El asma suele ser diagnosticado a partir de la presencia de sus síntomas. Los médicos lo confirman, en parte, al escuchar sibilancias con el estetoscopio en la respiración de los pacientes, que delatan una obstrucción en el flujo aéreo en las vías respiratorias. Estudios como la espirometría permiten cuantificar la limitación de la función respiratoria y su reversibilidad.
También, se evalúa la historia familiar del paciente y la ocurrencia de síntomas desencadenados tras la exposición a sustancias alergénicas, así como su posible variabilidad estacional.
Se considera que el asma es causado por la interacción de factores genéticos propios del paciente con la exposición a ciertos factores de su medio ambiente, que produce la inflamación de las vías áreas. Los principales factores desencadenantes de episodios de asma en la Argentina son la exposición a distintos alergenos, como los ácaros del polvo, y algunos hongos y pólenes que frecuentemente aumentan sus niveles atmosféricos en circunstancias de cambios de tiempo.
El tratamiento de cada paciente depende de la severidad con que se manifiesta la enfermedad, pero hay medicamentos de control a largo plazo y otros de alivio rápido o “rescate”. Los broncodilatadores de acción corta y los corticoides orales o inyectables son los medicamentos de “rescate”, que permiten contrarrestar los síntomas del asma una vez que se han manifestado, pero no controlan la enfermedad.
En cambio, los medicamentos de control a largo plazo se utilizan en forma diaria y reducen la inflamación de las vías aéreas que causa la aparición de los síntomas del asma. En la actualidad, se dispone de los antileucotrienos, de esteroides inhalados solos o en combinación con broncodilatadores de acción larga, que son medicamentos de uso diario por vía oral que ayudan a bloquear la inflamación de las vías respiratorias.