Ex ministro de Desarrollo Social (*).
- En el tema de drogas y barrios ya ingresamos en una tercera etapa. La primera está centrada en el consumo de alcohol y otras sustancias, que ha aumentado sobre todo en los jóvenes -aunque no solamente con ellos- y se consolidó con la idea de que consumir “no está mal y todos lo hacen”. La segunda es la del vendedor de droga como actor social en el barrio: está el maestro, el gasista, el plomero y el vendedor de droga, que es el que da crédito y hasta asistencia social cuando hace falta.
La tercera etapa es propia de los grandes centros urbanos, como Rosario, Córdoba, conurbano y tal vez esté avanzando en Santa Fe: es el dominio del territorio. Eso marca por lo menos la necesidad de encarar una política diferente en el tema de la droga y narcotráfico a nivel de narcomenudeo. Creo que lo que está pasando en muchos casos es que casi el único modo de movilidad social en un barrio vulnerable es la venta de droga. Hay una diferencia brutal de ingreso y de movilidad social, con el agravante del parate que se observa en los últimos meses de la actividad de la construcción y de las changas que hizo que desaparezca el dinero, que no haya billetes en los barrios y que la gente busque conseguir plata como sea, además de generar un “endeudamiento”: es el caso del pibe que está en la calle sin hacer nada, va a la esquina, consume -porque, si no, no se integra- y además de generarse un problema de salud se endeuda. Ahí es cuando alguien le planta una idea para conseguir plata. El panorama es complicado y no hubo políticas públicas certeras y sostenidas. La parte positiva del proceso actual es que en los jóvenes la venta de drogas no genera fascinación: llegan a eso por default, por crisis; es el pibe que no le encontró la vuelta, al que se le cerraron los caminos. Eso me da la idea de que si efectivamente se corta la venta de droga, con una fuerza especial por fuera de la policía, y se generan alternativas al estilo de reactivar la economía masiva -como la construcción- hay buenas chances de revertir la tendencia. La actual gestión nacional reconoce el problema como prioridad y va camino a armar una agencia federal que articule las fuerzas en temas de narcotráfico y delitos complejos. Me parece que eso es correcto en un plano general. Pero la dinámica de los barrios es propia de los problemas sociales y demanda de acciones concretas. (*) Especial para El Litoral