(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Con De Paul lesionado (aunque él mismo publicó en su Instagram que “está todo bien”), Scaloni arma la estrategia para superar a un rival que es europeo pero que tiene la técnica de un sudamericano. Viernes a las 22 (16 de Argentina) es la cita en Luseil.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Es cierto que son 26 los de la lista. Es cierto que todos los que están son jugadores de elite y capaces de hacer lo suficiente para que el nivel se mantenga. También es cierto que hay jugadores que tienen un plus extra para aportar. No hablemos de Messi, hablemos del resto, de los “terrenales”. Quizás haya jugadores que puedan brindar una igual o mejor prestación futbolística que De Paul. Pero conjugar entrega, dinámica, personalidad y juego, difícil. Máxime en este preciso momento en que empezábamos a codearnos con la mejor versión de De Paul, ya entrando en confianza y plantándose como lo que es: un jugador referencial.
Si Argentina pierde a De Paul (lesionado en la práctica de este martes luego de un remate al arco) y arma el mediocampo con el ingreso de Paredes, quizás no pierda en lo futbolístico. Pero el fútbol tiene otras cosas en las que De Paul aporta. Y si De Paul no juega, ese plus se pierde.
Por el contrario, crece la expectativa de tenerlo a Di María desde el arranque. En tal caso, su retorno a la titularidad es indiscutible; y Argentina, cuando pocos lo esperaban, tendría cuatro cambios: Montiel por Molina, Tagliafico por Acuña, Paredes por De Paul y Di María por el Papu Gómez. ¿Qué sorprende?, ante todo, la cantidad. Y esto es algo que se provoca, sobre todo, por la decisión que tomaría el técnico de cambiar a los dos laterales. La inclusión de Montiel se tolera, pues más allá de que no anduvo bien cuando le tocó jugar, tampoco Molina ha dado seguridades en una defensa que tiene, por ese costado, el punto débil. Llama la atención que Scaloni cambie a Acuña y lo saque del equipo. Máxime teniendo en cuenta que la subida del extremo que juega por derecha en Holanda, no tiene un retorno rápido y se puede aprovechar “atacando” el espacio que deja libre, teniendo en cuenta que Paises Bajos es un equipo que se para con línea de tres atrás, con dos carrileros que se abren en ataque para jugarle a los dos delanteros que van por adentro.
Contra Estados Unidos, Paises Bajos manejó menos la pelota que el rival, llegó menos también pero fue más efectivo. Así consiguió el 3 a 1 con el que consiguió la clasificación para estos cuartos de final en los que se enfrentará con Argentina. ¿Hay que poblar el mediocampo?, es la pregunta que se impone. Quizás tener un poco de cuidado con el juego interno que intenta Holanda, con De Jong como eje. Pero está dicho que no siempre se preocupa por tener más la pelota que el rival. A Estados Unidos le ganó bien, pero tuvo muchas dificultades para empatar con Ecuador y eso que abrió el marcador apenas iniciado el partido. Lo reconoció el propio Van Gaal, cuando al final del partido le dijo a Lechuga Alfaro que su equipo –el ecuatoriano- había merecido la victoria.
Scaloni manifestó en varias ocasiones que piensa en su equipo, pero también está claro que toma en cuenta el rival. Posiblemente, las decisiones –sobre todo con respecto al armado del esquema defensivo- tenga en consideración lo que plantea el rival. Tagliafico jugó varias temporadas en Holanda, conoce a los rivales que va a enfrentar y posiblemente sea uno de los motivos por los que Scaloni confía en él para este partido decisivo. A partir de estas decisiones en cuanto a nombres que salen y otros que entran, la realidad es que si a Argentina le dan la pelota, no tendrá reparos en aceptarla y manejarla, porque forma parte de su estilo y su identidad futbolística. Deberá tener más claridad y decisión para arriesgar y no desperdiciar ocasiones, como pasó ante los australianos. Esto puede resultar peligroso frente a un equipo que, precisamente, ha mostrado esa virtud, la de la eficacia frente al arco rival.
“Es 50 y 50” coinciden todos. Puede ser. De lo que no hay dudas, es que más allá de que Van Gaal se encargó de recordar que en aquella semifinal en Brasil, hace ocho años, “Messi entró poco en juego con la pelota”, Argentina lo tiene y en un buen nivel. Y un buen nivel de Messi es sinónimo de desequilibrio y de contagio para sus compañeros, quiénes más que ninguno quieren ayudarlo para concretar ese sueño que persigue desde hace cinco mundiales.