“La economía del conocimiento no supone cambio de tecnología dura sino nuevo saber aplicado, capital intelectual, un modo de organizar la producción y la comercialización, la asociación y la acción social, sobre la base del conocimiento, que es el gran motor”.
Marcelo Elizondo ofreció al programa Nuevos Dirigentes, de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, una intensa conferencia sobre un mundo en el que las empresas ya no compiten sino que
“cooperan y compiten en una economía global” desde “un nuevo modelo de organización productiva” de ecosistemas, con trabajo en redes, alianzas entre ellas y con universidades, inventores, dadores de servicios. “Resistir es desistir”, sentenció, basado en el autor Marcelo Bernárdez.
“La sociedad del conocimiento no es la de la información, es la del saber. El saber hacer, la incorporación del conocimiento en un modelo de organización, la capacidad de generar sistemas en los que el principal motor es el conocimiento que nos lleva a innovación, nuevas respuestas, empresas organizadas de otro modo y roles de entidades que no son reactores reclamantes de intereses sectoriales, sino generadores de espacios públicos no gubernamentales”.
Director de la Maestría en Desarrollo Estratégico Tecnológico en el ITBA, directivo de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios y director de la Consultora DNI, Elizondo respondió a la invitación del Centro de Estudios y Servicios de la BCSF y ofreció un marco analítico para abordar el mundo en proceso.
“Es un escenario disruptivo. No es una modificación, es un cambio sustancial de matriz”, insistió el especialista. En los términos de Richard Baldwin, Elizondo explicó que tras el intercambio comercial de contenedores, las instituciones que respaldan los contratos y la la inversión extranjera directa, la “globalización 4.0” es aquella en la que “todas las personas estamos en contacto”, lo que genera “una globalización de las personas, no de las cosas”.
Describió así que en este nuevo en evolución hay “crisis en los colectivos que tuvieron éxito en el SXX: familias, iglesias, empresas superadas por evolución tecnológica y acortamiento de vida de productos, los sindicatos e incluso los gobiernos”. Citó como ejemplos a Colombia, las migratorias, las disputas del control de la propiedad intelectual en el escenario global.
Tras señalar el debilitamiento de política y Estado y la generación de espacios públicos no estatales, definió que las empresas afrontan “nuevas exigencias regulativas” (estándares de calidad, ambientales como las que exige la UE al Mercosur, técnicas). “Lo arancelario no es el tema más importante”.
Y resaltó la “creciente influencia de la geopolítica internacional” en la que los actores económicos buscan aliados “según quiénes hacen las cosas más o menos parecidas”, integrando “redes productivas en diversos lugares en el mundo”.
Bienes y servicios, inversión externa directa que generan proyectos innovativos en ecosistemas locales incluso en países subdesarrollados, flujos de financiamiento internacional “que no son de bancos del SXX y organismos que financian deuda pública, sino ecosistemas de financiamiento en los que inversores pequeños van generando proyectos muy nuevos. Son los “cuatro componentes rezagados” de la globalización según repasó Elizondo.
Los decisivos son “flujos de información, datos y conocimientos” y las “migraciones”, que ya no son fundamentalmente físicas. “Hay telemigraciones, gente trabajando en una organización con inputs que vienen de otro país”. El fenómeno se inserta en “la cuarta revolución industrial” basada en “ciiberfícica, con IA, con internet de las cosas y a través de redes sistémicas”.
Explicó que en una empresa “el componente más relevante es el conocimiento, que genera más valor que las máquinas, la escala, la capacidad financiera o los contratos. Es el saber, no la información”, insistió.
Advirtió que “se forman en el mundo redes de innovación global. Lo importante no es tanto la manufacturación incremental sino la generación de conocimientos que se van integrando en experiencia común y que van permitiendo que las empresas sean globales por la incorporación de intangibles”.
“Hay que pensar en una economía digitalizada, no digital. El paradigma ya no es el del menor costo sino el de mayor valor; ya no gana en el mercado global quien reduce costos sino quien genera valor adicional”, afirmó el especialista.
Elizondo detalló que “se está generando un nuevo paradigma en el cual el diseño, la innovación, la reputación, las concesión de certezas a partir de trazabilidad -por ejemplo en blockchain- el cumplimiento de estándares de calidad, la adaptación a nuevas necesidades, la integración a través de fórmulas en know how y procesos con aliados y complementariedad, las nuevas estrategias. Todo eso va generando componentes innovativos de esta economía del conocimiento”.
Elizondo habló del “ valor económico aportado por la educación” y comentó un trabajo del Banco Mundial, según el cual “de 2001 a 2018 , la inflación que más subió fue la de servicios educativos. Más que la salud, más que el transporte, más que los bienes inmobiliarios e incluso más que bienes físicos como ropa o alimentos. La educación no es la instrucción de la escuela o la universidad; son programas de capacitación, servicios de asistencia de consultoras, venta de asistencia técnica de las empresas entre sí”, explicó.
“Hay más grandes empresas capaces de generar recursos que países en el mundo”, señaló Elizondo en base a un informe del Banco Mundial sobre las 100 economías del mundo según la generación de recursos. De ellas, 69 son grandes empresas y sólo 31 son países. Hay -expuso Elizondo- “democracias de mercados, en las cuales las empresas que no tienen performances ni responsabilidades sociales, que no generan respuestas a nuevas demandas, son desplazadas. Y antes que por los consumidores, por los propios inversores en los mercados de capitales”. Comentó incluso que “las valoraciones bursátiles no tiene que ver con los activos físicos de las empresas”.
El intelectual (saber, estar formado), relacional (alianzas, ecosistemas), organizacional (flexibilidad al cambio), social (cultura de adaptación), básico (infraestructura), institucional (seguridad jurídica) y humano (disposición personal, liderazgo, empatía).