(Enviado Especial a Buenos Aires)
Por Libertador, el desfile de la gente se hizo constante desde muy cerca del mediodía. Y se podía comprar de todo.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Ya desde nuestra salida hacia Buenos Aires, en la misma Terminal de Santa Fe, nos encontramos con Willy, el panadero de Alto Verde que allí estaba con sus canastos con mercadería preparados para “ganarse el mango” en las adyacencias del Monumental. “Tengo familiares que me van a estar esperando, así que acá me voy con todo preparado”, contaba, dejando al desnudo su alegría y esperanza de poder vender todo y ganarse unos pesos, a pesar del importante gasto de trasladarse hasta capital federal.
Ni hablar de quiénes se apostaron con sus carritos para vender, lisa y llanamente, de todo. Desde los tradicionales panchos, choris, lomitos o hamburguesas (con precios que oscilaban entre los 1.200 y 1.500 pesos), hasta los que ofrecían banderas chicas por 2.000 pesos o las más grandes por 3.000.
El más curioso fue el que vendía réplicas de la copa del mundo, a tamaño natural, por un valor de 6.000 pesos. “¿Se venden?”, fue la pregunta de El Litoral. “¡Por supuesto! En el obelisco vendí un montón y acá me está yendo muy bien”, fue la rápida y contundente contestación.
Los “pinta caras” también fueron furor. Simplemente pasando el mismo por la cara, se podía dibujar en la mejilla la bandera celeste y blanca. Y todo por la módica suma de 300 pesos, la “bijouterie” más accesible desde lo económico.
Con tiza y carbón, un joven hacía las delicias de la gente dibujando en la calle la cara de Lionel Messi. Con una foto del “10” al lado, pacientemente la iba moldeando ante la mirada sorprendida de todos, especialmente de dos cordobeses que apelaron a ese humor que distingue a los habitantes de la Docta: “Acá estamos, parecemos los representantes, gritamos para que le metan billetes en la gorra… Si le sale bien, repartimos… Si le sale mal, disparamos”, dijeron los cordobeses, entre sonrisas y disfrutando del fernet que nunca abandonan.
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