El fenómeno fue por la "pérdida generalizada del poder adquisitivo de los salarios". Está demostrado que impedir embarques no baja los precios internos. Y más aún que el carnicero no contagia en sus pizarras el virus de la inflación.
Un informe de macroeconómico de Crea que "el consumo interno de carne se redujo un 15% entre 2018 y 2020 pese a que la oferta de carne aumentó, lo que permite inferir que no se trata de un fenómeno de abastecimiento, sino que corresponde a una pérdida generalizada del poder adquisitivo de los salarios".
La evaluación macroeconómica de la asociación civil -reúne a más de 2 mil empresas agropecuarias del país- señala que "desde 2018 la caída del salario real fue de 14,9% mientras que la del salario real en términos de carne fue de 17,8%.
D.R.
El cálculo pone de relieve lo obvio: la inflación no es consecuencia de las exportaciones de la carne. Y frenarlas sólo puede "abaratar el asado" antes de las elecciones, aunque la pretensión ya fracasó este mismo año. En Enero Matías Kulfas anunció un acuerdo con precios bajo control, pero sólo alcanzaba al 3% de un mercado que en el país consume 189 mil t mensuales según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes del país.
¿Cuántos camiones necesitaría el Mercado Federal Móvil para mejorar esa performance". La kirchnerista Paula Español lo anunció hace un mes; la oferta es escasa y está mucho más allá que en unas pocas experiencias del conurbano bonaerense.
Herramientas "menos distorsivas"
Crea dice que "existen otras herramientas menos distorsivas para la producción y las exportaciones si se desean usar políticas específicas para lograr el objetivo de mantener el consumo de proteína animal en un cierto nivel".
Sostienen que "se debe considerar la evolución de la canasta completa de proteínas animales, incluyendo pollo y cerdo, teniendo en cuenta que hay un fenómeno de sustitución de proteínas, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, con marcados cambios en los patrones de consumo incluidas dietas donde se abandona total o parcialmente el consumo de productos de origen animal.
"En efecto -añade el informe- mientras que el consumo de carne vacuna cayó 14% desde 2018, el consumo total de carne, incluyendo carne y pollo, sólo se redujo un 3%. Al interior de la carne vacuna, se debe tener en cuenta que la carne no es un commodity y hay diferentes formas de integrar la producción argentina al mundo, pudiendo privilegiarse aquellas que no compitan con el mercado interno".
Reconocen estos productores que "actualmente el 70% de la producción se destina a China, que tracciona sobre cortes de vacas y toros, que no son de habitual consumo a nivel interno. En suma, los permisos de exportación imponen altos costos al país tanto en materia de divisas como de producción, sin lograr efectos perdurables sobre los precios internos que terminan aumentando a medida que se retrae la oferta.
"Por ese motivo -sostienen- es importante no caer en la trampa de atender las urgencias de corto plazo con herramientas que son sumamente distorsivas y ocasionan problemas a futuro costosos de revertir. Argentina lleva ya una década de estancamiento y el aumento de la producción y las exportaciones es clave para revertir la situación en los próximos años".
Exportaciones y estabilidad
"En los últimos años, el comportamiento de las exportaciones en Argentina fue sumamente negativo. En efecto, desde el máximo alcanzado en 2011 (U$ S 82.981 millones) las ventas al exterior se retrajeron 34%, totalizando U$ S 54.833 millones en 2020. Se trata de números preocupantes en un país que debe afrontar importantes pagos de deuda en moneda extranjera en los próximos años y que experimentó, incluida la actual, seis crisis de gravedad desde 1975, cinco de ellas asociadas a saltos en el tipo de cambio".