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El ministro de Hacienda está buscando finanzas. Esta vez no fue Nicolás Caputo a negociar; la clave son las metas fiscales y su sustentabilidad.
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El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ya está en Washington para comenzar las negociaciones con las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), para que el país pueda acceder a una línea de crédito. El ministro viajó acompañado por el secretario de Hacienda, Rodrigo Pena, y sus asesores Guido Sandleris y Ariel Sigal.
Sandleris recordó que la tasa a la que presta dinero el Fondo “es apenas un poco más de la mitad” de lo que actualmente paga Argentina en el mercado privado de crédito, por lo que se ubicaría en torno al 4%. El país pertenece al FMI pero dejó de tener créditos del organismo en diciembre de 2005, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner canceló anticipadamente U$S 9.000 millones, tal como antes lo hicieron además Turquía y Brasil.
En 2016, Argentina volvió a permitir que el FMI audite las cuentas públicas, conocida como el “Artículo Cuarto” y recompuso la relación con el organismo multilateral. Los encuentros serán con la presidenta del organismo internacional de crédito, Christine Lagarde y Roberto Cardarelli, el economista italiano encargado de los asuntos de la Argentina en el organismo.
La delegación argentina lleva parte de las tareas hechas: el déficit fiscal primario -antes del pago de intereses de la deuda- viene bajando; Dujovne incluso precipitó las metas desde el 3,2 % previsto inicialmente hasta hasta el 2,7 % tras recortar obras públicas “futuras”.
A medida que avancen las negociaciones, se develará cuál es el crédito que tomará el país, si es que el Fondo lo concede. En principio los funcionarios argentinos refirieron informalmente a la llamada línea “Preventiva”, un préstamo equivalente al 500% de la cuota del país en el organismo, lo que limitaría la asistencia a U$S 22.000 millones con un plazo de pago de seis meses a dos años. Pero las condiciones fiscales para este préstamo son más duras de las que está dispuesta a conceder la Casa Rosada, y la cifra está por debajo de los U$S 30 mil millones pretendidos.
Eso devuelve a la escena argentina al ya conocido “stand by”, que tiene por objeto asistir economías con cierta estabilidad y necesidades financieras ocasionales. Los plazos en este caso son de hasta 3 años.
La decisión de la Casa Rosada de iniciar las negociaciones tuvo respaldos internacionales desde Washington y Madrid. El subsecretario del Tesoro norteamericano, David Malpass, apoyó “las reformas de Macri”. Y Mariano Rajoy expresó “todo su respaldo y solidaridad” al presidente argentino, que en el país afrontará costos políticos por el reingreso al FMI e incertidumbre hasta saber cuánto y en qué condiciones le prestará el organismo al rojo fiscal argentino, que ronda los U$S 30 mil millones anuales.
Gradualistas con ajuste
“Creemos que el ritmo de reducción del déficit fiscal que el gobierno ha anunciado es un ritmo que se puede tolerar”, admitió Cardarelli, el encargado de temas argentinos en el FMI. Ya lo había dicho Lagarde; además la titular del Fondo apuntó en las últimas horas que “hemos visto una aceleración en el ritmo con el cual la tarifa fue normalizada, con respecto del plan inicial”. Un mensaje claro para el peronismo en el Congreso.
Hace pocos días, en una entrevista concedida a Max Montenegro, Cardarelli dijo sobre las metas de inflación que el gobierno “está muy bien posicionado para lograrlas”. La pregunta en el país es cuál será el “ajuste” al que deberán someterse las cuentas este año para alcanzar un objetivo que los actores locales consideran imposible si la referencia es el 15 %.
Con respecto a la reducción del gasto público, afirmó que “es bastante claro” dónde se puede hacer el recorte “si se miran las áreas donde el gasto público aumentó más en los últimos 10 años”.
“Tratamos de lograr un balance en lo que se puede y en lo que se debería hacer”. Cardarelli sostuvo que “estamos en la parte final de la normalización de las tarifas, en particular las del gas y de electricidad”.
No es 2001
El ex director regional del Fondo Monetario Internacional (FMI) Claudio Loser, afirmó que la Argentina atraviesa “una crisis difícil”, pero consideró que “no es ni de lejos la peor. La gente se asustó porque hay problemas, pero son todavía manejables y el gobierno tiene los instrumentos desde el punto de vista técnico para solucionar los problemas; de ninguna manera veo el 2001, porque la situación de Argentina en ese momento estaba empeorando, las reservas se estaban agotando y había incoherencia en las políticas económicas”.
Con información de Télam