“Dios mío, voy a llegar tarde”, dice el conejo blanco una y otra vez. Sergio Massa sabe que no está en el cuento de Lewis Caroll, y que la Argentina no es el país de las maravillas de Alicia sino el del gobierno fallido de Alberto, diseñado por Cristina. Pero igual que el escurridizo personaje de ficción, corre contra el reloj acosado por las paranoias de la política, buscando dólares que compren tiempo -cada vez más escaso- para que el trauma se disimule lo mejor posible en 2023, antes de las urnas.
Massa no puede ocultar la peronista ansiedad de ejecutar ortodoxia económica en medio del relato kirchnerista. “No devaluarás”, ordenó en estruendoso silencio la jefa del Frente de Todos. Fernando Marull señala que el ajuste del actual ministro es del 6%; a Martín Guzmán lo eyectaron por “neoliberal”, aún cuando expandió el gasto un 15% para financiar el “plan platita”. Igual, el oficialismo perdió las elecciones; el propio Massa dijo esta semana que se gana un comicio bajando la inflación. Tic-tac.
Mirá tambiénDólar soja a $ 230 según el anuncio de exportadoresEmmanuel Alvarez Agis fue viceministro con Kicillof bajo presidencia de Cristina. El economista que pasó hace pocos días por Santa Fe diciendo que la deuda en pesos “no le preocupa”, ahora pide devaluar. Plantea hacerlo bajo un novedoso “modo kirchnerista”: subiendo salarios más que la inflación pero menos que las tarifas (para reducir subsidios y déficit), congelando precios y aumentando retenciones.
Así como los libertarios imaginan poner a la realidad bajo una planilla contable de gastos por debajo de los ingresos, como si la gente (pobreza, indigencia, salarios por debajo del costo de la canasta básica) no existiera, en el oficialismo fantasean fórmulas que pongan al mercado en fraterno modo franciscano. Las alquimias no producen sustitutos a la piedra basal de la política, cuando los políticos -que son indispensables- brillan por sus extravíos.
Algo así como $13 billones es la deuda que en 2023 debe refinanciar el Tesoro. Massa no quiere que lo alcancen los banqueros que le reclaman saber qué hacer con los bonos que emite el gobierno central y que -maquinita mediante- rescata el Banco Central emitiendo pesos para recomprar la deuda de la Casa Rosada. Más pesos y tasas altas que agregan $600 mil millones al mes al mercado que no los quiere. ¿Se explica el apresuramiento de Alvarez Agis? Crece la inestable masa explosiva de las Leliqs. Tic-tac.
Mirá tambiénLa balanza comercial marcó un superávit de US$ 1.827 millonesMassa anunció hace pocas horas la segunda ronda del dólar soja, que le agregaría unos US$3 mil millones a las reservas del BCRA. Dijo que se sobrecumplirá en un 15% la meta comprometida con el FMI: US$5.800 millones a fin de año de Reservas Internacionales Netas. Bien leído, el acuerdo con el Fondo Monetario dice claramente que las RIN son las reservas brutas menos los pasivos a un año. ¿Se volcarán 690 mil millones más a un mercado que no quiere pesos? ¿El BCRA perderá más de 1.400 millones de Patrimonio Neto por comprar caro lo que vende más barato?
Acaso el prohibido salto devaluatorio solucione en parte el problema “contable” (la carga social es una temida caja de Pandora) que no se explicita. El BCRA viene aumentando el dólar a un ritmo del 5,5% mensual, pero la inflación aún corre al 6%. Las luces del tablero están entre amarillas y rojas: el dólar blue cerró a $321 en el mercado paralelo, el mayorista a 165,19, el CCL a 329,36. La brecha besa el 100%, el BCRA perdió U$S 1850 millones de reservas netas en 2 meses tras la primera ronda del dólar soja. En la cadena agroindustrial que siembra dólares genuinos, lo que viene se debate de la desconfianza a la sequía.
Mirá tambiénFidanza no cree que Cristina se postule para presidentaEntre la urgencia electoral de Cristina y la angustia pesificada de los bancos, Sergio Massa corre. Cierra importaciones, sube las tasas, enfría la economía que ya retrocedió 0,3% en septiembre, amenaza con descubrir evasores en Estados Unidos y ofrece el salvoconducto de un blanqueo, promete eliminar retenciones a exportaciones incrementales de la industria automotriz que se paraliza por falta de insumos importados. El FMI espera al escurridizo ministro con sus metas para la tercera de diez revisiones trimestrales. Corre el reloj.
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