Nueve ideas de argentinos que hoy valen U$S 1.000 millones
Un libro escrito por dos periodistas cordobeses cuenta la historia de 9 startups de emprendores argentinos que se convirtieron en unicornios durante la pandemia.
El libro cuenta la historia de 9 startups argentinas que se convirtieron en unicornios en la pandemia. Crédito: Gentileza del autor
Los periodistas Juan Bernaus y Diego Marconetti escribieron el libro “Argentina, tierra de unicornios”, en el que cuentan la historia de las 9 startups de emprendedores argentinos que alcanzaron la categoría de unicornios durante la pandemia, esto es, empresas de base tecnológica que tienen una valuación de mercado superior a los 1.000 millones de dólares. Estas son Auth0, Vercel, Mural, Tiendanube, Technisys, Aleph, Bitfarms, Ualá y Satellogic.
“Hay una corriente, principalmente americana, que en las entrevistas laborales se les pregunta, a quienes van a ser empleados, qué creen que el resto del mundo no cree o qué consideran que habría que cambiar en la empresa. Bueno, nosotros creemos que con la economía del conocimiento. Argentina puede generar la misma cantidad de dólares que el agro. Creemos que va a pasar eso. Lo que no estamos viendo, y por eso hicimos el libro, es que se articulen las políticas necesarias para que eso suceda”, dice Juan Bernaus, uno de los autores.
“No estamos tan lejos”, dice, y pone como ejemplo la exportación de porotos y aceite de soja, que hoy genera ingresos de entre 10 y 12 mil millones de dólares anuales, mientras la economía del conocimiento lo hace por algo más de 7 mil millones de dólares anuales.
Si bien Argentina tiene una ley de economía del conocimiento que ha impulsado la actividad en los últimos años, uno de los objetivos que plantean los autores del libro es la necesidad de sancionar una nueva norma que genere el contexto para que este sector “explote”.
“Quienes hoy trabajan para el exterior tienen que armar estructuras, abrir billeteras o hacer movimientos financieros complejos para poder cobrar. Recién ahora salió el monotributo tech que puede llegar a ayudar, aunque habrá que ver cómo se implementa. El tema es que los ingresos que se generan no se terminan gastando en el país porque no está claro cómo ingresarlos, a qué tipo de cambio, etc. Y terminan abriendo una oficina en Paraguay, Uruguay, Brasil, EE.UU. o Europa. No se puede trabajar sin saber cuánto vas a cobrar”, dice Bernaus.
Para los autores del libro, el país tiene todas las condiciones, incluido su huso horario, para que la economía del conocimiento se multiplique. Solo falta ponerle un escenario de perspectiva hacia el futuro. “Como dice Galperin (fundador de Mercado Libre): que tomen la decisión política que quieran, pero que la banquen 10 años, porque con ese lapso de tiempo sabremos cuál es el escenario y podremos decirle a un inversor que venga a poner plata en el país, porque las condiciones se van a mantener durante una década. Y van a venir a invertir y vamos a tener la sede de esas empresas en Argentina y no en Londres, Seattle o Uruguay”, enfatizan.
“Los unicornios de los que contamos la historia en el libro son empresas que se crearon en la Argentina que existe hoy, no en otra. Aspiramos a que los chicos vean que hay una salida laboral extraordinaria, que les va a cambiar la vida. Que se aparten un poquito de las carreras tradicionales y vean esta posibilidad. Que hay un mundo que está demandando tecnología; que lo podemos hacer desde Argentina; que confíen en la formación de las universidades e institutos del país y que hay un futuro extraordinario, tanto como el del sector agropecuario. Es una nueva oportunidad que tenemos”, dice Bernaus, al tiempo que hace una aclaración necesaria: “Esto es un proceso, no es consecuencia de un golpe de suerte. Nosotros contamos la historia de 9 unicornios pero hay miles que no la pegaron. Es como con los jugadores de fútbol: nosotros contamos la historia de 9 cracks, pero queremos inspirar a que haya más cracks, porque será bueno para todos”.
Mente argentina, sede extranjera
En el libro, los autores cuentan que no hay ningún unicornio argentino, más allá de que hayan sido creados por argentinos. “En 2019 hubo un volcamiento extraordinario de fondos, principalmente de Asia, Japón y EE.UU. a las startups latinoamericanas. Esto vino primero de Marcelo Claure, un boliviano que puso 5 mil millones de dólares, y después empezaron a aparecer inversores y fondos de inversión de todos lados. Eso generó que las empresas que tuvieran alguna solución para el trabajo remoto, de seguridad informática, la industria de los satélites, para el marketing digital y para todo lo que tenga que ver con el mundo virtual explotaran. El que tenía una idea para estos temas empezó a recibir un montón de dinero”.
“Eran empresas que venían desarrollando ideas desde hacía tiempo, que la pandemia aceleró. Les ahorraron diez años. Por ejemplo Technisys. Son de dos jóvenes que comenzaron a idear el home banking en 1995 y que los bancos rechazaban porque había en Argentina 5 mil conexiones de Internet. Tuvieron que esperar hasta la llegada del Iphone en 2008 para que su idea explotara. Los chicos de Auth0que hacen la cajita del login. Estaban trabajando con Microsoft cuando éstsa lanzó la nube y dejó de tener servidores físicos en cada lugar, para tener servidores concentrados en un solo sitio donde cada empresa, desde cualquier parte del mundo, pudiera conectarse. Ellos comenzaron a ver que iba a haber un problema de autenticación de las personas que ingresaban, porque si no iba a poder ingresar cualquiera. Por eso desde 2010 estaban trabajando en este tema”, cuenta Bernaus.
¿Por qué los unicornios de argentinos no están en Argentina? ¿Es un problema de falta de recursos suficientes para financiar la expansión de estas empresas? “No es que en Argentina no haya plata para financiar la expansión de estas empresas. Todas tuvieron que fijarse un domicilio afuera, porque el país les impide esa interacción de flujo constante de dinero. Por ejemplo Satellogic, que hace nanosatélites. Desde 2015 trabajó con el Invap. Hizo en Bariloche los dos primeros satélites del tamaño de una caja de zapatos que después fueron al espacio. Funcionaba bien, incorporaron tecnología de punta. Entonces se propusieron armar una red de 300 nanosatélites en el mundo, con el fin principal de estudiar los suelos, la mejor manera de nutrirlos y qué sembrar en cada lugar para eliminar el hambre mundial. Esa era la idea de ellos, aunque hoy se utiliza en la guerra de Ucrania para conocer el movimiento de las tropas rusas. Hoy tiene levantados 32 satélites de los 300. Trabajaban en Buenos Aires, pero hace un año y medio tuvieron que mudarse a Uruguay porque en Argentina no sabían cuánto podían importar; si se lo iban a dejar pasar por la aduana; a qué dólar lo iban a pagar”.
“Todos los creadores de los unicornios tienen en común el mundo de las matemáticas y la tecnología. Y que en algún momento se vincularon en empresas o estudiaron en las principales universidades. Ninguno terminó desarrollando su idea 100 por ciento en Argentina. Su primera etapa formativa fue en Argentina, en la universidad; pero la segunda fue en los principales centros de formación del mundo. Una estadística revela que el 70 % de los Ceos o fundadores de las principales empresas tecnológicas del mundo tuvieron alguna formación en alguna universidad top del mundo. Entonces, si no pasás por alguno de esos lugares no terminás de formarte ni de relacionarte con las personas claves, que te ayudarán a que tu emprendimiento tenga éxito. Por eso en Córdoba, por ejemplo, en lugar de ayudar a los emprendedores con plata, le pagan a los que creen que tienen más posibilidades de formación en universidades de EE.UU.”.
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