Walter Agosto Director de @Fiscal Una década resulta un período razonable de tiempo para extraer algunas conclusiones sobre los resultados de la política económica vigente en el período 2003-2013. En términos generales, podemos afirmar que el objetivo de toda política económica es lograr un crecimiento sostenido con estabilidad, en una relación de equilibrio con el resto del mundo. Traducido a un lenguaje simple y en términos de comportamiento de variables económicas esto significaría que la economía crezca en forma sostenida, que no haya inflación, que el desempleo sea bajo y que el balance con el exterior esté equilibrado. Todo ello en un proceso de mejora de la distribución del ingreso. El logro simultáneo de múltiples objetivos de la política económica no es tarea sencilla e impone grandes desafíos a los gobiernos, requiriendo la utilización de un conjunto de instrumentos de manera coordinada que permitan acercarse lo más posible a esta idea de crecimiento con equidad. En Argentina, entre 2003 y 2013, el PBI creció a una tasa promedio anual de 6,7%, la inflación 16,6% y la tasa de desempleo se ubicó en 8,9%. Por su parte, la Cuenta Corriente del Balance de Pagos fue superavitaria en 1,9% del PBI, mientras que el coeficiente de Gini -que varía entre 0 y 1 representando mayor desigualdad a medida que avanza dentro de este rango- promedió 0,46. Es posible contrastar el comportamiento de las principales variables económicas en el período bajo análisis, con algún otro de nuestra historia reciente. Si consideramos el período 1991-2000, se observa que el PBI creció 4,3% y la inflación 11,4%. La tasa de desempleo se ubicó en 12,3%, la Balanza de Pagos arrojó un déficit de 3,1% del producto y el coeficiente de Gini alcanzó 0,45, todos estos valores en promedio anual. Durante 2003-2013, la economía creció a mayor ritmo, pero con una tasa de inflación más elevada. Se revierte el déficit de cuenta corriente, la tasa de desempleo disminuye, perdurando sin cambios relevantes el patrón distributivo. Pero resulta interesante destacar que, a la luz de estos indicadores, la performance de la economía argentina durante esta década presenta dos etapas diferenciadas. La primera -de 2003-2007- que puede ser caracterizada de crecimiento con estabilidad de precios, solvencia externa y desempleo en baja. La segunda etapa -de 2008-2012/13- presenta una clara desaceleración del crecimiento, aumento de la inflación y reducción del superávit de cuenta corriente. Mientras tanto, la desocupación encuentra un límite en su recorrido descendente y se empieza a destruir empleo. En síntesis, la economía argentina ha transitado un período de fuerte crecimiento entre 2003-2007, que por diferentes motivos no ha podido consolidarse en los años siguientes. Los pilares del “modelo” de aquella primera etapa como el tipo de cambio competitivo, superávits gemelos y acumulación de reservas, lucen fuertemente deteriorados en la actualidad y estrechan notablemente los márgenes para la gestión de la política económica. Como en otras oportunidades, auge y declinación han coexistido en la misma década.