo a decir en el país) en tener la oportunidad de jugar en la Primera de su Club junto a su padre, Jorge. “Fue hace mucho, un partido en Universitario, donde estaba mi tío ‘Tito’ como entrenador y también estaba en cancha Facu, mi primo. Fue una muy linda experiencia. A mi de chico mi viejo me llevaba a todos lados. Siempre tuve de ídolos a los de la Primera del club, como por ejemplo Jorge Fernández. Armaba una revistita, en modo periodista, de todos los partidos. Cortaba las fotos del diario, las pegaba...entonces verlo a mi viejo ahí era algo muy groso. y llegar a la situación y tener la posibilidad de jugar con él, fue increíble. Fue un partido nomás, pero es una de los grandes cosas que me dio el rugby”.
Para Qüesta, la participación de CRAI en el Torneo Nacional de Clubes de 2016 fue “nuestra época dorada. Estábamos muy entrenados. Nos juntamos al finalizar el TRL 2015, donde fuimos segundos, y nos propusimos ponernos las pilas, arrancar temprano y como corresponde. Concentrábamos, practicábamos juntos, comíamos bien, hacíamos pileta. Estaba muy buen armada la parte física por el profe”.
“Arrancamos jugando con La Tablada en CRAI. Ese día me acuerdo de unas palabras de ‘Gogui’ Damiani que era el capitán, para mí el mejor por lejos, tan emocionantes que salimos prácticamente todos llorando a la cancha. Ganamos ese partido, también en su cancha y después chocamos con Tala. Un torneo en el cual también le ganamos a Newman y La Plata. Para mi gusto, la mejor época, la que más disfruté porque venía un poco de la mano de los resultados y rendimientos”.
"Época dorada". Con la 13 en la espalda, Qüesta se agacha para festejar uno de los tries ante Newman por el Nacional de Clubes 2015. Crédito. Luis Cetraro.
El 2022 de CRAI
Está claro que la presente temporada no fue lo pensado inicialmente por jugadores y entrenadores del Plantel Superior “Gitano”. Más allá de algunas renovaciones habituales, CRAI padeció muchas lesiones de largas recuperaciones, lo que implicó que el plantel se “achique” en cantidad. Algo que, a la larga, es complicado en un torneo tan exigente y competitivo como el Regional del Litoral.
“Hubo mucho cambio, hay una nueva generación de jugadores, es un equipo joven. Me pasó darme cuenta que tenía en la línea dos centros de 19 años, un wing de la misma edad, y los más cercanos a mi eran Francisco Alberto y Ramiro Del Sastre, a quienes ya les saco 7 y 8 años respectivamente”, comentó Jorgito, de 34 y agregó que “tuvimos que armar el equipo a principio de año medio a los golpes, en base a lo que teníamos. A todos nos afectó la pandemia y non fuimos la excepción. Hoy están jugando chicos con 4, 5 o 6 partidos en Primera”.
El 16 de julio, en la Autopista, Qüesta disputó su último clásico ante Santa Fe Rugby Club. Crédito: Luis Cetraro.
Más allá de no haber podido estar más arriba y de haber “zafado” de la Reclasificación, CRAI estuvo muy cerca de quedarse con partidos ante rivales, a priori, superiores. Ambos clásicos con Santa Fe Rugby, los pierden por pocos puntos; antes que GER, por muy poco no le quita el invicto a Estudiantes; y tuvieron partidos muy parejos también con Duendes, Jockey y Old Resian. “Lo mejor del torneo fue que estuvimos muy parejos con todos. Años anteriores quizás los rosarinos te sacaban algo más de diferencia. En este 2022, con CAE en la primera ronda, estuvimos a un pick and go de entrar, ganar y sacarles el invicto. Los dos clásicos con SFRC también fueron muy parejos. Y el resto lo mismo. No estuvimos tan cerca en el resultado, pero nos daba la sensación que si hubiéramos hecho algo un poquito mejor, lo podíamos ganar”.
“Hay varias cosas para resaltar del plantel. Sobre todo de los más chicos, el tema de la cabeza. A mi me sorprende. Son diferentes generaciones, pero hoy en día son unos fenómenos, me llevo muy bien con todos. El capitán, Ale Molinas, todo el tiempo positivo. Me saco el sombrero porque llevó todo muy bien para adelante. El problema no venía por ese lado: no había negatividad, en ese sentido estábamos perfecto. Pero en un momento nos dimos cuenta que éramos pocos. Ahí hubo que empezar a subir chicos de la 19. La cabeza me parece excelente, y creo que ahora mejor después de un par de semanas con bastante nerviosismo”, aseguró Qüesta.
El último partido
El pasado 13 de agosto CRAI jugó ante Rowing en la Autopista. Esa la despedida de Jorgito Qüesta. Los días previos a ese encuentro en el cual alguien tiene una decisión tomada, no son fáciles, pero se disfrutan.
“Tuve un par de sensaciones. Ya venía madurando la decisión desde el último clásico con Santa Fe Rugby, donde me volví a golpear la rodilla. Ahí me hice una resonancia, no fueron buenos los resultados y eso me dejó pensando qué hacer. Y más allá que había sido un golpe fuerte, tenía que empezar a pensar un poco más adelante. Entonces me propuse jugar los dos últimos partidos y los viví así. Disfrutando de la semana. Más allá que uno ande a las corridas después del trabajo, llegar al club es lo más lindo que hay. Te lo dice cualquiera, y más aún cuando uno lo disfruta a pleno, es hermoso. Ahí se te va la mala onda, todo. Lo viví así: lunes, martes y jueves, incluso entrando a la cancha en un partido clave con Rowing. Ya la presión no pesa tanto y entras a disfrutar el partido, a pasarla bien”.
Sobre el final, y teniendo en cuenta lo manifestado en el inicio de la nota de que “no se le cree mucho” a los que deciden retirarse”, Jorgito reforzó esta teoría comentando con gracias que cuando terminó el partido con Rowing “muchos no me quisieron saludar. Para arrepentirme tengo tiempo”.