"Persiste el atraso cambiario aunque no se ha incrementado desde agosto", señaló el economista santafesino Pablo Olivares, en el marco de un análisis sobre los últimos datos de inflación difundidos por el Indec. El especialista recordó que "en el acuerdo con el FMI, el Gobierno Nacional asumió el compromiso de actualizar el tipo de cambio nominal de modo tal de mantener el tipo de cambio real de 2021, criterio conocido como "crawling peg".
"La inflación argentina -detalló- durante los primeros 10 meses de 2022 fue del 76,6%%, mientras que la inflación de los países socios comerciales estuvo en el orden del 6,4% durante el mismo período. Esto implica que el tipo de cambio (oficial) debería haberse incrementado, al menos, un 66,1% entre enero y octubre para evitar la apreciación cambiaria. Pero lo hizo solo un 54%".
Explicó lo que eso significa: "en los 10 meses se le sigue debiendo al FMI un 12% de aumento en el tipo de cambio, lo cual impacta en las expectativas sobre el mismo. No obstante, debe aclararse que desde septiembre se mantiene el atraso cambiario acumulado hasta agosto pero no se siguió incrementando".
La evidencia del análisis de Olivares se refleja en la aceleración del “crawling peg”. Sólo en la Argentina una devaluación al 7% mensual puede ser considerada como parte del “gradualismo”.
¿Eso explica el nuevo salto del dólar? El blue cerró el la city porteña a $308; hay que sumarle 5 a 6 pesos más para comprar la divisa “informal” en Santa Fe. Pero el dato significativo con los $321,64 (+4,24% en un día) del Contado con Liquidación en el cierre de este miércoles.
Con estas cifras, la brecha del dólar oficial con el financiero -que es un punto de fuga legal- alcanza al 100% en un mercado donde el primero de esos tipos de cambio es una entelequia referencial. El BCRA no los da a los importadores, que entre el sobre estockeo especulativo de algunos y la falta de reposición de otros, genera más distorsiones en el sistema de precios internos. La escasez es inflación.
La diferencia está lejos del 160% que en julio catapultó a Martín Guzmán y produjo un temblor financiero tras el cual se sucedieron Batakis y Massa. Pero no puede ser un dato tranquilizador para el ministro.
La buena noticia para el equipo económico es que la inflación núcleo se acercó al 5% y que el IPC general no subió más de lo que ya venía evolucionando, a pesar del primer impacto de la actualización de precios “regulados”. Léase de tarifas, prepagas, combustibles.
La incertidumbre sin embargo se mantiene en torno a la “sostenibilidad” de la deuda en pesos. El Banco Central compra los títulos del Tesoro para que no se caigan (la maquinita sigue funcionando) mientras los inversores desarman posiciones de Fondos Comunes o de títulos para irse al Contado con Liqui si están en blanco, o al blue en parte, porque temen que el “carry” termine su ciclo.
Dicho de otra manera, algunos de los que se subieron con depósitos a las altas tasas de interés ante el veranito cambiario, se bajan y vuelven al dólar porque temen el salto devaluatorio, alimentando la posibilidad de la profecía autocumplida. Por eso suben al mismo tiempo el dólar y los bonos, algo que en la teoría no debería suceder.
¿Tiene poder de fuego el gobierno? Medios y mercados sólo creerán en la disponibilidad de los U$S 5 mil millones de reservas netas líquidas “prestadas” desde el Swap chino, cuando el Banco Central canjee los billetes. Asumiendo que el anuncio de Sergio Massa sea cierto -no hay elementos para no creer eso- el equipo económico habrá ganado tiempo.
Pero la economía es confianza. El Banco Central compró 5,5 millones de dólares al promediar esta semana; menos que poco tras 19 ruedas en las que se desprendió de U$S 925 millones según cálculos extraoficiales, y debe emitir $600 mil por mes sólo para pagar las tasas de interés de sus pasivos remunerados.
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