Las aguas del Tirreno están tan movidas que el crucero “Costa Concordia”, naufragado el pasado viernes, ya se ha desplazado nueve centímetros en su vertical y uno y medio en su horizontal, amenazando con deslizarse a una sima de 90 metros en la que quedaría sumergido a cerca de 150 metros de la costa.
“La nave habla y esto no es una buena señal”, aseguran a los medios los submarinistas que penetran en sus entrañas en búsqueda de desaparecidos y que, para mayor rapidez en las operaciones utilizan microcargas de explosivos para abrir el barco por su quilla.
Al “Costa Concordia” continúa entrando agua por los 70 metros de apertura de su casco que, como un cuchillo, abrió la formación de rocas conocidas como la isla Scole, cuando trató de navegar sobre ellas a unos 500 metros de la isla de Giglio.
Las predicciones meteorológicas no animan a las operaciones de rescate.
El jueves se prevé una fuerte marejada y hace temer a los más pesimistas que la nave, inclinada 30 grados sobre su lado derecho, pueda darse la vuelta y hundirse completamente con lo que acabaría toda esperanza de encontrar a alguien vivo atrapado en el barco.
“Hacia el abismo”, aseguran miembros de la unidad crisis del puerto de la isla de Giglio.
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