El santotomesino que es delivery de contenedores y combina medias rojas y negras por Colón
El “Negro” Abasto tiene 65 años y vive en esta ciudad desde los 29, cuando abandonó Santo Tomé para venirse a Estados Unidos buscando un progreso que consiguió.
Eduardo Abasto, el santotomesino de 65 años. Crédito: El Litoral
Muchos lo conocen como el “Negro”, sobre todo en Santo Tomé, la tierra en la que nació. A los 29 años se vino a vivir a New Jersey e hizo de todo para sobrevivir. Eduardo Abasto ya tiene 65 y ama a Santo Tomé, lo repite a cada momento. Pero también admite que “la Argentina está inestable… Disculpen muchachos, pero a mi querida Santo Tomé sólo vuelvo de visita”.
Arrancó trabajando en una bodega, atendiendo al público, hizo sándwiches y encontró su lugar en Estados Unidos manejando camiones. Sacó la licencia, trabaja para una empresa y se dedica a hacer un “delivery de contenedores”. Vive bien en compañía de Carmen, una cubana que conoció y con la que comparte su vida. “Sé a qué hora entro a trabajar pero nunca sé a la hora que salgo. No le escapo al trabajo y si me aparece algo a las 4 o 5 de la tarde, cuando ya es la hora de pensar en terminar la jornada, no tengo problemas en tomar el trabajo y hacerlo. Eso me ha permitido que el dueño de la compañía, por ejemplo, me dé las semanas necesarias de vacaciones para conocer Alaska, que era mi sueño… ¡Y nos fuimos en auto!... Demoramos como ocho días en llegar, pero el viaje es alucinante”, cuenta el “Negro” Abasto.
“Adoro a Santo Tomé, allá corrí en bicicleta, jugué a la pelota, nadaba en el Salado y no puedo olvidarme de los muchachos a los que extraño… Me voy a morir diciendo que no le puedo pedir más a Santa Fe, empezando por Colón… Tenemos la cerveza, los alfajores, Reutemann, Monzón, agrego a Messi que es de la provincia… ¡Hasta el tecladista de Rata Blanca, mi grupo preferido, es de Santa Fe!”, señala con emoción y admite que alguna vez pensó en volverse, pero que “alguien me hizo entender que todo lo que había hecho era una inversión y que no podía tirarla así nomás porque sí”.
El amor por Colón es tan grande que confiesa: “Tendría que mostrarles mis pies para que vean. Cuando me pongo una media roja, la combino con una negra. No me importa que se den cuenta. Mi amor por Colón va mucho más allá del qué dirán…”.
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