"General Motors Argentina informa que continúa trabajando para recomponer la cadena de suministro de varios de los proveedores que han suspendido el envío de piezas con motivo de la falta de pagos al exterior”. El comunicado de la terminal con planta fabril en Alvear, provincia de Santa Fe, es una evidencia de que la falta de insumos importados paraliza la industria nacional que tanto busca preservar Economía, un ministerio hoy ocupado menos en la actividad fabril que en la represión financiera del dólar.
“GM reitera su compromiso de reanudar sus operaciones en su planta de Rosario a la mayor brevedad posible", expresó la compañía, que paralizó actividades porque su cadena de suministros se interrumpió y no tiene certezas en el horizonte inmediato. “La producción será reanudada tan pronto se reciban las piezas de los proveedores afectados”, señaló el comunicado corporativo.
La escena ratifica lo que se sabe: la “industria nacional” no puede “vivir con lo nuestro” sin integrarse al mundo, y para eso hacen falta dólares. Un estudio de Andrés Civetta y Nahuel Serrao para la consultora Abeceb reseñó la semana pasada que las terminales automotrices argentinas le deben US$ 6.130 millones de dólares a sus casas matrices, sobre un total de US$43.097 millones que el BCRA a su vez les debe a los importadores. La promesa de Sergio Massa de cancelar progresivamente esas liquidaciones a plazos, está lejos de un horizonte predecible, que además tiene en el camino una elección incierta.
Eso mientras las ventas de automóviles 0km en el mercado interno se desploma. A nivel nacional, en el noveno mes del año, de la baja del 13,6% en patentamientos respecto a igual mes del año anterior, en un mercado en el que 7 de cada 10 automóviles son de producción nacional, lo que significa terminados en el país pero con mayoría de componentes importados.
Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Según Abeceb, "el sector automotor argentino fue uno de los sectores económicos más golpeados por la política implementada de postergar los pagos de importaciones. Hasta 2021, el 10,6% de la deuda correspondía a esta industria. Los últimos datos oficiales muestran que esa ratio se amplió hasta alcanzar el 14,6% el primer trimestre de 2023 y se estima que se mantendrá en torno del 14,2% hacia fin de año”
Desde el entorno gremial de Smata dejaron entrever que la empresa no retomará actividades al menos hasta después de las elecciones. Pero el escenario podría complicarse incluso más a pesar de los esfuerzos del propio Sergio Massa y de Gabriel Rubinstein, su viceministro de Economía, para ratificar que el dólar mayorista seguirá a $350 hasta el 15 de noviembre y luego se deslizará al 3% mensual mediante el “crawling peg”.
Los dólares que el ministro no usa para la actividad económica son los que el candidato deriva a intrervenir el mercado financiero para que las expectativas no terminen en devaluación de mercado. Salvador Vitelli estimó que el miércoles la autoridad monetaria vendió reservas por US$102,6 millones -el segundo monto diario más alto desde las Paso- “para intervenir en el dólar financiero”, acumulando así 5 ruedas consecutivas con un saldo negativo de US$413,2 millones.
El de la industria -como el del comercio que espera los dólares que el BCRA les debe y no tiene- es menos un problema de precio de la divisa que de disponibilidad de billetes para seguir operando. De hecho en el caso de GM, que a pedido del gobierno venía financiando parte de su actividad de manera corporativa, el problema es que Economía les “corrió el arco” de la promesa para saldar las Sira (Sistema de Importaciones de la República Argentina) a 180 o 365 días.
A último minuto el BCRA anuncia que los billetes no están, y los proveedores del exterior avisan en consecuencia que ya no hay crédito abierto. Y que las elecciones hacen más incierto el futuro inmediato.
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